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domingo, 1 de julio de 2012

La cuestión castellana. El ejemplo inglés (II)


Primer desfile, tras 425 años sin celebrarse, del Día de San Jorge (patrón de Inglaterra) en Londres, el 23 de abril de 2010. Soldados del ejército británico participan en el recuperado desfile, de fuerte contenido nacionalista inglés, sin problemas ni polémica alguna. Una imagen así, en Madrid o cualquier otra ciudad castellana, con soldados españoles desfilando y homenajeando un 12 de noviembre a San Millán, patrón de Castilla (y copatrón de España por ello), o un 23 de abril, día de las letras castellanas (y casualmente también inglesas), y para muchos, el Día Nacional de Castilla, es impensable... de momento.
Por Javier Martínez
Hoy se disputa la final de la Eurocopa entre España e Italia, lo que me sirve de excusa para rescatar, y comentar, un artículo sobre fútbol, agravios y nacionalismo inglés, firmado por Gonzalo Suárez (se publicó en La Razón en julio de 2006) y hacer un paralelismo con el caso castellano. Artículo que me ha hecho reflexionar, de nuevo, sobre las ‘similitudes’ que percibo entre Castilla e Inglaterra, entre España y Reino Unido, tanto pasadas como presentes, y no oculto que me ha animado a escribirlo el hecho de que uno de temática similar es, con diferencia, el artículo más leído de esta bitácora. De hecho, reconozco que me he visto identificado con lo aquí descrito por los ingleses. Creo que incluso el castellanismo puede tener en el nacionalismo inglés uno de sus referentes internacionales, dado el carácter particularista a la vez que integrador, no excluyente, no rupturista, sano, del mismo. El citado artículo se titulaba: “Los ingleses descubren el nacionalismo. La descentralización de Blair alimenta los agravios comparativos de Inglaterra con Escocia”.
Los ingleses se movilizan. Al exigir un Parlamento y Gobierno propio para los asuntos exclusivamente ingleses, tal y como ya disfrutan los demás británicos, exigen igualdad (y acabar con las asimetrías que permiten a los diputados escoceses y galeses votar contra los intereses ingleses), no privilegios. Dado que no exigen privilegios ni vuelta al centralismo, ni propugnan, a pesar de todo, ruptura alguna con el resto de británicos (siempre reservan un hueco simbólico, pero no mayoritario, a la Union Jack en sus manifestaciones), podríamos calificarlo como nacionalismo no excluyente, no rupturista, es decir, revitalizador, reformista, justicialista y sano (no piden para sí lo que no quieren para los demás). Los catalanistas (que practican el 'lo mío es mío y lo vuestro de todos' y últimamente el 'autonomía sí, pero solo para mí'), han tomado como referencia el nacionalismo escocés (ambos buscan, con la excusa de la independencia, el privilegio, más que la secesión, si bien pueden evolucionar hacia ésta, y convertir esa situación en una simple etapa intermedia que durará lo que dure la leche de la teta del Estado); los vasquistas, por el contrario, han tomado como referencia el nacionalismo norirlandés (los delitos de sangre hermanan mucho); y el castellanismo debería, a mi juicio, tomar el ejemplo inglés, por ser su situación a la que más se asemeja y porque resulta de un origen más noble. (Foto: West Bromwich St. George Day festival).
Empieza así: “Los ingleses llevan siglos sufriendo un problema de identidad. Cuando tienen que rellenar formularios burocráticos, muchos dudan a la hora de completar la casilla de ‘País de origen’, ‘¿Inglaterra?’, se preguntan, ‘¿quizás Gran Bretaña?, ¿o por qué no Reino Unido?’. Con al menos tres respuestas válidas no resulta extraño que los ingleses se sientan un poco perdidos, aunque suelan solventar el dilema con su característico pragmatismo: sea cual sea la nacionalidad ‘oficial’ que elijan, los ciudadanos de la ‘Pérfida Albión’ están acostumbrados a ser la fuerza dominante. O al menos era así hasta la llegada de Tony Blair al poder y su apuesta por los parlamentos regionales, que han provocado un fenómeno inédito: el surgimiento del nacionalismo inglés, que por primera vez siente un agravio comparativo respecto a sus compatriotas galeses y escoceses”.

"Fenómeno inédito: el surgimiento del nacionalismo inglés, que por primera vez siente un agravio comparativo respecto a sus compatriotas galeses y escoceses”

Para quien no lo sepa, lo correcto es decir Reino Unido de la Gran Bretaña, que está formado por Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda, esta última solo en parte, Irlanda del Norte, pues el centro-sur católico logró independizarse en 1921 pues era la única parte de Gran Bretaña que no se unió voluntariamente al resto sino mediante ocupación. Irlanda sería a Gran Bretaña, distancias y matices aparte, lo que Portugal a Hispania, un territorio con derecho ‘a entrar’, a formar parte de, pero separado. A fin de cuentas Hispania también se forma de varios reinos históricos (no confundir con la milonga de las autonomías 'históricas', terminología tan falsa como interesada, que desde la República a esta parte repite la casposa y analfabeta clase política española), a saber, de Oeste a Este, Portugal, León, Castilla, Navarra y Aragón.

Traduzco del inglés (BBC, 08/11/2004): "‘Nacionalismo en el Reino Unido’ . El nacionalismo, como doctrina que juega un papel importante en el pensamiento político en el Reino Unido, es relativamente reciente. Hubo, a lo largo del siglo XX, quien hizo reclamaciones en nombre de las naciones de Escocia, Gales e Irlanda. Pero, sólo en Irlanda, fue el argumento principal de la política.
La creación de un estado irlandés independiente en 1922, eliminó la idea de la corriente principal política del Reino Unido desde mediados del siglo. Pero desde la década de 1970, en adelante, el nacionalismo se convirtió en un importante, aunque minoritario, asunto de la política del Reino Unido. La creación de un Parlamento y Ejecutivo escocés, una Asamblea galesa, y el re-establecimiento de una asamblea descentralizada y gobierno en Irlanda del Norte en 1999 sitúa el Reino Unido en un camino alejado del modelo de Estado unitario, el cual mantenía, hasta entonces, dominado cada vez más a su gobierno. El impacto de la descentralización: Para muchos nacionalistas, la descentralización, donde el gobierno central "presta" el poder a Escocia, Gales e Irlanda del Norte no es más que un compromiso aceptable entre la demanda de la plena independencia nacional, y las limitaciones de las inmediatas circunstancias políticas. Para los creyentes en el Estado unitario, por el contrario, incluso el sistema actual es imperfecto, y potencialmente un paso más cerca, si no a la ruptura del Reino Unido, sí hacia un estado federal.
En este caso, las competencias de las distintas naciones deberían estar  consagradas constitucionalmente, la supremacía del Parlamento limitado por una Constitución escrita, y la relación entre las nuevas naciones, y el centro, regulada en parte por algún tipo de tribunal constitucional. Los desacuerdos sobre estas cuestiones han separado las antiguas divisiones entre liberales, socialistas y conservadores, proporcionando un ejemplo más de la relevancia decreciente de estas ideologías, y del socialismo y el conservadurismo en particular. Algunos socialistas ven una mayor distribución del poder dentro del Reino Unido, dando más poder al pueblo y una mayor posibilidad de llevar a cabo políticas nuevas y radicales. Otros lo ven como una amenaza para la capacidad del gobierno de actuar en nombre del pueblo para hacer frente a los intereses creados y redistribuir  oportunidades. Del mismo modo, entre los conservadores, muchos desconfían de lo que ven como una ruptura con una tradición constitucional ininterrumpida hasta la fecha, mientras que otros valoran la mejora de las identidades locales o regionales, y lo ven como un control potencial sobre el gobierno central. El impacto de la adhesión a la UE: La causa nacionalista en el Reino Unido ha sido reforzada por el ingreso del Reino Unido en la Unión Europea, con el cambio de un interés exclusivo por el Estado-nación soberano. Si el poder puede ser compartido hacia arriba, puede ser compartido hacia afuera y hacia abajo también, mientras las naciones del Reino Unido obtienen el sustento de formar sus propios vínculos entre sí y con el resto de Europa, en lugar de canalizar todas sus transacciones a través de Londres
. Una consecuencia del auge de los nacionalismos dentro del Reino Unido ha sido una tentativa de articulación del nacionalismo inglés. En tanto que Inglaterra y Gran Bretaña podrían ser consideradas más o menos sinónimos, no hubo necesidad de describir una identidad distintiva inglesa. Con la creciente conciencia de que Inglaterra es parte del Reino Unido, no la totalidad de la misma, la identidad inglesa está siendo lentamente descubierta”
(Rodney Barker, profesor en el Departamento de Gobernación de la London School of Economics & Political Science, escribe para la BBC Parlamento). ¿No les recuerda todo ello a la situación de Castilla en España? Por cierto, los ingleses no le hacen ascos a la estética medieval cuando de resaltar el orgullo patrio se trata. En Castilla tampoco debiéramos.
Los castellanos de antaño como los de hogaño, siempre hemos tenido claras las diferencias entre ser español y castellano, si bien no pocos políticos, gobernantes y pseudo-intelectuales de todas las épocas y tendencias, del interior y de la periferia, han jugado interesadamente a enredar, a mezclar, cuando no a equiparar, lo castellano con lo español, para desgracia de todos, españoles en general, y castellanos en particular. Y digo desgracia, porque es evidente que hoy, eso es utilizado para ir matando poco a poco a ambas, a Castilla (que queda desdibujada, diluida, estigmatizada, culpabilizada de todos los males comunes, y arruinada),  y a España (que queda herida, malavenida, tensionada internamente, y rechazada porque ‘eso supone ser castellanos’, que por lo visto es lo peor que se puede ser en este mundo).

