"Castilla
ya era independiente antes de Fernán González"
Entrevista de J. J. Martín al
catedrático de Historia Medieval de la UBU, Juan José García González en el
Diario de Burgos, 30/08/2007 (Rescatada por Ángulo Oscuro)
[Juan José García González nació en la localidad cántabra de Novales en
1945. Desde los 70 es profesor en la Universidad de Burgos y autor de varios
libros centrados en el Medievo castellano]
En la conferencia que impartió sobre Castilla en tiempos de Fernán González
con ocasión de las fiestas patronales de San Vicente del Valle sorprendió a
todos al adelantar la génesis del nombre de Castilla al siglo V. ¿En qué lo
sustenta?
“Castella es el
neutro plural de castellum, que tiene dos acepciones: «plaza militar
amurallada» y «hábitat campesino en altura». Tirando de aquélla, la
historiografía tradicional remite la aparición del corónimo al año 836 y le
vincula a la construcción de «plazas militares amuralladas» para evitar las
aceifas. A esto cabe contraponer el hecho, bien documentado, de que la zona ya
se llamaba al-Qilá (o sea, Castella) el año 791, cuando llegó la primera
aceifa, circunstancia que descarta la cristalización del nombre sobre la base
de referencia. Tirando de la segunda acepción, certificada por San Isidoro para
época tardo antigua, y tras contrastar la noción de «hábitat campesino en
altura» con los resultados de la arqueología especializada, he llegado a la
conclusión de que la mayor parte de los castella fueron levantados por los
campesinos en las vertientes montanas a la caída del Imperio Romano para
escapar a la inseguridad que se había instalado en las llanadas interiores y
fondos de valle. Su proliferación generaría el topónimo Castella, que cabe
remitir a la segunda mitad del siglo V”.
"La génesis del nombre de Castilla surge en la segunda mitad del siglo V"
¿Qué espacio designaba el corónimo originario?
“Los castella,
en cuanto que «hábitats campesinos en altura», surgieron por todas partes pero
solo dieron nombre al segmento septentrional de Las Merindades actuales, es
decir, al corredor de Espinosa de los Monteros, a la comarca de Sotoscueva y a
los llanos de Castilla. El proceso sería similar al que parece haber dado
nombre, pero bajo la primera acepción de castellum, a Cataluña, al
identificarse sus feudales como castlani, catalani, es decir, castellani”.
¿Cuál fue el itinerario que siguió Castilla hasta su configuración como reino?
“He llegado a
distinguir hasta siete secuencias inteligibles: la decantación del nombre
(desde el 457), del territorium visigodo (entre 574 y 712), del iqlim musulmán
(entre 712 y 741), de la circunscripción protoastur (entre 741 y 768), de la
comarca independiente (entre 768 y 850), del microcondado de Castella Vetula
(entre 850 y 912) y del macrocondado de Castella (entre 912 y 1038)”.
La historiografía ha dado poca importancia a la dominación musulmana de
Castilla. ¿Qué tiene que decir al respecto?
“Ni
Sánchez-Albornoz, ni Barbero y Vigil se implicaron. Aquél, por la temprana
retirada del Islam, y éstos, porque entendieron que no llegó a sobrepasar un
umbral o limes determinado. Desde hace más de una década intento revalorizar su
estancia: primero porque se instaló rápidamente y segundo porque treinta años
son muchos cuando se opera a partir de una administración ya constituida, como
la del reino visigodo. Esto me ha llevado a concluir, hace ya más de un lustro,
que el mozarabismo meseteño es un espejismo científico como está formulado y
que los miles de antropónimos árabes o beréberes de la documentación
altomedieval meseteña hacen referencia a los tornadizos cristianos que se
convirtieron al Islam al tiempo de la invasión. Creo aún más en ello desde que
la relevante tesis doctoral de David Peterson ha abordado algunos de los
aspectos planteados por Oliver Asín hace medio siglo”.
De sorprendente cabe calificar la afirmación de que, un siglo antes de
Fernán González, Castilla ya fue independiente durante una centuria completa.
“Lo
verdaderamente sorprendente no es esto sino que se haya considerado
independiente a Castilla en tiempos de Fernán González. He tratado de darle
sentido a tres hechos comprobados: primero, que el reino astur se replegó sobre
el litoral a partir del asesinato de Fruela I el año 768 y que incluso se
encogió sobre la llanada central asturiana durante tres décadas tras sustituir
la capital de Cangas de Onís por la de Pravia; segundo, que no hay ni un solo
dato que demuestre que entre el 768 y el 850 algún rey o magnate astur haya
ayudado a defender el territorio castellano contra las aceifas agarenas y
tercero, que los rebeldes Banu Casi reclamaran apoyo a Amaya, Castilla y Álava
el año 802 para luchar contra Amrús en la Frontera Superior sin tomar en
consideración para nada a la corte asturiana”.
