Por Javier Martínez.
La manifestación independentista del pasado 11 de septiembre de Barcelona está trayendo cola. ¡Por fin se quitan las caretas! le comento a un hermano. ‘Hay que ser gilipollas para pasarse la vida insultando y menospreciando a tu mejor cliente y a quien ha de rescatarte del desastre económico’, me comenta él tras recordar el dato de que el 50% de su producción la venden en Restospaña. ‘Más gilipollas somos sus mejores clientes por seguir comprándoles a quienes nos desprecian y nos insultan, día sí y día también, desde ni se sabe’, coincidimos ambos.
¿Realmente la riqueza de Cataluña (o Madrid), es de Cataluña y Madrid?
¿Realmente la riqueza de Cataluña (o Madrid), es de Cataluña y Madrid?
Todos sabemos que cuando una empresa multinacional decide lanzarse a la conquista del mercado español, se instalará, en un 80% de los casos, o más, en Madrid o Barcelona. No buscan el mercado madrileño ni barcelonés, sino el español (47 millones). También las empresas españolas, en un alto porcentaje, cuando adquieren cierto tamaño buscan nuevo emplazamiento en esas ciudades por la necesidad de estar más cerca de los centros de decisión, del poder político y financiero, del que dependen. La propia administración, pese a que es de todos, cuando elige sedes para sus organismos, descarta automáticamente a Villaconejos del Monte.
Esas empresas venderán en toda España (en donde recaudarán el IVA que paga el consumidor final, sea castellano o asturiano, no lo olvidemos), y de donde extraerán sus propios beneficios. Empero, crearán puestos de trabajo (que pagarán IRPF) prácticamente solo en sus sedes centrales (Madrid y Barcelona), y abonarán el impuesto de sociedades que les corresponda (IS), solo en donde tengan su sede central (ídem) pese a que el beneficio provenía de toda España. Si lo determinante es el mercado global español, no parece justo que luego venga un mamarracho, por muy presidente de la Generalidad que sea, a decirnos que la riqueza de Barcelona (que se beneficia de ser parte destacada de la jerarquización urbana económica española) es suya, y que ellos ‘pagan’ más impuestos y que soportan un déficit fiscal inadmisible. Mamarracho que incluso tiene la jeta de financiar campañas para decirnos que España, Restospaña más bien, les roba. No parece justo por dos razones. Ni Cataluña ni Madrid pagan impuestos, solo los recaudan (A). ¿Desde cuándo las administraciones o territorios pagan impuestos a los ciudadanos? Quienes pagan son los consumidores (IVA e impuestos especiales) que pisan España (españoles y turistas), los particulares españoles (IRPF) y las empresas con CIF español (Impuesto de Sociedades sobre el beneficio), es decir, las empresas españolas (que lo son todas aunque sean filiales de extranjeras o su capital no sea español). Ni Madrid ni Barcelona ‘tendrían’ la riqueza ni el tamaño que tienen… sin el mercado total español en el que operan, ni la riqueza que recaudan es enteramente suya (B). Simplemente, es de todos, y ello porque el mercado era único, de todos. Si se separan, dejarán de recaudar aquí y comprenderán entonces que no era suya.
Cuando un ciudadano de Cuenca o Soria paga un coche nuevo, el teléfono o la electricidad, en cuya factura se incluye el IVA, no parece serio que se contabilice ese impuesto como madrileño o barcelonés solo porque la sede de la SEAT, la telefónica o la eléctrica de turno, este en esas ciudades. Bueno, que se contabilice sí, pero que se crean que lo han pagado ellos no, y que se les olvide el porqué están en esas ciudades empadronados fiscalmente los impuestos tampoco. Insisto, ni Cataluña ni Madrid ni ninguna otra región pagan impuestos, solo los recaudan, y como los recaudan en toda España, son de toda España. Es cierto que en ambas regiones hay más población, y de renta más alta que la media (precisamente porque se les ha elegido para estar en la cúspide jerárquica económica española), y que por tanto, si se comete el truco de territorializar al analizar la solidaridad entre españoles, el resultado aparente es que de ambas regiones sale mucho dinero. En Madrid (donde se recaudan 60.000 millones anuales y se invierten unos 11.000) lo tienen claro, por eso reparten, porque saben que en verdad, no era suyo, ellos simplemente se benefician contablemente del efecto capitalidad. Podría decirse que es Madrid quien se beneficia de la solidaridad/generosidad del resto por haberla elegido capital económica. En Barcelona, que es co-capital económica a efectos prácticos, en cambio, no lo tienen claro, o más bien no les interesa tener claro que ellos también chupan, que diríamos en la calle. Lo que no dicen los listillos catalibanes (no confundir con catalanes) es que buena parte de esos dineros que salen (el famoso déficit fiscal que alegan) eran de los demás (por ejemplo el IVA) y que buena parte de los que no lo eran, eran ‘de ellos’ gracias a que son parte del mercado español, parte del todo. Y es que las empresas que sí nacieron en esa díscola región, y que adquirieron cierto tamaño, difícilmente hubiesen alcanzado tal tamaño sin el mercado español. Nuevamente el tamaño del mercado, en economía, sí importa. El mejor ejemplo lo tenemos en el FC Barcelona, club que por facturación puede equipararse a una gran empresa. No existen grandes clubes en pequeñas ligas de futbol. Los señores de Qatar Foundation y las distintas televisiones, difícilmente van a soltarle al Barça la pasta que le sueltan (y con la que se pagan los sueldos de Messi y compañía) si la empresa FC Barcelona reduce su mercado televisivo al ámbito de una región. En el primer año de independencia, la grandeza del Barça desaparecería. El ejemplo es extrapolable a cualquier otra compañía de cualquier sector, con la salvedad de que así como el FC Barcelona no puede deslocalizarse por ser un club deportivo, no duden de que las empresas, todas con ánimo de lucro, sí lo harán. Por cierto, patético Rosell defendiendo la independencia a la vez que quieren seguir compitiendo en la liga española. No bonito, no, no te equivoques, ni somos señorita de moral distraída ni ponemos la cama; asume las consecuencias de tu decisión como hombretón maduro que se supone que eres.