Identificar Castilla con España hasta la náusea es el ‘argumento’ que sirve de justificación de la ruptura a ciertas regiones (‘España es solo Castilla, luego nosotros no somos España’ es el mantra que los peris separatistas tan falsa como alegre e interesadamente extienden… y todo ello pese a que fue en el Conventus Jurídicus de Tarraco, primera capital de Hispania, y cuando a Castilla le faltaban siglos para nacer, donde se fraguó la idea de Hispania como un todo). Vamos, que la culpa de que ellos sean unos traidores y  quieran pirarse, es nuestra… y si no lo han hecho ya, pues también es nuestra la culpa, pues ‘se debe a que no les dejamos, porque les oprimimos’. Y digo yo, ¿por qué no nos dejan en paz y hacen lo que tengan que hacer? Demostrar a quién favorece más el Estado común (y quienes serían los más perjudicados por ello en el hipotético caso de su ruptura), también es objeto de esta bitácora. Tratar de revertir esa situación pro-periferia, y oponerse a todo intento de consolidación de las asimetrías propuestas por los peris forman, junto con la deseable reunificación de Castilla, las tres patas de este proyecto literario personal.

Poniendo Inglaterra primero. Campaña pro Parlamento inglés.
Tampoco el lado españolista se queda atrás en la carrera por manipular lo castellano. En su enfermiza carrera por uniformarlo todo como español (como si no lo fuese ya de antemano), la primera víctima siempre es lo castellano. Ayer descubrí que el famoso nudo castellano de las alfombras medievales está siendo renombrado como nudo español. Esa misma suerte corrió la capa castellana, la lengua castellana, el imperio castellano, y un largo etc., da igual el ámbito, que son redefinidos de forma sistemática como capa española, lengua española, imperio español,… Digo yo que si nuestra forma de ser españoles es la castellana, aquella no debe exigir sacrificar a ésta, ni a ninguna otra. No es aceptable que lo castellano sea borrado y suplantado como lo español, y no lo es ni para los castellanos ni para los peris.
Traduzco del inglés (BBC, 10/01/2000). Los textos que no están en cursiva son comentarios míos. “Los ingleses 'víctimas de la discriminación'.  El nacionalismo inglés parece estar en auge. El ex ministro del Interior conservador, Michael Howard, ha afirmado que los ingleses se están convirtiendo en víctimas de la discriminación a raíz de cómo el gobierno ha puesto en marcha la descentralización. Howard, quien advirtió de una ‘reacción’ a menos que la situación se corrija, hizo estas declaraciones después de que el ministro del Interior, Jack Straw, dijera de los ingleses que tienen una ‘propensión a la violencia’. La afirmación del Sr. Straw de que los ingleses habían utilizado la violencia para ‘someter’ a sus vecinos viene en un documental de la BBC que se emitirá esta noche”. Los ingleses son acusados una vez de someter, de oprimir a sus vecinos, y se les hinchan los cojones. A los castellanos nos lo dicen todos los días, y como si tal cosa, incluso no faltan peleles que asienten. “Howard añadió que los comentarios expuestos, ‘el sesgo anti-inglés’ están en el seno del gobierno”. También aquí, en el gobierno de España, hemos tenido ministros descaradamente pro periferia y castellanófobos a pares, sobre todo en temas lingüísticos, así como un buen puñado de cobardes, tanto en el PP como en el PSOE, que rehúyen estos temas. “Los comentarios de Straw, dijo, son históricamente inexactos y políticamente ‘muy reveladores’. La descentralización ha creado una ‘situación intolerable’, donde los parlamentarios escoceses podían votar sobre asuntos que afectan a los ingleses (hospitales, escuelas y carreteras), mientras que sus homólogos ingleses no pueden votar sobre asuntos transferidos, dijo el Sr. Howard”. Esto es, justamente, lo que proponen para España desde CiU: eliminar total o parcialmente la autonomía de las regiones restospañolas, es decir, crear por la vía de la limitación al resto, además de por la de consecución de transferencias exclusivas solo para ellos, las asimetrías, y mandar sobre lo propio y sobre lo del vecino. Ya lo propusieron en el Estatuto del 32 (incluso bastante antes, como fue denunciado desde Castilla en 1918, en el famoso manifiesto El Mensaje de Castilla), y en la reforma del actual Estatuto que ZP les concedió, si bien fue, posterior y parcialmente, tumbado por el Tribunal Constitucional. Ojo, solo parcialmente, luego tienen competencias sobre las que nosotros no podemos votar mientras que al revés ellos si pueden. "Los ingleses son objeto de discriminación como resultado de la forma en que la descentralización se llevó a cabo", añadió Howard”. Ya me gustaría a mí que alguien hablase igual de claro aquí. "Creo que existe el peligro de una ‘reacción violenta’, añadió, asegurando que aumentará a menos que el gobierno traiga nuevas políticas. ‘Bajo el garrote’: Hablando en el documental de la BBC Radio 4, acerca de los británicos, Straw afirmará que los ingleses usaron su propensión a la violencia ‘en Europa y con nuestro imperio’. ‘Creo que lo que usted tiene en el Reino Unido son tres pequeñas naciones que han estado durante siglos bajo el garrote de los ingleses’, dice en el programa. ’Las naciones pequeñas, inevitablemente, han buscado la expresión de una idea muy explícita de la nacionalidad’. En el mismo programa, el líder conservador, William Hague, señaló un incremento del nacionalismo inglés post descentralización”. La raíz pues del auge del nacionalismo inglés no está en el deseo de centralismo, como a primera vista podría pensarse, sino en las asimetrías injustas y en las manipulaciones históricas vejatorias. Justo al igual que en Castilla, y demás regiones que forman Restospaña, solo que aquí, hasta la fecha, nos habíamos refugiado en el españolismo por aquello de que este ‘garantiza’, teóricamente al menos, igualdad, cosa que está cambiando, pues se está comprobando que ya no es así. El PPSOE nos malvende, solo defienden sus propios intereses personales. Esta es, a mi juicio, la principal causa para abrazar el castellanismo. El Gobierno de España solo planifica en función de los peris (sobre todo en períodos de mayorías relativas), y lo hace de forma injusta porque estos lo piden. “Y advirtió: "Una vez que una parte de un país unido, o reino, se convierte mayoritariamente en tamaño en nacionalista, entonces, realmente, todo el asunto está bajo amenaza." En España, al menos dos regiones, ya están en esa situación, debiendo el resto actuar en consecuencia, tanto si estamos de acuerdo con esa situación como si no.
Parece fue un emperador, Carlos I, conocido por entrar en Castilla como elefante en una cacharrería en 1520 (lo que le valió una colosal revuelta del común castellano), el primer iluminado que alegremente confundió, ante el Papa (y sus vasallos dieron por válido desde entonces), lengua castellana con lengua ‘española’. Y es que el flamenco sabía de los reinos hispanos lo mismo que un servidor de astrofísica. Pero mira, la metedura de pata hizo fortuna y todavía hoy surgen listos que te explican que no es lo mismo, que el castellano ya no existe. Se ve que hay que sacrificarlo por ‘el español’.  Emulando a Vargas-Llosa y su famoso ¿cuándo se jodió el Perú?, yo me pregunto, ¿cuándo se jodió España? A mi juicio cabe atribuir a Carlos I (por mucho que nos diera después un imperio), la primera gran cagada de nuestra historia (para que luego le carguen 'el honor' a los Borbones), y fuimos los castellanos los únicos en sufrirlas (subida de impuestos hasta la extenuación y adiós a los fueros). Nos tocó la primera ración y empacho de ‘centralismo’.