En un marco tan incomparable como el de la iglesia visigótica de San
Vicente del Valle, a los pies de la Sierra de la Demanda, Vd. ha otorgado un
protagonismo excepcional al Sistema Ibérico en la conformación de Castilla,
¿por qué?
“Lo
verdaderamente difícil para los castellanos no fue crear el microcondado de
Castella Vetula, anclado en la cornisa cantábrica, sino expansionarse por los
llanos abiertos, a dónde llegaban las aceifas veraniegas siguiendo las vías
romanas. Hubo que guerrear casi dos siglos para cerrar, primero, el portillo
del Alto Ebro, y, después, el portillo del Alto Duero. Pues bien, el eslabón
intermedio entre la Cordillera Cantábrica, al norte, y la Cordillera Central,
al sur, es la Cordillera Ibérica, que jugó un papel de comodín geoestratégico
fundamental entre ambas. De esa lucha sin cuartel para cerrar los portillos de
referencia surgió la potente sociedad guerrera castellana de la Plena Edad
Media, cuya manifestación más señera es la figura del Cid Campeador. De lo que
se come, se cría”.
Vd. ha definido a Fernán González como el primer gran gestor de esta
tierra, pero su popularidad no resiste a la del Cid Campeador, ¿por qué ha sido
así?
“El Cid es un
personaje infinitamente más versátil socialmente hablando, cuya simbología ha
interesado desde siempre a muchos más colectivos y durante mucho más tiempo.
Cuenta, además, con el formidable monumento literario que es El Cantar de Mío
Cid y su vida es incuestionablemente más azarosa, pendenciera y compleja que la
del prócer castellano. Fernán González dispone de una base documental inicial
más endeble y, además, ha sido conde de Castilla, entidad que ha tenido muy
mala suerte geopolítica, pues en el pasado fue fagocitada por España y ahora se
encuentra sepultada en la Comunidad Autónoma de Castilla y León”.
"Castilla, en el pasado, fue fagocitada por España y ahora se encuentra sepultada"
Cambiando un poco el tema, ¿qué le parecen las Jornadas Históricas del Alto
Tirón?
“Hoy es un
imperativo categórico llamar la atención sobre el patrimonio local y comarcal
si se quiere promover el turismo rural y creo que las Jornadas cumplen de
alguna manera esa función de avanzadilla. Por otro lado, tienen una dimensión
organizativa, interpersonal y científica que marca la talla de los ciudadanos
que las organizan. Habida cuenta de que no todos los pueblos son capaces de
promoverlas, estimo que dicen mucho a favor de sus responsables. Tal vez
necesiten dos cosas: la publicación de los contenidos de las Jornadas, en el
grado que sea, y el apoyo de la Diputación”.
¿Cómo ve el futuro de la Ciencias Históricas?
“Mal en términos
laborales y francamente bien en términos sociales. La Historia interesa hoy
infinitamente más fuera de las aulas que dentro de ellas”.
Por último, ¿en qué temas trabaja ahora?
“Dedico todo el
tiempo que puedo a reivindicar la Historia de Castilla, me interesa bastante la
trayectoria de Fernán González y trato de entender la Plena y la Baja Edad
Media en clave materialista”
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Nota de Javier Mtez.: Castilla,
entidad histórica incuestionable que en el pasado fue fagocitada por España (“España deshizo a Castilla y sigue deshaciéndola”,
Sánchez-Albornoz dixit) a la cual prestó su esqueleto, su columna vertebral, y
ahora se encuentra sepultada en la CCAA de Castilla y León, como si solo en esa
región residiera el alma de Castilla (y de León), como si solo ella fuese
Castilla, no es, en puridad, toda Castilla; ese es el doble drama, la tragedia
de esta Tierra. España, en cierta forma, nos ha devorado, se ha apropiado muy a
nuestro pesar de todo lo castellano transformándolo en lo español (a veces,
para desgracia también de los pueblos periféricos, como lo único español,
enemistándonos a todos ellos y abocándonos ahora a una inevitable reacción
defensiva). Transformando lo castellano en español (como si no lo fuese ya) y troceando
a Castilla en regioncillas de medio pelo
y de nombres imposibles, se acaba con Castilla, queda desdibujada, perdida,
sepultada, anulada, inexistente. ¿Cómo es posible que una entidad con una trayectoria
histórica tan descomunal, que llegó a ser todo un conglomerado intercontinental
no esté hoy reflejada siquiera en un mismo ente administrativo, siquiera
regional, que agrupe al menos a sus provincias nucleares? Recuperar Castilla, la
Castilla mínima, la que formaba el núcleo castellano, reflotarla, aflorarla de nuevo y
reunificarla rompiendo con ambos errores históricos, el que viene de arriba y el
que surge de dentro. En ello estamos.