Si España se rompe, de la misma forma que los españoles no pagamos impuestos en Francia ni los franceses aquí, los restospañoles que quedemos, no deberíamos pagar impuestos (IVA) al extranjero, es decir, a Barcelona, por compras realizadas aquí. Si no se rompe, pero se crea una Agencia Tributaria catalana, tampoco (en la práctica es una ruptura parcial más de España, un pasito más, fuente de agravios y trampas). Justo eso es lo que los catalanistos llevan intentando desde hace 130 años, que seamos colonia efectiva, que lo que nosotros pagamos, si lo recaudan ellos, sea considerado solo de ellos. La penúltima vez que lo intentaron fue con ocasión de la reforma del Estatut que el bobo de Zapatero les aceptó (que el IVA que paga un señor de Valladolid, Cuenca o Soria cuando compra un producto catalán, no vaya a su país, Castilla, sino al extranjero, a Cataluña, cosa que naturalmente no sucede si compra un buen champán francés o un vehículo fabricado en Alemania, ¡faltaría más!), y desean ahora intentar de nuevo pero bajo el eufemismo de pacto fiscal. Ya lo intentaron en todos sus anteriores Estatutos, como el del año 32, e incluso antes, y ya fue denunciado desde Castilla, por ejemplo en 1918 (recomiendo leer el Manifiesto de Castilla de 1918). Ahora vuelven a la carga. El pacto fiscal que ellos proponen (bajo la fórmula chantajista cuatrera de la bolsa o la vida, la pasta o la independencia) solo tiene en cuenta las manidas balanzas fiscales, pero casualmente no las balanzas comerciales ni las balanzas de ahorro-inversión, ni las balanzas de pensiones de la Seguridad Social, entre otras. De esas cuatro balanzas, en tres y media, siguiendo su despectivo vocabulario, su chulesca educación[1] y su nauseabundo razonamiento, nos roban ellos. Por eso no las incluyen. Podemos afirmar, parafraseándoles, que Cataluña roba a Restospaña, ¡y de qué manera! Y es que como era de prever, nadie crea asimetrías para quedarse igual o salir perdiendo.
"Justo eso es lo que los catalanistos llevan intentando desde hace 130 años, que seamos colonia efectiva, que lo que nosotros pagamos, si lo recaudan ellos, sea considerado solo de ellos"
Si España se rompe, de la misma forma que los españoles no pagamos impuestos en Francia ni los franceses aquí, los restospañoles que quedemos, no deberíamos pagar impuestos (IVA) al extranjero, es decir, a Barcelona, por compras realizadas aquí. Si no se rompe, pero se crea una Agencia Tributaria catalana, tampoco (en la práctica es una ruptura parcial más de España, un pasito más, fuente de agravios y trampas). Justo eso es lo que los catalanistos llevan intentando desde hace 130 años, que seamos colonia efectiva, que lo que nosotros pagamos, si lo recaudan ellos, sea considerado solo de ellos. La penúltima vez que lo intentaron fue con ocasión de la reforma del Estatut que el bobo de Zapatero les aceptó (que el IVA que paga un señor de Valladolid, Cuenca o Soria cuando compra un producto catalán, no vaya a su país, Castilla, sino al extranjero, a Cataluña, cosa que naturalmente no sucede si compra un buen champán francés o un vehículo fabricado en Alemania, ¡faltaría más!), y desean ahora intentar de nuevo pero bajo el eufemismo de pacto fiscal. Ya lo intentaron en todos sus anteriores Estatutos, como el del año 32, e incluso antes, y ya fue denunciado desde Castilla, por ejemplo en 1918 (recomiendo leer el Manifiesto de Castilla de 1918). Ahora vuelven a la carga. El pacto fiscal que ellos proponen (bajo la fórmula chantajista cuatrera de la bolsa o la vida, la pasta o la independencia) solo tiene en cuenta las manidas balanzas fiscales, pero casualmente no las balanzas comerciales ni las balanzas de ahorro-inversión, ni las balanzas de pensiones de la Seguridad Social, entre otras. De esas cuatro balanzas, en tres y media, siguiendo su despectivo vocabulario, su chulesca educación[1] y su nauseabundo razonamiento, nos roban ellos. Por eso no las incluyen. Podemos afirmar, parafraseándoles, que Cataluña roba a Restospaña, ¡y de qué manera! Y es que como era de prever, nadie crea asimetrías para quedarse igual o salir perdiendo.
"Justo eso es lo que los catalanistos llevan intentando desde hace 130 años, que seamos colonia efectiva, que lo que nosotros pagamos, si lo recaudan ellos, sea considerado solo de ellos"
"De esas cuatro balanzas, en tres y media, siguiendo su despectivo vocabulario, su chulesca educación y su nauseabundo razonamiento, nos roban ellos. Por eso no las incluyen. Podemos afirmar, parafraseándoles, que Cataluña roba a Restospaña, ¡y de qué manera!"
"De esas cuatro balanzas, en tres y media, siguiendo su despectivo vocabulario, su chulesca educación y su nauseabundo razonamiento, nos roban ellos. Por eso no las incluyen. Podemos afirmar, parafraseándoles, que Cataluña roba a Restospaña, ¡y de qué manera!"