Parece que como a los ingleses, a los castellanos también nos han hecho padecer (unos y otros) un grave ‘problema de identidad’, problema que es tan artificial como interesado. Viene bien compararse con un ejemplo exterior porque reduce subjetividades, más aún en estos tiempos de fútbol, nacionalismo y sentimientos cruzados. Lo inglés y lo británico también se confunden con demasiada frecuencia, si bien los ingleses empiezan a abrazar un movimiento para que deje de ocurrir como observa el citado artículo.

¿También aquí está despertando un nacionalismo castellano que por primera vez siente un agravio comparativo con respecto a los periféricos tal y como ocurre a los ingleses respecto de los escoceses?

Las veladas amenazas de 'independencia' de los peris acaban en privilegios, en asimetrías. Aquí y allí. Los ingleses, vieja y orgullosa nación, no están dispuestos a tolerarlas. En Castilla (y demás zonas de Restospaña) tampoco debiéramos. Señora España: juntos e iguales,... o separados y tan amigos, oiga, que no hay porqué montar un número por un divorcio. Los privilegios fiscales que consagra la Constitución del 78, y las asimetrias y bilateralidades (origen de todo tipo de agravios) que vienen, no son aceptables para los castellanos. Así pues, doña España, usted verá si las aprueba.
“Como en tantas ocasiones, el fútbol ha ejercido de coagulante social de un fenómeno que llevaba varios años de fermentación. En los prolegómenos del reciente Mundial de Alemania, millones de conductores ingleses decidieron apoyar a su selección colgando de sus retrovisores la bandera nacional de San Jorge. El fenómeno se disparó cuando diversos políticos escoceses, cuyo equipo no se había clasificado para la fase final, se negaron a apoyar públicamente a sus compatriotas ingleses. De la noche a la mañana, las calles de Inglaterra se llenaron de banderolas blancas con la cruz roja, hasta hace unos años un símbolo propio de la ultraderecha más extrema”.
“Por primera vez en décadas, resultaba socialmente aceptable presumir de la nacionalidad inglesa, como desde tiempo inmemorial han hecho los escoceses, los galeses o los irlandeses. El fútbol se convirtió en la válvula de escape para el malestar de muchos ingleses ante el proceso de descentralización emprendido por Blair en la última década. Según este plan, Escocia y Gales disfrutan de un Parlamento con competencias sobre temas como el sistema educativo o la red sanitaria. Mientras tanto, los ingleses siguen dependiendo de la Cámara de los Comunes para gestionar estos asuntos, lo que ha provocado que los escoceses y galeses disfruten de un mayor grado de autonomía que sus vecinos del sur. De ahí que el lema «Votos Ingleses Para Temas Ingleses» cada vez cuente con más apoyos, entre ellos el de la oposición conservadora”

“Por primera vez en décadas, resultaba socialmente aceptable presumir de la nacionalidad inglesa. ¿Ocurrirá lo mismo con la castellana? Apuesto a que sí"

En España llevamos décadas viendo cómo en el Parlamento español, gracias a que hay autonomías de primera y de segunda, los peris votan en cuestiones que solo a nosotros nos afectan (por cuanto ellos las tienen transferidas) mientras nosotros no podemos hacer lo propio en las suyas. Somos una colonia política. También económica, pues no olvidemos que la Constitución ampara privilegios y asimetrías fiscales (y por tanto empresariales) en Vasconia y Navarra. Ellos votan y deciden sobre nuestros impuestos y servicios, nosotros no podemos votar los suyos. Eso es España hoy, y el problema va a más, pues la presión para que cada vez seamos un país más asimétrico, plagado de bilateralidades no cesa. Incluso con descaro fulanos como Durán Lleida y Oriol Pujol proponen  que se eliminen o limiten todas las autonomías, menos la suya, claro está, ‘porque ellos son autonomías históricas y el resto artificiales’.  Vamos, que nos consideran gente sin pasado ni orgullo. Proponen abiertamente pasar al café para tres y punto. Aquí no tenemos ligas de fútbol distintas que permitan selecciones deportivas nacionales, que llegado el caso, haga aflorar, en Castilla, como en Inglaterra, hasta qué punto hay descontento. Pero el descontento, el hastío hacia nuestros connacionales periféricos, existe y crece, si bien ese movimiento está poco articulado.

Gordon Brown, primer ministro británico, laborista escocés: "'Yo reconozco el derecho soberano de los escoceses y me comprometo a que en el pórtico de mis acciones y deliberaciones sus intereses serán prioritarios'. El trabajo duro para Inglaterra, añaden los ingleses". ¿No les recuerda a ciertas declaraciones de ministros catalanistas confesos como Montilla y Chacón? Frases como esa han encendido los ánimos de los ingleses. En otra ocasión, afirmó "the Nations and Regions of Britain" (lo que significa que para él las naciones son Escocia, Gales e Irlanda del Norte, mientras Inglaterra es solo una colección de regiones), lo que indignó de nuevo a los ingleses. ¿No les suena la música? Otro laborista, John Prescott afirmó: "There is no such nationality as English" (No hay tal nacionalidad inglesa)
“Los partidarios de esta campaña cuentan con un argumento de peso: según la actual normativa, los diputados de circunscripciones escocesas pueden votar leyes que jamás afectarán a los ciudadanos que representan. De hecho, algunas polémicas medidas gubernamentales sólo han podido aprobarse gracias a este agujero constitucional. Un caso claro fue el aumento de las tasas universitarias de 2004: si sólo los diputados ingleses hubieran votado, la moción habría resultado derrotada, pero el apoyo de decenas de laboristas escoceses permitió su tramitación. Para hurgar aún más en la herida, el Parlamento de Edimburgo había dictaminado meses antes que la educación universitaria debía seguir siendo completamente gratuita, por lo que los jóvenes ingleses pagan tasas y los escoceses no”
Dave Cameron, del partido conservador británico: 'no al parlamento inglés'. En otra ocasión afirmó: "I'll take on the sour Little Englanders, I'll fight them all the way" (aproximadamente, pues es más difícil de traducir, voy  a dar amargor a los pocos 'inglesistas', lucharé hasta el final). Otro conservador, William Hague: "El nacionalismo inglés es la más peligrosa de todas las formas de nacionalismo". Por su parte, el liberal demócrata, Charlie Kennedy, afirmó en cierta ocasión: "La ruptura de Inglaterra en regiones de la UE es buena porque se está poniendo en cuestión la idea de la propia Inglaterra". Aquí, en Castilla, no hace falta romperla, ya lo está. La idea de la propia Castilla ya está hecha añicos. Ese miserable trabajo disgregador ya se hizo durante la Transición, y el deshonor de tamaña traición correspondió, a partes iguales, tanto a la derecha (UCD, AP) como a la izquierda (PSOE, PCE). El castellanismo reunificador lo tiene más difícil que el inglesismo, ya que nosotros partimos de los escombros.
Situaciones como las descritas en ese párrafo, en España, todos los días desde que se inició la Transición. Hasta ahora, los castellanos, ante tamaña injusticia, que bien puede ser calificada de sometimiento político y económico a los peris con la aquiescencia del Estado, se han refugiado mayoritariamente en el españolismo, que a fin de cuentas garantiza, al menos teóricamente, igualdad a todos los españoles. El separatismo buscaprivilegios genera españolismo por toneladas. Ahora bien, se advierte desde hace tiempo como los teóricos ‘defensores’ del españolismo (PP), de la igualdad teórica, en la práctica, hace tiempo que van cediendo poco a poco, tragando, aceptando la situación. El PSOE e IU (y sus respectivos brazos sindicales, los chupagrifos UGT y CCOO), por el contrario, hace décadas que la aceptó. De hecho, incluso tienen una bandera de Restospaña, la tricolor republicana, pues solo en lo que resta de quitar Galicia, Vasconia y Cataluña, la ondean. Así las cosas, no nos dejan otra opción que el camino del castellanismo (ya sea en su variante de derechas o de izquierdas, autonomista o independentista, lo que resulta irrelevante aquí y ahora). Eso o tragar. Y mucho me temo que a los demás pueblos restospañoles les está sucediendo lo mismo. De ahí que el lema ‘votos castellanos para temas castellanos’ deba, aquí como en Inglaterra, generalizarse. Y cuando digo temas castellanos, digo ríos, trasvases e IVA, corredor central ferroviario y travesía central del Pirineo (TCP), autovías no radiales, etc., etc.
"'Inglaterra aprende a ondear su propia bandera'. El auge del nacionalismo inglés ha confundido tanto a Johnson como a Cameron (pie de foto). 'Inglaterra, el perro que aparentemente no se agitó mientras los escoceses, galeses e irlandeses del Norte han ganado autogobierno, está ladrando en voz alta'" le espeta el digital The Scotsman a los ingleses el 24/01/2012. "Este es el principal hallazgo de un importante informe del instituto de Investigación de Políticas Públicas (IPPR)", aseguran.

El mastín castellano, noble y tranquilo, por el momento, no muerde, pero no lo descarten. A fin de cuentas, si ha de enfrentarse a los lobos que atacan al ganado, o a esos otros lobos peris que le llaman despectivamente perro, maketo o charnego, no duda en hacerlo. (Nota: el mastín castellano o merinero, el utilizado por los pastores trashumantes castellanos de la Mesta de forma generalizada hasta el siglo XIX, ha sido renombrado últimamente como mastín español, ¡cómo no!, o con el nombre de las diferentes regiones, mastín leonés, mastín extremeño y mastín manchego. No es el caso del mastín del Pirineo, al parecer, distinto).
“Para los conservadores, la solución es sencilla: en los asuntos que competan exclusivamente a Inglaterra, sólo los diputados ingleses deben estar autorizados a votar. Así se evitaría que los escoceses y galeses impongan a los demás leyes que ellos no quieren en su propia casa. Los laboristas responden que esta medida atentaría contra los pilares constitucionales de Reino Unido, puesto que crearía diputados de primera y de segunda división. Pese a estos argumentos legalistas, la disputa se reduce a un puro cálculo electoral: Escocia y Gales son feudos tradicionales del partido de Blair, así que cualquier rebaja de su estatus político beneficiaría a los conservadores”

Las asimetrías conllevan problemas. Tal y como están pensando, los socialistas aquí actúan exactamente igual que los laboristas allí, puro interés partidista por delante del interés del país. La sumisión de Inglaterra/Castilla (y las demás regiones que forman Restospaña) sí, pero buscar una solución justa, simétrica, rechazando los cupos-conciertos vasco-navarros y demás asimetrías (Maragall dixit) que vienen no. Y es que también aquí los socialistas tienen un problema, auténtico complejo, con la bandera española, además de un problema electoral (pues Castilla, como Inglaterra, es conservadora), y sus feudos electorales más relevantes se localizan en la periferia (Andalucía y Cataluña, principalmente).
Recreación histórica castellanista en Burgos. ¿Algo está cambiando? Por el momento son actos más folclóricos y culturales que políticos, pero la cosa puede cambiar.
“Estrategia de desgaste. Para complicar aún más las cosas, el probable sucesor del premier, el ministro Gordon Brown, es un celta de pura cepa. Al alimentar el nacionalismo inglés, los conservadores intentan desgastarle electoralmente, especialmente en el adinerado sur del país. De hecho, hace unas semanas un destacado diputado «tory», Alan Duncan, aseguró que sería «casi inconcebible» que un escocés lidere el Gobierno tras la reforma autonómica. Aunque sus palabras no contaron con el apoyo de la cúpula de su partido, la estrategia busca desgastar simultáneamente a su otro gran rival electoral, el partido liberal-demócrata, cuyo líder Menzies Campbell también nació en tierras célticas”.
Ya me gustaría a mí que aquí, el PP, o quién sea, ‘alimentase el nacionalismo castellano’, en vez del españolismo, como respuesta a los bandazos pro-periferia del PSOE. La razón de porqué no lo hace es bien sencilla: el PP también se apunta al compadreo con los peris cuando se tercia. Es por ello que mejor hablemos de PPSOE.

Las recreaciones históricas en San Mateo, a los pies de la catedral de Cuenca, son recientes.
Traslado del pendón de Alfonso VIII de Castilla, durante las fiestas de San Mateo de Cuenca, desde la Catedral al Ayuntamiento, y viceversa, el 20 y 21 de cada septiembre respectivamente, que recuerda la conquista castellana de la ciudad. Un acontecimiento, junto con la ofrenda floral en la estatua del rey castellano, que bien podría convertirse en un acto de afirmación política castellanista todos los meses de septiembre.
“Tras semanas de debate, el Gobierno se ha convertido en el más ferviente defensor de la vigencia de Reino Unido, que acomoda bajo una misma bandera a Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte. En su opinión, cambiar la actual normativa crearía aún más problemas, como la posibilidad de que los laboristas obtengan la victoria electoral en toda la nación, pero que los «tories» acaparen la mayoría de diputados ingleses. Según ellos, esta crisis constitucional sin precedentes crearía un Gobierno bicéfalo que, a la larga, acabaría con la descomposición de Reino Unido en cuatro países distintos. Si estos temores se hicieran realidad, se trataría de una monumental jugarreta del destino para los conservadores, únicos defensores durante décadas de la centralización de poder en Londres bajo la «Union Jack» frente a las ansias autonomistas del laborismo".

En resumen, ¿les suena la música? Las asimetrías devienen en agravios y desigualdades, en injusticias y cabreos, y más pronto que tarde en descomposición política. El fútbol no es sino un buen termómetro social para medir lo que sucede. Preparémonos para ese nuevo escenario, pues esto no hay quien lo pare, empecemos por reunificar las CCAA nucleares castellanas (Castilla la Vieja y Castilla la Nueva), y leonesas (si así lo creen conveniente sus ciudadanos), en una única autonomía, como primer paso, y si la descomposición del Estado va a más, incluso sería conveniente restaurar el viejo Reino de Castilla completo, hasta Tenerife.

P.D.: España 4, Italia 0. Olé.

sábado, 22 de octubre de 2011

Castilla e Inglaterra, en la encrucijada política (I)

Por Javier Martínez.

En abril y julio de 2006 se publicaron sendos artículos, en El País y La Razón, sobre un tema común, cuyos autores, John Carlin y Gonzalo Suárez, firmaron respectivamente, con los títulos de '¿Nacionalismo? Los ingleses también. El creciente papel de los escoceses desata irritación y un patriotismo nuevo en Inglaterra' y ‘Los ingleses descubren el nacionalismo. La descentralización de Blair alimenta los agravios comparativos de Inglaterra con Escocia’. 

Ambos dan cuenta de un fenómeno político nuevo en las islas del que no resisto la tentación de extrapolarlo, al ver similitudes, al caso castellano. Castilla e Inglaterra, creadoras ambas de las dos culturas occidentales más potentes, presentan una trayectoria histórica semejante en múltiples aspectos, y salvo matices, un presente político similar. 