No quieren la independencia, sino la independencia en lo que les conviene, la independencia asimétrica, los privilegios, la independencia a medida, y por supuesto, los demás a tragar sin rechistar… porque si no, nos amenazan con largarse y dejar de robarnos. Las asimetrías son justo lo que los demás no queremos ni debemos dar, salvo que seamos también gilipollas e indignos, como decíamos al principio, cosa que tampoco hemos de descartar vistas las tibiezas de Rajoy (y su maricomplejines PP), y la bajada federalista de pantalones de Rubalcaba (y el permanente gusto sociata a pasarles la mano por el lomo a todo aquél que se declare desleal y antiespañol, incluso a admitirles en sus filas). Como se ve los catalanistas no renuncian a su vieja máxima de lo mío es mío, y lo vuestro de todos, solo que la novedad ahora es que le añaden ‘y si no es así, ya no te ajunto’ que dirían los niños. ¡Pues no me ‘ajuntes’, payaso, tú pierdes más! Huelga decir que las balanzas comerciales y de ahorro-inversión, compensan sobradamente a la balanza fiscal (que de todas formas, como hemos visto, la calculan bajo criterios falaces, torticeros y tramposos pues se apropian de un IVA que no es suyo). Repito, el que pagó era un señor de Valladolid.
Y como el órdago que nos lanzan va de partir peras entre antiespañoles peris y restospañoles de interior, pasemos a analizar qué y cuánto pierden/perdemos, y qué ganamos, si es que alguien gana algo, que creo que sí. Dicen que la unión hace la fuerza, que unidos se crean sinergias antes inexistentes para beneficio mutuo, que con la unidad sobreviene la relevancia, etc., luego parece lógico pensar, que la desunión nos debilita a todos y que la ruptura, por tanto, perjudicará a todos. Cierto, pero de la misma forma que las bondades de la unión no nos trajo beneficios por igual, la ruptura no nos traerá perjuicios por igual. Y lo más sorprendente, es posible que incluso los castellanos salgamos ganando, cosa que voy a tratar de demostrar, porque se producirá un imparable proceso deslocalizador de empresas catalanas, de reequilibrio comercial e industrial que nos favorecerá (deslocalización empresarial hacia el interior preferentemente) y porque el Estado se liberará de la ya secular presión política pro periferia en inversiones y cientos de cosas más. Perder, solo perderíamos una cosa, un dolor crónico de cabeza.
"Es posible que incluso los castellanos salgamos ganando, porque se producirá un imparable proceso deslocalizador de empresas catalanas y porque el Estado se liberará de la ya secular presión política pro periferia"
Antes de continuar, dejar meridianamente claro que un servidor, abiertamente castellanista, no es partidario de romper España. No sería intelectualmente coherente defender la causa de la reunificación de Castilla y León (al menos sus 17 provincias nucleares), en una sola CCAA como algo intrínsecamente bueno, y negar las bondades a la unidad de Hispania siempre y cuando esta unidad sea igualitaria para todos los integrantes. No solo defiendo la unidad de España, sino la de toda Hispania, es decir, incluyendo al hispánico Portugal. Eso sí, siempre con un matiz, a favor de la unidad siempre que sea entre iguales, sin asimetrías ni privilegios de ningún tipo. Y al que no le guste, fuera… a disfrutar del viento frío, del invierno económico. Así, urge acabar con los conciertos vasco-navarros de una vez por todas, por ser fuente de injusticia, de agravios y de todo tipo de trampas y pillajes.
Y como el órdago que nos lanzan va de partir peras entre antiespañoles peris y restospañoles de interior, pasemos a analizar qué y cuánto pierden/perdemos, y qué ganamos, si es que alguien gana algo, que creo que sí. Dicen que la unión hace la fuerza, que unidos se crean sinergias antes inexistentes para beneficio mutuo, que con la unidad sobreviene la relevancia, etc., luego parece lógico pensar, que la desunión nos debilita a todos y que la ruptura, por tanto, perjudicará a todos. Cierto, pero de la misma forma que las bondades de la unión no nos trajo beneficios por igual, la ruptura no nos traerá perjuicios por igual. Y lo más sorprendente, es posible que incluso los castellanos salgamos ganando, cosa que voy a tratar de demostrar, porque se producirá un imparable proceso deslocalizador de empresas catalanas, de reequilibrio comercial e industrial que nos favorecerá (deslocalización empresarial hacia el interior preferentemente) y porque el Estado se liberará de la ya secular presión política pro periferia en inversiones y cientos de cosas más. Perder, solo perderíamos una cosa, un dolor crónico de cabeza.
"Es posible que incluso los castellanos salgamos ganando, porque se producirá un imparable proceso deslocalizador de empresas catalanas y porque el Estado se liberará de la ya secular presión política pro periferia"
Antes de continuar, dejar meridianamente claro que un servidor, abiertamente castellanista, no es partidario de romper España. No sería intelectualmente coherente defender la causa de la reunificación de Castilla y León (al menos sus 17 provincias nucleares), en una sola CCAA como algo intrínsecamente bueno, y negar las bondades a la unidad de Hispania siempre y cuando esta unidad sea igualitaria para todos los integrantes. No solo defiendo la unidad de España, sino la de toda Hispania, es decir, incluyendo al hispánico Portugal. Eso sí, siempre con un matiz, a favor de la unidad siempre que sea entre iguales, sin asimetrías ni privilegios de ningún tipo. Y al que no le guste, fuera… a disfrutar del viento frío, del invierno económico. Así, urge acabar con los conciertos vasco-navarros de una vez por todas, por ser fuente de injusticia, de agravios y de todo tipo de trampas y pillajes.