Comentemos hoy el primero de ellos. “No está más allá de los límites de lo posible imaginar que algún día los ingleses decidan boicotear el whisky escocés y optar por el de Irlanda, Kentucky o incluso el español. No es inconcebible que llegue el momento en el que las amas de casas inglesas recorran los supermercados con listas extraídas de Internet que identifiquen productos prohibidos ‘made in Scotland’” empieza escribiendo John Carlin. ¿Les recuerda a algo eso del boicot como método social de repulsa a un ataque político previo? 

Continuemos: “Gordon Brown, el ministro de Finanzas británico y presunto heredero de Tony Blair como primer ministro, hizo un discurso hace poco en el que destacó la necesidad de definir con más claridad y orgullo el concepto de la britanidad (britishness). Habría que imitar más a los americanos, celebrar un día patrio ‘equivalente al 4 de julio’ (día en el que los americanos festejan el fin de la colonia británica, pero Brown no parece haber detectado la ironía) y ‘plantar la bandera en todos nuestros jardines’. El problema, como señaló el líder conservador David Cameron, es que para los británicos, la gente con el sentido del ridículo más elaborado de la Tierra, ‘eso sencillamente no se hace’. Plantar la bandera británica en el jardín es, en cuanto al carácter nacional, lo más anti británico que hay. Por eso a nadie se le escapó que el motivo real por el que Brown decidió envolverse en la bandera británica fue para cubrir el hecho de que es, de pies a cabeza, escocés. Dado que la diferencia entre el acento londinense y el de Glasgow, la ciudad natal de Brown, es tan marcada como la diferencia entre el acento madrileño y el mexicano, el ministro de Finanzas se delata cada vez que abre la boca. Y esto, en una época en la historia de Gran Bretaña en la que los ingleses se sienten especialmente resentidos con sus vecinos del norte, se puede convertir en un serio problema político para él”.

En España, salvando las distancias, tenemos políticos de fuerte perfil castellanófobo (no solo en partidos peris separatistas), cuando se ganan el pan pastoreando ovejas periféricas (o peris), que no dudan en ocultar cuando aspiran al cargo de ministro español, y que milagrosamente recuperan cuando han de volver a trincar un sueldo público en sus regiones natales. Es el caso de la ministra de Defensa, Carmen Chacón (PSC-PSOE), durante un tiempo aspirante no disimulada a suceder a Zapatero en el cargo de presidente del gobierno, que dejaba a un lado su lado más castellanófobo (como buena catalanista que es), hecho que recuperó en cuanto le dijeron en su partido ‘nena, el cargo es para Alfredo’ (desde entonces ‘Aldedo’) y tuvo que buscarse precipitadamente acomodo en su tierra natal ante la debacle que esperan el 20N, acontecimiento que le sirvió para recuperar su discurso pro imposición fascio-lingüísta más anticastellano y apoyar de nuevo los sutiles planes de exterminio y asimilación cultural que tan exquisitamente ejecuta la Generalidad de todo signo, y que una vez desmantelados en sentencia firme por el TC piensa pasarse por el arco del triunfo. No estamos hablando, como en el caso inglés, de acentos, sino de lenguas enteras y actitudes hacia los derechos de los hablantes de éstas, que por lo visto, la ‘señora’ niega. El respeto hacia todas las lenguas españolas que acertadamente consagra la Constitución, en la práctica, solo es efectivo para las lenguas minoritarias o periféricas; la libertad lingüística no existe porque eso significaría que la gente no elegiría necesariamente lo que a los caciques regionales de turno les gusta o conviene. No llegamos a verle nunca apostar por ‘la necesidad de definir con más claridad y orgullo el concepto de la britanidad, en nuestro caso, de la hispanidad’, pese a que se le supone, dado el ministerio que no dudó en dirigir.

“Como ha escrito The Sunday Times, ‘Brown teme que un exceso de escociedad, como corroboran las encuestas, pudiera convertirse en un obstáculo para su ambición de ser primer ministro... Está jugando con nuestro sentido de identidad nacional para resolver su propia crisis’. Algo nuevo está ocurriendo en Inglaterra. Se vislumbran las semillas de un impulso separatista que desde el Acta de Unión con Escocia de 1707 no ha existido. Se debe a dos factores. Primero, una reacción visceral entre la gente de a pie al rechazo hacia los ingleses que significó la creación de un Parlamento escocés en el año 2000. Segundo, a la extraordinaria anomalía (palabra utilizada constantemente por políticos de todos los colores) de que, desde que empezó a funcionar el Parlamento escocés, los diputados escoceses en el Parlamento británico de Westminster, en Londres, ejercen más poder sobre las leyes inglesas que los diputados ingleses sobre las leyes escocesas”.
En Londres lo tienen claro. Es perfectamente compatible ser una gran urbe cosmopolita con mantenerse rabiosamente inglesa y británica. En Madrid, por el contrario, la derecha española (PP) cree que para ser cosmopolita y españolísima hay que olvidarse de ser castellanísima, y no paran de soltar estúpidas soflamas como 'los madrileños somos doblemente españoles' o 'la identidad de Madrid consiste en no tener identidad'. Estúpidos. La izquierda española (PSOE),  ignorantes e iletrados en su mayoría, desconocen o reniegan de su condición de castellanos 'por ser cosa de fascistas, imperialistas y opresores centralistas', reforzando y avalando al 'periferismo' más casposo. Estúpidos.
En España, es evidente que hay un fuerte rechazo hacia Castilla, los castellanos y lo castellano en todos los movimientos políticos periféricos de raíz separatista. Rechazo que data desde los años ochenta del siglo XIX, cuando se formulan las teorías supremacistas de las ‘razas’ vasca y catalana, que les llevó a ‘encontrar’, pocos años después, un rh sanguíneo negativo diferente en el primer caso y un cráneo dolicocéfalo distinto en el segundo, y que llega hasta nuestros días. ¿Está ocurriendo algo nuevo en Castilla al igual que en Inglaterra? Es difícil verlo, pero creo que sí, no en la esfera política todavía, pero sí en la social. Muchos castellanos nos sentimos identificados y reflejados en el caso inglés. Empieza a percibirse una reacción, si no visceral, sí frecuente de hartazgo hacia las ofensas que los peris profieren día sí y día también contra nuestra tierra, Castilla, contra nuestros paisanos emigrados, contra nuestra historia y carácter, contra nuestra lengua y cultura, hartos del tono político chantajista permanente al resto del país o Restospaña. Pero también hartos de la complicidad, consentimiento y encubrimiento que desde el PPSOE se practica bajo excusas como la gobernabilidad, etc.
"Empieza a percibirse un hartazgo hacia las ofensas que los peris profieren contra Castilla, hartos del tono político chantajista permanente al resto del país o Restospaña. Pero también hartos de la complicidad, consentimiento y encubrimiento que desde el PPSOE se practica bajo excusas como la gobernabilidad, etc."
Aquí también existe esa anomalía de la que se quejan los ingleses. Aunque en España se dotó de autonomía a todas las regiones, se hizo de manera chapucera, creando autonomías (y ciudadanos) de vía rápida y vía lenta, esto es, de primera y de segunda, pero sobre todo se aceptaron ciertos privilegios fiscales a vascos y navarros que ahora Cataluña denuncia, con razón, como injustos y ventajosos, pero no para suprimirlos, sino para adoptarlos… y poder así succionar al resto. Doña Carmen Chacón, en retirada de la política nacional (eso si, temporalmente, puesto que volverá a intentar el asalto al PSOE cuando solo queden los escombros post20N, como todo el mundo sabe), ya se ha apuntado a la idea catalanista de ‘nueva financiación de Cataluña’ que solo tendrá en cuenta las balanzas fiscales… olvidándose, no por casualidad, de las balanzas comerciales y las de ahorro-inversión. Ver aquí, qué es y qué sucedería si se extendiese a Cataluña el cupo vasco