¿Le conviene a Cataluña la independencia?
La respuesta la da El Economista (23/09/2012): “Cataluña mantiene un espectacular superávit comercial con España. Según los últimos datos disponibles, en 2011 Cataluña vendió bienes al resto de España por valor de 49.389 millones de euros, mientras que compró por valor de 26.705 millones. Este saldo comercial favorable de más de 22.000 millones compensa con creces los 16.400 millones de déficit comercial que Cataluña mantiene con el resto del mundo. Es decir, el 53 por ciento de las ventas fueron al resto del mundo y el 47 por ciento al resto de España. Aunque esos porcentajes de exportaciones pueden dar alas a las fuerzas que defienden la secesión de Cataluña de España, lo cierto es que aunque se venda algo más al exterior, la balanza comercial de Cataluña con el resto del mundo sigue siendo muy negativa y sólo la contribución favorable que le aporta el mercado español hace de la economía catalana un ‘ejemplo de vocación exportadora’ […] De esta forma, la conclusión es que debido al fuerte desequilibrio estructural entre las importaciones y las exportaciones (ya que Cataluña carece de materias primas), la economía catalana sigue dependiendo de sus ventas al resto de España para equilibrar su balanza comercial. Si, además de las exportaciones de bienes, se incluyen los servicios, el peso del mercado español es aún superior a la hora de compensar el déficit de la balanza comercial catalana. En la serie histórica entre el año 2000 y 2010, Cataluña siempre ha mantenido una balanza comercial negativa con el exterior, mientras que una vez incluida las ventas al resto de España esa balanza comercial siempre ha sido positiva”.
Así pues, parece que somos un gran negocio para ellos, nos venden más de lo que les vendemos y servimos para compensarles su balanza comercial total. Y digo yo, a la vista de esos datos, ¿quién ha de temer más la secesión, ellos o nosotros? Pues si como parece, les conviene más a ellos, no sé qué coños hacemos soportándoles sus chulerías. Somos su primer socio comercial, su socio estratégico, y ni por esas. No solo eso, sino que si tenemos en cuenta que la secesión de España acarrea automáticamente la salida de la UE (y las consiguientes nuevas fronteras y nuevas barreras artificiales al comercio mediante la instauración de aranceles, la salida del euro y la intensificación de todo tipo de trabas administrativas) parece claro que Cataluña quedará hecha unos zorros sin Restospaña ni la UE, perderá sus ventas exteriores, perderá competitividad y atractivo empresarial, y las empresas radicadas allí buscarán nuevos aires. Se nos presenta una magnífica oportunidad, tras partir peras, de cazarlas sin escopeta siquiera, pues vendrán solitas, de reequilibrar industrial y comercialmente el país, ¿sabremos verlo en Castilla?
La independencia de Cataluña… ¿el negocio y la oportunidad de Castilla?
Mikel Buesa, catedrático de Economía Aplicada próximo a UPyD, nos recuerda en su artículo ‘Agua pasada…’ (Libertad Digital, 21/09/2012) las consecuencias materiales de la ruptura pacífica, no tan lejana (1993), de un país también europeo, Checoslovaquia. Voy a extrapolar el ejemplo centroeuropeo a Cataluña/Castilla, pues veo similitudes razonables, y a extraer conclusiones.
“Entre las dos repúblicas había fatiga mutua, desentendimiento y diferencias de desarrollo. Chequia tenía entonces un PIB por habitante que superaba en un 60 por ciento al de Eslovaquia. La región más rica no soportaba a la más pobre y viceversa. El desequilibrio fiscal era notorio. Y sin embargo ambas habían forjado una fuerte interrelación económica, de manera que su comercio bilateral resultaba ser, veinte veces más intenso que el que podían mantener con cualquier otro país en condiciones equivalentes de distancia geográfica y tamaño. Lo que los economistas denominamos efecto frontera se manifestaba con total nitidez: compartir las instituciones, tener un sólido conocimiento mutuo, hablar lenguas muy próximas entre sí, etcétera, son factores que favorecen el comercio, en tanto que las fronteras separan los mercados y dificultan los intercambios, haciéndolos más costosos. En 1993 los dos países se separaron. La escisión fue acordada sin mayores tensiones, aunque ello no significó una ruptura total. De hecho, tratando de preservar sus relaciones económicas tras la desintegración política, crearon una unión aduanera y también un mecanismo de liquidación de cuentas entre los dos Estados para ahorrarse los engorrosos costes de una relación caracterizada por su amistoso ostracismo. Fue una prevención casi completamente inútil, pues en pocos años los intercambios se redujeron drásticamente y en 2001 la intensidad de los mismos era sólo cuatro veces superior que la que se constataba con respecto a otros países del mundo. El efecto frontera se había reducido drásticamente, con lo que se volvía a demostrar que la aparición de una divisoria política constituye una poderosa barrera para el comercio”.
Hago un alto aquí para destacar que aunque esa ‘divisoria política’ es más fuerte cuando de fronteras entre países se trata, tampoco deben infravalorarse las fronteras administrativas absurdas entre las autonomías castellanas (que comparten espacio físico y económico), razón de peso para fusionar, al menos, todas las provincias nucleares castellanas (y leonesas que así lo quieran) en una sola CCAA. Las fronteras en la meseta deben desaparecer. Continuemos.
“La República Checa [léase aquí Cataluña], la más rica de las dos, fue la que más perdió con la secesión. Una parte de sus mercados se desvaneció en poco tiempo; y con ellos perdió impulso la producción y el empleo. Al comenzar la década de 2000 la población había disminuido, y el PIB por habitante, con relación al promedio de lo que ahora es la Unión Europea, se había reducido significativamente, hasta el 71 por ciento. En Eslovaquia [léase aquí Castilla, más pobre] la economía fue algo mejor, aunque sin que se registrara nada parecido a una aceleración del desarrollo. La población experimentó un pequeño repunte y el PIB per cápita ganó tres puntos porcentuales con respecto a la media europea, hasta alcanzar un nivel equivalente a la mitad de ésta. No parecía, por tanto, que la secesión hubiera sido un buen negocio para ninguno de los dos territorios, aunque las dificultades que afrontaron no fueron tan intensas como las que se desvelaron en las antiguas repúblicas soviéticas o en algunas de las viejas repúblicas yugoslavas. Tal vez por ello decidieran emprender una nueva aventura que acabaría en su reencuentro dentro de la Unión Europea. En 1995 Eslovaquia pidió su adhesión; un año más tarde lo hizo la República Checa. La apertura de negociaciones tardaría aún varios años y sólo se hizo efectiva cuando la Unión acordó englobar a ambos países en el paquete de diez que, de manera conjunta, se integraron a partir de 2004. La influencia del padrino alemán –deseoso de ampliar su pujanza hacia el este– y el optimismo europeo de la época fueron las claves de ese logro. Desde entonces, las dos naciones han progresado, más Eslovaquia [Castilla] que la República Checa [Cataluña], de manera que casi han llegado a converger entre sí en cuanto a renta por habitante. Así, ahora los eslovacos sólo son un ocho por ciento más pobres que los checos, cuando la distancia que les separaba en 1993 era cinco veces más grande. Todo esto es agua pasada. Una vieja historia nacionalista que tal vez no hubiese habido que evocar si no fuera porque ahora, en España, hay quienes se miran en el espejo checoslovaco. Se ven reflejados en él porque sus voces ancestrales así se lo susurran. Y tratan de ignorar las enormes diferencias que les separan de ese caso tan singular. Compárese, si no, a Cataluña con cualquiera de esas dos repúblicas. La región española forma parte, para empezar, de un país miembro de la Unión Europea. En ésta no hay nadie que muestre el menor deseo de apadrinarla. La intensidad de sus intercambios con el resto de España es más del doble de la antes apuntada para Checoslovaquia, con lo que su secesión tendrá efectos depresivos en la región mucho más profundos que los que se dieron en ese país”.
Derecho de admisión.
La pregunta que me hago como castellano, a la vez que como castellanista harto de insultos (‘los castellanos son opresores y los andaluces y extremeños vagos’ reza el mantra catalanista) ante la secesión en ciernes es: ¿el proceso de reequilibrio económico territorial que se dio en Checoslovaquia, de PIB, empleo y renta per cápita, de nivelación, sería entonces también aquí más rápido y profundo que en el caso checoslovaco? Porque de ser así, como me imagino, los catalanistas nos están haciendo un favor, están favoreciendo la deslocalización empresarial, de empleos y de renta a nuestro favor. Si ellos quieren suicidarse voluntariamente y eso nos beneficia, no seré yo quien se lo impida. Que se larguen y rapidito… incluso podríamos darles un empujoncito (irónico Boadella dixit) y expulsarles, a fin de cuentas, ¿solo ellos tienen ‘derecho a decidir’ si mantenemos la casa común, si viven con nosotros?, ¿el resto no tenemos nada que decir, no deberíamos también decidir si viven con nosotros? Igual nos sorprendemos y votan no a la autodeterminación mientras nosotros votamos sí a la expulsión alegando nuestro ‘derecho de admisión’ a la par de nuestro ‘derecho a decidir’. Un auto de terminación es lo que merecemos todos (en nuestro caso para bien). No hay que olvidar que al menos las multinacionales foráneas instaladas en Cataluña no lo hicieron pensando en el raquítico mercado catalán de solo 7 millones de consumidores, sino en el español de 47 (y en el europeo de unos 300 al que se tiene acceso directo por ello), y con una buena frontera que dure al menos tantos años como tiempo necesiten negociar entrar de nuevo en la UE (que se presupone largo pues han de ponerse a la cola, tras Turquía, ahí es nada, y otros, y no tienen padrino), y cuya adhesión ha de producirse por unanimidad de todos los europeos (ironías de la vida, quieren ser independientes y acabarán dependiendo de nuestro voto afirmativo), pues es harto probable que les interese a esas multinacionales la deslocalización hacia el mercado donde ya tenían el cliente, es decir, hacia Restospaña (donde está Castilla y otros muchos más territorios de segunda gracias al infumable mapa autonómico español que se diseñó en la Transición y a cuyo fin podríamos estar asistiendo).
Derecho de admisión.