Pero no solo eso, triturada y destrozada Castilla durante la Transición en hasta cinco regiones inoperantes, irrelevantes e insostenibles por separado, se consumó nuestra anulación política y económica, haciéndonos fácilmente ninguneables por peris y gobierno central. Los castellanos, justo es reconocerlo, chapoteamos en el cutre y estéril localismo provincial, para mayor desgracia y ahondamiento en nuestra desunión, dicho sea como auto crítica algo que también necesitamos hacer. Así se ha llegado hoy al esperpento legal de ver cómo los nacionalistas canarios, a cambio de inversiones concedidas por Zapatero, apoyaban una subida de IVA al 18% a todos los peninsulares, impuesto del que ellos están exentos gracias a la generosidad del resto de españoles. Ellos deciden sobre nuestros impuestos, pero nosotros no sobre el IGIC (Impuesto General de las Islas Canarias, antaño llamadas Nueva Castilla del Atlántico o Castilla del Atlántico, que parecen haber olvidado).
'Home rule', aproximadamente, reglas autóctonas, normas propias o gobierno propio. Leyenda junto a la bandera de San Jorge inglesa proyectada sobre la fachada del Parlamento británico.
Algo parecido, pero infinitamente más frecuente sucede con vascos, navarros y catalanes, entre otros. Ellos votan en el Parlamento español infinidad de cosas que no les afectan, por cuanto en su caso ya está transferido. Votan nuestros asuntos, no solo las cosas comunes. No dirán que se abstienen. Especialmente sangrante es lo referido a las infraestructuras y la fiscalidad (vascos y navarros tienen un régimen fiscal diferente y Cataluña aspira a copiarlo), lo que probablemente aprovechen para hacernos menos competitivos, para ‘quitarnos’ de en medio ¿Porqué no votar una subida de impuestos en Restospaña, al tiempo que promuevo unas vacaciones fiscales en mi casa, y de paso rascar algo a cambio del apoyo al inquilino de turno de la Moncloa? La tentación existe… y se lleva a cabo. Los nacionalistas canarios, los últimos en apuntarse. Otro ejemplo: los peris peninsulares presionan para incluir en sus respectivos estatutos la cesión de las cuencas hidrográficas de los ríos más o menos locales, pero no quieren ni oír hablar de la posibilidad de que en el interior seamos los castellanos quienes gestionemos nuestras aguas ‘que son de todos los españoles’. Andalucía se ha apropiado del Guadalquivir (con la aquiescencia del Parlamento español) y toda su cuenca hidrográfica en su estatuto mientras Castilla la Nueva y Extremadura pasan la mano por la pared. Ellos deciden sobre sus ríos sin que nosotros pintemos nada, pero sobre los nuestros, todos mandan. ‘Lo mío es mío, y lo vuestro de todos’, esa, y no otra, es la divisa por la que se rigen. Y así tenemos los humillantes acueductos Tajo-Júcar-Segura, o el canal Cerneja-Ordunte en la otra meseta, para los que, naturalmente, no existe una España radial a superar... ¿por qué será?
No al trasvase Tajo-Segura. Castilla NECESITA su agua.
Otro ejemplo más. Los peris separatistas, con apoyo paleo-socialista, están ya legislando sobre gramática castellana, ¡tócate los pies! Ahora nos dicen incluso como hemos de escribir en nuestro idioma ciertas palabras con la excusa de que son nombres propios. Ni rusos ni italianos nos obligan a escribir Mockba ni Milano, pero vascos y catalanes sí. Y muchos tontainas castellanos, generalmente de izquierdas y/o con nulo sentido castellanista, pero también de derechas, incluso lo ven bien, o no ven el problema de tal intromisión y sumisión cultural. Ellos mientras tanto, no se aplican en sus pírricas diarreas idiomáticas esas mismas reglas y repiten, con desvergüenza, ‘Castella, Saragossa, Terol, etc.’ Al menos los ingleses no se arrugan ante esas ‘reglas’ gilipollas (ni aceptan que sean políticos, en lugar de académicos, quienes legislen sobre gramática), ni Inglaterra es un reino troceado como Castilla… y hasta empiezan a demostrar un sano orgullo nacional. Digo ‘sano’ porque no son separatistas, no van contra nadie, es en defensa propia.
Apoyo a un Parlamento inglés propio, sin peris británicos.
"Para mí esto es mucho más que una anomalía", dice lord Baker, ministro del Interior británico en tiempos de Margaret Thatcher. "Es una afrenta a los principios democráticos más elementales, y si eso sigue así, la situación se podría volver muy, muy fea". Para mí también, y no solo es una afrenta a los principios democráticos más elementales, cosa que en España a nadie importa, dicho sea de paso, es una afrenta a Castilla y a cuantos tenemos por gentilicio ser castellanos y/o ser oriundos o tributarios orgullosos de ese viejo reino y su lengua y cultura.

“Lord Baker (anteriormente Kenneth Baker), que habló con EL PAÍS en su despacho de la Cámara de los Lores, introdujo el mes pasado [se refiere a marzo de 2006] una propuesta de ley cuyo objetivo es corregir el desequilibrio constitucional entre Escocia e Inglaterra; una propuesta que acaba de incorporarse como política oficial del Partido Conservador. El problema es el siguiente. El Parlamento escocés es autónomo en todo lo que tiene que ver con política de salud, agricultura, educación y transporte. Antes de 2000 esto se hacía desde Westminster, y se sigue haciendo así para Inglaterra, que no tiene -ni hasta ahora ha deseado tener- su propio Parlamento”

Fíjense que los ingleses, pensando en el interés propio pero también en el británico común, hablan de ‘corregir’, no de ‘separarse’. El nacionalismo inglés no es separatista, es integrador, solo pide igualdad jurídica, es sano. En esto los castellanos somos ligeramente diferentes, tan solo hablamos del interés común español, rara vez del nuestro. Somos altruistas, quijotes. Deberíamos copiarles. Incluso no falta el cateto que cree que pensar también en nuestro particularismo como pueblo es poco menos que equipararse a los separatistas disgregadores. Nada más lejos de la realidad y de mi intención, españolísimo e integrador, oiga, pero no bobo. Admiro a los ingleses.

"’Entonces’, como dice lord Baker, ‘hay una injusta división de poderes en Westminster, y lo que yo propongo es una fórmula para que sólo diputados ingleses voten sobre cuestiones inglesas’. Actualmente, las únicas leyes que se hacen para Escocia desde el Parlamento británico son las que tienen que ver con los impuestos, la seguridad social, y la guerra y la paz. Para Inglaterra se hacen estas leyes y absolutamente todas las demás. Eso significa que los 58 diputados [escoceses] pueden votar en contra o a favor de un alto porcentaje de leyes inglesas sin representatividad democrática alguna”

¿Se imaginan ustedes una propuesta semejante aquí del Partido Conservador español, el PP?

“Ian Jack, director de la editorial Granta y ex director del diario The Independent, es una conocida figura escocesa en Inglaterra. Jack, que lleva 36 años en Londres, observó que, a diferencia de la imagen que se puede tener de los británicos en el resto de Europa, esta ‘aberración’ constitucional demuestra ‘lo poco racionales que somos’. ‘Un país más racional tendría cuatro asambleas legislativas -una para Escocia, una para Gales, una para Irlanda del Norte y otra para Inglaterra-, y quizá la Cámara de los Lores para temas que afectan a todos".
Camiseta pro Parlamento Inglés Ahora. En Castilla, su equivalente sería pro Reunificación de Castilla en una sola CCAA con un único Parlamento y Gobierno castellano.
En España tampoco hemos demostrado ser muy racionales. En lugar de hacer cinco asambleas legislativas, una por cada uno de los cinco verdaderamente históricos y viejos reinos hispánicos (Portugal, León, Castilla, Navarra y Aragón), o al menos una por cada verdadera región (Castilla la Vieja-León y Castilla la Nueva, en el caso castellano, son una única región con sentido geográfico e histórico innegable), optamos por hacer regiones incluso de provincias (La Montaña, Logroño y Madrid) y ciudades (Ceuta y Melilla), llegando a 17 mini-estados autónomos más dos ciudades. Si por mí fuera, de 17+2 pasaríamos a 13 y punto. De Santander a Puertollano, todo campo castellano, lo que incluye la comarca de Utiel-Requena, o meseta (que no 'plana', palabro no castellano que es ofensivo en estas tierras) de Requena-Utiel, ese trozo de Cuenca que el secretario de Estado malagueño, Javier de Burgos, mantuvo en Cuenca en 1833 (año en el que se crearon las provincias actuales mediante una simple circular), pero a quien un iluminado se le ocurrió segregar en 1851 (Real Orden de 25 de junio) y meter en la provincia de Valencia con calzador, saltándose la geografía y la historia de la meseta y de Castilla, para que la chapuza sea completa y doble (la segregación eclesiástica vino mucho después, allá por el 1957 si no recuerdo mal). Acontecimiento sin dudarlo, claramente periferista, propio de un Estado periferista que pone en duda la existencia del cacareado interesadamente Estado 'centralista' dirigido por los 'opresores castellanos'. Y es que en España sobran muchas CCAA, no así Diputaciones (auténticos ayuntamientos compartidos de cientos de pueblos que a través de éstas deben agruparse para compartir servicios y costes y crear sinergias), como ha puesto de manifiesto la mega crisis actual, que no solo se ha llevado por delante el modelo productivo, también la arquitectura institucional. O debería.
Mapa de la Castilla y el León nucleares (Castilla la Vieja + León + Castilla la Nueva) tal y como quedaría en una sola CCAA  española. No se incluyen pues, otros territorios castellanos y leoneses del viejo reino de Castilla y León, dado que no se trata  de restaurar éste (al menos mientras exista España, en caso contrario tal vez si sería conveniente), sino de revitalizar y corregir el mapa y modelo autonómico español actual.

“Parte de la reacción la ha dado lord Baker; otra, el Partido de los Demócratas Ingleses fundado en 2000 con el propósito de ir más allá que Baker y crear un Parlamento inglés. ’Gordon Brown está yendo en contra de la corriente histórica", dice Robin Tilbrook, líder del nuevo partido. ‘Hace apenas 15 años, las encuestas demostraban que los ingleses se sentían primero británicos y después ingleses. Hoy los ingleses dicen, mayoritariamente, lo contrario. En este sentido se han vuelto mucho más nacionalistas, como siempre han sido los escoceses"


Pues es lógico; si tu casa es solo tuya, ¿por qué la mía ha de ser de ambos? Sentirse más británico (o español) que inglés (o castellano) es lo natural en una situación de igualdad y reciprocidad, pero si estas se pierden, adiós a la casa común. ¿Terminará sucediendo lo mismo con los castellanos? Con los mismos ingredientes, se cocinan iguales guisos. Como puede deducirse, el auge del sentimiento nacional inglés, y en su caso castellano, no es fruto de teorías raciales ni delirios de superioridad cultural, que por otra parte, dado el glorioso legado tanto de Inglaterra como de Castilla serían muy fáciles de construir y vender, sino del hartazgo de un trato manifiestamente injusto por parte tanto de nuestros connacionales peris como del Estado mismo, a partes iguales, que nos condena, inmerecidamente, a una posición de irrelevancia, a la nadería, al ninguneo permanente, cuando no al expolio pactado entre unas élites políticas castellanas ambiciosas de cargos nacionales que solo miran por el interés personal y unos peris insaciables a la hora de trincar lo ajeno (ver artículo sobre el expolio fiscal que padecemos los castellanos y sobre el expolio empresarial).

¿Acaso no es un insulto a la verdad oír y leer continuamente aquello de las ‘comunidades históricas’ en referencia a regiones con una historia más corta que las mangas de un chaleco frente a una descomunal trayectoria histórica, cual es la de Castilla, auténtico conglomerado intercontinental en su cénit histórico?, ¿porqué las instituciones, la prensa, los partidos peris separatistas de todo signo y toda la izquierda española denominan como ‘históricas’ a aquellas regiones en cuyo expediente solo figura haber aprobado un estatuto de autonomía durante la República? Para quien no lo sepa, Castilla tenía listo el suyo, pero la guerra civil estalló y no llegó a aprobarse, lo que al parecer nos priva de ser ‘históricos’. ¿Cuántos españoles conocen las Bases de Segovia de 1919 (equivalentes a las Bases de Manresa) que regularían la ‘ya creada’, aunque no operativa, Mancomunidad Castellana de 1914 que buscaba reunificar todas las provincias castellanas de ambas submesetas, creada unos meses antes que la Mancomunidad Catalana?, ¿quién recuerda hoy el Pacto Federal Castellano de 1869 cuyo objetivo era la reunificación de las 17 provincias de ambas Castillas y León?
Para la prensa y la política española, Castilla no es una región histórica. Para ser 'hitóricos', y lo que eso supone de privilegios político-económicos, hay que ser desleal con el resto de España por lo que se ve.
“La expresión más notable del crecimiento del sentimiento inglés entre la gente de a pie ha sido el auge extraordinario en las ventas de banderas inglesas desde que comenzó el siglo. También se ve algo hoy que hubiera sido inimaginable hace una década: pegatinas en los coches proclamando el nacionalismo inglés. Esto no es tanto una reacción al complejo dilema constitucional, cuyos detalles pocos conocen aunque el tema se debate más y más en los medios, sino a que muchos ingleses están sencillamente hartos de lo que perciben como una falta de respeto permanente hacia ellos de parte de los escoceses. Muchos ingleses se fijaron, por ejemplo, en que (recordando un tanto la actitud de algunos catalanes hacia la selección española) cuando Inglaterra jugó contra Brasil en los cuartos de final de la última copa del mundo media Escocia se compró una camiseta brasileña” prosigue el artículo. 

Aquí, vascos y catalanes principalmente, más peseteros, no compraron todas las camisetas de nuestros rivales (que son también los suyos), pero se inflaron a declaraciones deseando la derrota de España, apoyando ‘a cualquiera que juegue contra España’.

"’Incluso ahora que han logrado su objetivo de tener su propio parlamento, y que hay seis ministros escoceses en el gabinete de Blair, no dejan de menospreciar a los ingleses’, señaló un alto funcionario del gobierno en Londres. ‘Hay un creciente sentimiento de irritación ante la idea que parecen tener muchos escoceses de que pueden reírse de los ingleses de una manera que sería absolutamente inaceptable si fueran negros, musulmanes o judíos’".

De esto, los castellanos sabemos bastante, sin que ningún político castellano, o partido nacional, denuncie las vejaciones ‘para no irritarles’, ‘por el bien de España’, ‘para integrarles’, ‘porque no son todos así’... Con la diferencia de que aquí no llevamos 15 años padeciéndolas, sino 130, que ya son tragaderas. En esto admiro a la clase política inglesa, no están dispuestos a soportar tanto. 

Así, recordemos algunas citas y frases míticas (tengo seleccionadas unas 80 páginas de citas anti castellanas de similar tenor a las expuestas a continuación de los últimos 130 años):

“Castellanos de Castilla, tratad bien a los gallegos; cuando van, van como rosas; cuando vuelven, vuelven como negros [...], A Castilla fue por pan, y jaramagos le dieron, diéronles hiel por bebida, penitas por alimento. Diéronle, en fin, cuanto amargo, tiene la vida en su seno..., ¡Castellanos, castellanos, tenéis corazón de hierro! [...], Permita Dios, castellanos, castellanos que aborrezco, que antes los gallegos mueran, que ir a pediros sustento. Tan mal corazón tenéis, secos hijos del desierto, que si amargo pan os ganan, lo dais envuelto en veneno [...]. ¡Castellanos de Castilla, tenéis corazón de acero, como peña el alma dura, y sin entrañas el pecho!, En tronos de paja erguidos, sin fundamento, soberbios, aún pensáis que vuestros hijos, para serviros nacieron. Y nunca tan torpe idea, tan criminal pensamiento, cupo en cabezas más faustas, ni en más fastuos sentimientos. Que Castilla y castellanos, todos en montón revueltos, no valen lo que una brizna, de nuestros campos tan frescos. Sólo ponzoñosas charcas, sobre el ardoroso suelo, tienes, Castilla, que mojen, esos labios sedientos. Que el mar te dejó olvidada, y lejos de ti corrieron, las blandas aguas que traen, las plantas cien semilleros. Ni árboles que te den sombra, ni sombra que preste aliento... llanura y siempre llanura, desierto y siempre desierto..., Eso te tocó, cuitada, por herencia de universo, ¡miserable fanfarrona!..., triste herencia fue por cierto. En verdad que no hay, Castilla, nada como tú tan feo, que mejor aún que Castilla, valiera decir infierno. ¿Por qué fuiste, mi bien?, ¡Nunca tal hubieras hecho!, ¡Trocar campiñas floridas por triste campos sin riego!, Trocar las fuentes más claras, ríos tan murmuraderos, por seco polvo que nunca, mojan lágrimas del cielo [...]”
(Rosalía de Castro, poeta preferida de los nacionalistas gallegos, soltando bilis contra Castilla y los castellanos, eso sí, en estupenda prosa).