La pregunta que me hago como castellano, a la vez que como castellanista harto de insultos (‘los castellanos son opresores y los andaluces y extremeños vagos’ reza el mantra catalanista) ante la secesión en ciernes es: ¿el proceso de reequilibrio económico territorial que se dio en Checoslovaquia, de PIB, empleo y renta per cápita, de nivelación, sería entonces también aquí más rápido y profundo que en el caso checoslovaco? Porque de ser así, como me imagino, los catalanistas nos están haciendo un favor, están favoreciendo la deslocalización empresarial, de empleos y de renta a nuestro favor. Si ellos quieren suicidarse voluntariamente y eso nos beneficia, no seré yo quien se lo impida. Que se larguen y rapidito… incluso podríamos darles un empujoncito (irónico Boadella dixit) y expulsarles, a fin de cuentas, ¿solo ellos tienen ‘derecho a decidir’ si mantenemos la casa común, si viven con nosotros?, ¿el resto no tenemos nada que decir, no deberíamos también decidir si viven con nosotros? Igual nos sorprendemos y votan no a la autodeterminación mientras nosotros votamos sí a la expulsión alegando nuestro ‘derecho de admisión’ a la par de nuestro ‘derecho a decidir’. Un auto de terminación es lo que merecemos todos (en nuestro caso para bien). No hay que olvidar que al menos las multinacionales foráneas instaladas en Cataluña no lo hicieron pensando en el raquítico mercado catalán de solo 7 millones de consumidores, sino en el español de 47 (y en el europeo de unos 300 al que se tiene acceso directo por ello), y con una buena frontera que dure al menos tantos años como tiempo necesiten negociar entrar de nuevo en la UE (que se presupone largo pues han de ponerse a la cola, tras Turquía, ahí es nada, y otros, y no tienen padrino), y cuya adhesión ha de producirse por unanimidad de todos los europeos (ironías de la vida, quieren ser independientes y acabarán dependiendo de nuestro voto afirmativo), pues es harto probable que les interese a esas multinacionales la deslocalización hacia el mercado donde ya tenían el cliente, es decir, hacia Restospaña (donde está Castilla y otros muchos más territorios de segunda gracias al infumable mapa autonómico español que se diseñó en la Transición y a cuyo fin podríamos estar asistiendo).
“Los impulsores de la separación entre la República Checa y Eslovaquia repudiaban el sistema socialista porque acababan de salir de él; pero son legión los secesionistas catalanes que aspiran a instaurar una república socialista que les alejaría definitivamente de Europa. Si don Francisco de Goya pudo escribir en uno de sus caprichos que ‘el sueño de la razón produce monstruos’, al observar todo esto podemos pensar, parafraseándole, que el sueño de la nación es un esperpento”
Como se ve, si la unidad española es un gran negocio para Cataluña, la previsible independencia de ésta (y de alguna otra región más), puede acabar siendo un gran negocio para el resto si se sabe gestionar bien la nueva situación. Es el momento de reequilibrar el país de una vez por todas, de acabar con el donut español (Tagus dixit). ¿Qué hará la Seat y Nissan si la mitad o más de su producción la vende aquí?, ¿preferirán perder el minúsculo mercado catalán o el español? Si de mí dependiera mudaba la fábrica ya. No en vano las grandes empresas y el mundo financiero ya le han dejado ver a Artur Mas su desacuerdo con la deriva emprendida. Otra cosa son las tiendas de barrio y el pequeño empresario local, que sin duda votará el proteccionismo que CiU le vende… con lo desastroso que eso es para el consumidor y la economía a medio plazo. Afortunadamente para los castellanos y demás restospañoles que quedemos, Artur Mas (CiU) es lo suficientemente idiota y fanático como para no dar marcha atrás. Y su heredero, Oriol Pujol, también.
Por de pronto se me ocurren otras cinco cosas que de forma inmediata nos beneficiarían si se largan. En primer lugar dejarán de poner palos en la construcción de la Travesía Central del Pirineo (TCP) y en el proyecto Corredor Central ferroviario de mercancías, cuya mutilación y freno se debió a presiones políticas catalanistas que el PSOE de Zapatero/Blanco aceptó, y que representará varios puntos de PIB anuales adicionales en todo el interior peninsular durante décadas, y su correspondiente traslado a empleos. En segundo lugar creo que deben ir pensando en comerse su basurita nuclear, pues se quedan sin ATC (la UE obliga a que cada estado miembro almacene y recupere sus residuos, no pueden exportarse ni importarse). En Cuenca os lo agradecemos, aún está fresco aquel 'nos alegramos de que el ATC vaya a Cuenca'. En tercer lugar, el barón Thyssen-Bornemisza ya dejó firmado con el Estado, que en caso de que Cataluña se independizase algún día de España, la colección de arte más importante en su género del mundo no se dividiría, la parte que se expone en Barcelona volvería a Madrid. No todo va a ser perder empresas, digo yo. En cuarto, la Academia Militar de Suboficiales de Talarn, que da de comer a una comarca leridana entera, a buen seguro que en Soria o Cuenca la recibiríamos con los brazos abiertos. Y en quinto lugar, y para terminar (esto daría para otro largo artículo), las ayudas agrarias de la PAC europea que España recibe, serían ahora repartidas solo entre agricultores y ganaderos restospañoles, tocando a más, y quitándose de encima a competidores del agro catalán sin las cuales no podrán subsistir. Señores de CiU y demás catalibanes, ánimo, dense prisa.
Hacia un nuevo equilibrio centro-periferia: una deuda histórica con Castilla que por fin puede saldarse.
Desde que aparecieron los problemas secesionistas en varios puntos de la periferia peninsular a finales del siglo XIX (hace unos 130 años) hasta ahora, toda la política del Estado, tanto de las dos dictaduras como de las dos repúblicas como de la democracia, ha ido dirigida a 'contra restarlos', a calmarles satisfaciéndoles (lo cual es un inmenso error puesto que les realimenta, les hace atractivo el hábito de chantajear, acrecentándolo), hasta el punto de volverse un Estado pro periferia, periferista, que gira en torno a la periferia. El interior, con la excepción de Madrid, no existe, ha sido premeditadamente puesto en situación de dependencia, cayó en el olvido precisamente porque no daba problemas.
Franco hizo, al menos, dos cosas rematadamente mal que nadie, ni a derecha ni a izquierda le reprocha (lo cual no nos extraña, pues al PPSOE Castilla y los castellanos le importamos una higa), y que por supuesto no lo van a hacer los beneficiados peris. Dos cosas que aún se mantienen.
La primera fue utilizar los fueros vascos, tal y como en la actualidad aún se hace, para la compra de voluntades, para pastelear a costa de un tercero. Les mantuvo los privilegios, a cambio de adhesiones y fidelidades políticas, a alaveses y navarros (las provincias ‘leales’ que le apoyaron en su golpe de Estado a la República), y los suprimió a vizcaínos y guipuzcoanos (las provincias ‘traidoras’). No hay razón histórica alguna que los justifiquen, ni entonces ni ahora, pues es conocido que históricamente fueros los hubo en todas partes y bastante mejores que los vasco-navarros (por ejemplo el de Cuenca, del que cuelgan toda una familia de fueros medievales). Privilegios que naturalmente alguien paga. Y dos. La derecha española de todas las épocas, Franco incluido, y esto es aún más vergonzoso, favoreció el asentamiento de toda la industria española en Vizcaya, Guipúzcoa y Barcelona para inundar de castellanos esas tierras y evitar así, presuntamente, que el separatismo rebrotara. Erró en el cálculo, la gente, con los años, se naturaliza, e incluso se vuelve conversa y agresiva con la fuerte 'necesidad' de demostrar su inquebrantable adhesión a la nueva fe, de ahí su radicalismo, para no ser rechazados, tachados de advenedizos o sospechosos. El burro Alfons López Tena, ex magistrado de origen valenciano-andaluz, es un buen ejemplar de ultracatalibán que públicamente ha renegado de sus orígenes y de los de su padre. Se calcula que más de tres millones de castellanohablantes, hicieron/hicimos las maletas hacia esas zonas. Y digo que es más vergonzoso y repugnante aún porque implica dos cosas premeditadamente planificadas: el abandono y hundimiento de Castilla y todo el interior (cuyos efectos de despoblación, envejecimiento, masculinización del mundo rural y descapitalización son bien visibles hoy), y la utilización del pueblo castellano como carnaza de choque para ‘solucionar’ los problemas de lealtad de los peris. Así, se atribuye a Leopoldo Calvo-Sotelo, ex presidente español, una espeluznante cita de 1984: ‘Hay que fomentar la emigración de gentes de habla castellana a Cataluña y Valencia para así asegurar el mantenimiento del sentimiento español que comporta’. Dejando a un lado la sutil insinuación de traición que dedica a las regiones citadas, y la estupidez de identificar sentimiento español con hablar castellano, deja claro el papel político asignado a los castellanos por el Estado: ser carne de emigración apta para procesos de dilución social. Cuanto más pobres seamos, más fácilmente emigraremos. Razón de Estado.
Pues bien, ahora que Artur Mas ha decidido abrir el melón constitucional y precipitar la secesión, y dado que el efecto contagio a Vasconia será inevitable, igual, de rebote y sin buscarlo, se corrige esta situación, se reequilibra económicamente el país. Todo ello sí son deudas históricas pendientes de cobro, ¿es el momento de cobrarlas? La entrega a perpetuidad, sin compensación alguna, que dos dictaduras, la de Primo de Rivera y la de Franco, hizo de las aguas y propiedad de canales y pantanos burgaleses (ríos Cadagua y Cerneja, canal Cerneja-Ordunte, etc.) al ayuntamiento de Bilbao, son otro ejemplo de saqueo a Castilla. Igual necesitamos de la secesión de los peris para empezar a corregir el agravio, visto que el Estado actual es incapaz de reconocer, compensar y restituir el daño hecho a Castilla entre otras zonas.
Resumiendo: hasta ahora, con la propuesta de pacto fiscal, CiU no exigía la secesión de Cataluña stricto sensu, sino alcanzar una suerte de independentismo asimétrico (Pascual Maragall dixit), un status quo privilegiado dentro de España tal que disfrutarían de todas las ventajas de ser españoles pero sin ninguno de sus inconvenientes, es decir, sin serlo plenamente. En otras palabras, los nacionalistas catalanes querían la independencia, pero siempre y cuando la nación española no exija a su vez lo mismo respecto a Cataluña (Pablo Molina dixit). Quieren, como primera opción, el privilegio, y en segundo término, la independencia, nunca la tercera vía, la igualdad. Y claro, así, no paran de subir los restospañoles que deseamos independizarnos de Cataluña, por la vía de su expulsión preferentemente (no de su, o de nuestra, autodeterminación. Ante la Historia no queda igual una ruptura mediante expulsión que mediante autodeterminación), y acabar con un Estado que no duda en bajarse los pantalones cuando está gobernado por un PPSOE sin mayoría absoluta, o incluso con ella. Visto que no consiguen el privilegio (ya veremos si solo momentáneamente), como si hicieron vascos y navarros, han pasado a la opción segunda. Y nosotros, visto que la tercera vía de la igualdad no la defiende nadie, pues se admiten cada día más asimetrías, hemos de pasar a la cuarta, al expulsionismo puro y duro, al derecho de admisión,… sobre todo ahora que sabemos que el previsible desastre económico catalán a medio plazo (pongamos un lustro), económicamente puede ser un fuerte revulsivo para el interior peninsular. Dónde las dan las toman, amigos peris. El propio Jordi Pujol así parece temerlo. En junio, cuenta El Confidencial del 25/09/2012, “Pujol telefoneó a su ‘colega de correrías’, Rodolfo Martín Villa, para preguntarle por unos datos sobre la economía castellana que necesitaba para unos escritos que estaba preparando. El político leonés no tenía las cifras en la cabeza, así que se comprometió con el ex president a buscarlos en su biblioteca y hacérselos llegar. El hecho cierto es que Martín Villa le envió una carta escrita a mano con la información solicitada y unas cuantas apreciaciones personales. Al final de la misiva incluyó una coda que, según ha relatado el propio ex ministro a sus allegados, venía a decir algo así como: ‘He leído tus declaraciones en la prensa últimamente. Con la autoridad y prestigio que tienes, no deberías decir ese tipo de cosas’ [se refiere a las declaraciones de apoyo de Pujol a la independencia]. Martín Villa cree que se está traicionando el espíritu de la Transición, que del ‘café para todos’ se está pasando al ‘café para unos pocos’. Como si hubiera escuchado los consejos del leonés, Pujol parece haber reculado (‘La independencia es casi imposible’, reconoció hace unos días). Otra cosa es que dicha rectificación haya llegado ya, demasiado tarde”.