“Existe una raza catalana, de origen ario-gótico, superior al resto de pueblos peninsulares, de raíces semíticas. Mientras los catalanes reconquistaron pronto sus territorios y entraron bajo la benéfica influencia aria de los francos, Castilla pasó largos siglos dominada por los semitas «árabes y bereberes» lo que explica la radical diferencia y la incompatibilidad de ambos pueblos”.
(Valentí Almirall, político catalanista, republicano y federalista, periodista, ensayista y abogado, autor de más de 800 artículos de fuerte contenido anticastellano, en Lo catalanisme, 1886, transmitiendo la idea de la superioridad aria de los catalanes e incompatibilidad expresa con los castellanos).

“Los zulúes, los castellanos y los antropófagos aún tardarán algunos siglos para gozar de los frutos de un positivo bienestar social, puesto que estas razas de espíritu regresivo son refractarias al progreso humano”.
(Antoni Sayós i Paramon, ideólogo catalanista de finales del s. XIX)

“Hoy no puedo jugar, mamá: todos los niños son castellanos”.
(Dramática confesión del niño Oriol Pujol, hijo de Jordi Pujol, a su madre Marta Ferrusola, revelada por ésta el 20/02/2001 en una conferencia organizada por La Caixa de Gerona)

"Son grandes, totales, irreductibles las diferencias que separan Castilla y Cataluña, Cataluña y Galicia, Andalucía y Vasconia. Las separa, por no buscar más, lo que más separa, lo que hace a los hombres extranjeros unos de otros, lo que según decía San Agustín en los tiempos de la gran unidad romana, nos hace preferir a la compañía de un extranjero la de nuestro perro, que al fin y al cabo, más o menos nos entiende: les separa la lengua"
(Enric Prat de la Riba, padre del nacionalismo catalán en "La nacionalitat catalana", 1906, dejándonos claras sus preferencias por un perro antes que por un castellano extranjero)

“Ahora que los portugueses quieren ser España, que se preparen los castellanos”
(Pascual Maragall, presidente de la Generalidad de Cataluña, en referencia a una encuesta publicada el 23 de septiembre en el diario luso Sol en la que se desvela que el 27,7% de los portugueses es partidario de la unificación con España. El Mundo, 13/10/2006)

"Rebajamos y menospreciamos todo lo castellano, a tuertas y derechas, sin medida."
(Enric Prat de la Riba, padre del nacionalismo catalán en "La nacionalitat catalana". 1906)

¿Debería Castilla tener un único Parlamento y Gobierno reunificado? Clique aquí para firmar la petición.
“La indignación [inglesa], no del todo diferente a la reacción que se ha dado en ciertas partes de España a la cuestión del estatuto catalán, parte de la idea de que ‘¡les hemos dado todo lo que quieren, piden más, y encima nos insultan!’”, prosigue el citado artículo.

“¿Injusticia con los ingleses? Lord Baker, cuya esposa es escocesa y cuyos dos hijos han hecho sus estudios en Escocia, teme que llegue el día en que estos sentimientos viscerales anti escoceses converjan con una percepción generalizada de lo que él ha entendido: que a nivel político los ingleses están sufriendo una injusticia. Cuando afirmó que el clima político se podría poner ‘muy, muy feo’, lord Baker tenía en mente, explicó, la siguiente hipotética, pero altamente posible, circunstancia. ‘Imagínese que nuestro próximo gobierno sigue siendo laborista con una mayoría reducida y Gordon Brown a la cabeza. Imagínese que el gobierno introduzca una ley impopular que cambie el sistema escolar inglés y que apruebe la ley gracias a la mayoría que le darían los votos de los diputados escoceses, que incluirían el voto del mismísimo Brown. Imagínese que, como es probable en este caso, nuestra prensa sensacionalista caliente los ánimos. Lo que habría, se lo aseguro, serían disturbios callejeros".

“Esto, dice Baker, ‘no es fantasía’. El gobierno laborista actual no quiere coger el toro por los cuernos por un sencillo motivo: ‘En Inglaterra raras veces tienen mayoría parlamentaria los laboristas. Dependen de los diputados escoceses para poder formar un gobierno’. Pero, más allá de consideraciones partidistas, existe un problema objetivo irrefutable, dice lord Baker, que los mismos laboristas reconocen como tal. ‘Tarde o temprano algo ocurrirá que haga que la mayoría de la gente se percate de la injusticia que estamos viviendo y por eso estoy convencido de que un día, aunque quizá yo no viva para verlo, habrá un parlamento inglés’”

Recomiendo leer el artículo '¿Pueden los laboristas ser el partido de Inglaterra?' en http://toque.co.uk/node/2000; o este otro, de un servidor: que trata sobre el segundo plato que el PSOE adjudica a Castilla en el contexto español.
En Castilla, el problema no viene solo de los desleales, insaciables y chantajistas peris, también de nuestra clase política local, que nos malvende por un plato de lentejas en cuanto llegan a la carrera de San Jerónimo.
En España, los paleo-socialistas rara vez pueden gobernar en solitario si no es por el fuerte apoyo que cosechan, previo pago, entre los peris catalanes y vascos, y andaluces, principalmente, donde se financia una nueva historia tendente a presentar como ominosa la conquista castellana y a negar el origen castellano de los andaluces (Castilla la Novísima, ahora Andalucía, parece haber caído en el olvido). Por similitudes fonéticas, se les hace creer que descienden de los andalusíes, esto es, de los musulmanes habitantes de Al-Andalus (o España musulmana, cualquiera que fuera su extensión, que no Andalucía), y con los que esperan, cordón sanitario mediante, compadrear y pastelear el poder. Dicho con otras palabras, el PSOE necesita de, y no duda en coaligarse con separatistas derechistas tipo PNV y CiU, o con separatistas izquierdistas tipo ERC, BNG, etc., con tal de mandar. El PP, no nos engañemos, si se tercia, hace lo propio, aunque solo con separatistas derechistas.

Y también aquí, más allá de consideraciones partidistas, existe un problema objetivo irrefutable, cual es el injusto trato y agravio que Castilla recibe por parte del Estado en temas cruciales como los citados: expolio fiscal y empresarial, expolio de ríos y recursos (electricidad, etc.), trato vejatorio lingüístico, ley electoral deplorable que prima a minorías desleales periféricas con sobre-representación parlamentaria, aceptación política de los chantajes crónicos a nuestra costa… amén de una infumable división territorial en cinco CCAA, que algún día, espero vivir para verlo, habrá un parlamento y gobierno reunificado de toda Castilla. Un servidor, como los ingleses, ya se ha puesto la pegatina con el pendón rojo carmesí castellano en el coche. Y todo ello, al igual que los ingleses, sin el más mínimo rechazo a su ‘britanidad’, hispanidad o españolidad, que quede bien claro. Otro día, comentamos el artículo en La Razón de Gonzalo Suárez. Buen día.
Péguela en su coche, que se note que somos castellanos y españoles, no restospañoles, ni el pepito grillo del Estado de las Autonosuyas.