Pues bien, ahora que Artur Mas ha decidido abrir el melón constitucional y precipitar la secesión, y dado que el efecto contagio a Vasconia será inevitable, igual, de rebote y sin buscarlo, se corrige esta situación, se reequilibra económicamente el país. Todo ello sí son deudas históricas pendientes de cobro, ¿es el momento de cobrarlas? La entrega a perpetuidad, sin compensación alguna, que dos dictaduras, la de Primo de Rivera y la de Franco, hizo de las aguas y propiedad de canales y pantanos burgaleses (ríos Cadagua y Cerneja, canal Cerneja-Ordunte, etc.) al ayuntamiento de Bilbao, son otro ejemplo de saqueo a Castilla. Igual necesitamos de la secesión de los peris para empezar a corregir el agravio, visto que el Estado actual es incapaz de reconocer, compensar y restituir el daño hecho a Castilla entre otras zonas.
Resumiendo: hasta ahora, con la propuesta de pacto fiscal, CiU no exigía la secesión de Cataluña stricto sensu, sino alcanzar una suerte de independentismo asimétrico (Pascual Maragall dixit), un status quo privilegiado dentro de España tal que disfrutarían de todas las ventajas de ser españoles pero sin ninguno de sus inconvenientes, es decir, sin serlo plenamente. En otras palabras, los nacionalistas catalanes querían la independencia, pero siempre y cuando la nación española no exija a su vez lo mismo respecto a Cataluña (Pablo Molina dixit). Quieren, como primera opción, el privilegio, y en segundo término, la independencia, nunca la tercera vía, la igualdad. Y claro, así, no paran de subir los restospañoles que deseamos independizarnos de Cataluña, por la vía de su expulsión preferentemente (no de su, o de nuestra, autodeterminación. Ante la Historia no queda igual una ruptura mediante expulsión que mediante autodeterminación), y acabar con un Estado que no duda en bajarse los pantalones cuando está gobernado por un PPSOE sin mayoría absoluta, o incluso con ella. Visto que no consiguen el privilegio (ya veremos si solo momentáneamente), como si hicieron vascos y navarros, han pasado a la opción segunda. Y nosotros, visto que la tercera vía de la igualdad no la defiende nadie, pues se admiten cada día más asimetrías, hemos de pasar a la cuarta, al expulsionismo puro y duro, al derecho de admisión,… sobre todo ahora que sabemos que el previsible desastre económico catalán a medio plazo (pongamos un lustro), económicamente puede ser un fuerte revulsivo para el interior peninsular. Dónde las dan las toman, amigos peris. El propio Jordi Pujol así parece temerlo. En junio, cuenta El Confidencial del 25/09/2012, “Pujol telefoneó a su ‘colega de correrías’, Rodolfo Martín Villa, para preguntarle por unos datos sobre la economía castellana que necesitaba para unos escritos que estaba preparando. El político leonés no tenía las cifras en la cabeza, así que se comprometió con el ex president a buscarlos en su biblioteca y hacérselos llegar. El hecho cierto es que Martín Villa le envió una carta escrita a mano con la información solicitada y unas cuantas apreciaciones personales. Al final de la misiva incluyó una coda que, según ha relatado el propio ex ministro a sus allegados, venía a decir algo así como: ‘He leído tus declaraciones en la prensa últimamente. Con la autoridad y prestigio que tienes, no deberías decir ese tipo de cosas’ [se refiere a las declaraciones de apoyo de Pujol a la independencia]. Martín Villa cree que se está traicionando el espíritu de la Transición, que del ‘café para todos’ se está pasando al ‘café para unos pocos’. Como si hubiera escuchado los consejos del leonés, Pujol parece haber reculado (‘La independencia es casi imposible’, reconoció hace unos días). Otra cosa es que dicha rectificación haya llegado ya, demasiado tarde”.
La pregunta es, ¿para qué diantres le interesa a Pujol la economía castellana, en qué estaba pensando?, ¿la independencia es casi imposible o simplemente no es conveniente?, ¿solo por el interés te quiero Andrés? Va a ser que no, la mecha está encendida.
"¡Let them go!(¡que se vayan!). O sí o no, no hay nada que negociar, pero aténganse a las consecuencias".
"Cataluña no debe autodeterminarse. Debe ser expulsada. El resultado es el mismo, pero ante la Historia no queda igual. Lo primero implicaría que eran una colonia que por fin se han liberado de sus opresores restospañoles. Lo segundo, que tenemos agallas"
"Pensar más en nuestro trozo de España, en Castilla, que en toda España, es algo que no sabemos hacer los castellanos. Hasta ahora"
[1] “Nosotros somos educados” llegó a espetar Artur Mas tras entrevistarse con Rajoy, con lo que implícitamente está señalando que el resto no lo es. Cuán diferente hubiese sonado un simple 'somos educados'.