sábado, 20 de agosto de 2016

El Mastín castellano (o perro merinero), la solución para conservar al lobo.

Por Javier Martínez.

“El lobo aúlla de nuevo en Madrid, más de 100 ataques al ganado en el último año [por 2015]” puede leerse estos días en la prensa. El lobo vuelve a estar en expansión en Castilla, los daños económicos son grandes, el rechazo rural (sobretodo) al mismo crece… y los partidarios de su defensa también. "Está demostrado que un ataque provoca estrés en los animales. Y en las cabras provoca abortos en las hembras que están gestando, las que están criando pierden la leche, y las que están en periodo de procrear pierden el celo. Yo sufrí varios ataques las navidades pasadas y no tuve ningún cabrito, cuando era la época. Y si no cumplo unos baremos de producción en función de los ejemplares que tengo, también pierdo las ayudas europeas. Todo esto hay que regularlo" (ganadero madrileño, en El Confidencial, 11/08/2016).

Evolución y distribución actual del lobo en España (Infografía El País).
¿Cómo compatibilizar la conservación del lobo y la defensa de los intereses económicos? 

Está todo inventado, basta mirar a nuestro pasado. En vez de solo subvencionar para paliar los destrozos, que también, mejor subvencionemos la cría y adquisición de otra especie mítica, la que lo mantuvo a raya: el Mastín castellano o perro merinero, el encargado durante siglos de guardar y proteger las cabañas de la histórica Mesta (de ahí lo de merinero, por las ovejas merinas), la asociación ganadera castellana que fue el pilar económico durante siglos del reino. Hagamos también que los ingresos por la caza cinegética del lobo (permitida al norte del Duero), sirvan para compensar los destrozos que este animal imprescindible del patrimonio natural hispano causa creando un círculo virtuoso, haciendo rentable al propio lobo. Y todos contentos. Si el toro bravo, que no existe como especie libre en la Naturaleza, se conserva, no ha desaparecido, se debe a las corridas y espectáculos, a que son de interés económico para el hombre, a que hay “industria y demanda de toros”. Con el lobo ha de pasar algo parecido. Si genera dinero, sobrevivirá. Y ambas cosas, lobo y dinero, son deseables.

¿Quién es el Mastín castellano?

Presente en Las Meninas de Velázquez, el Mastín castellano o perro merinero recibe tantos nombres como regiones ganaderas o Cañadas Reales hubo en España o como funciones tiene. Así, se le conoce también como mastín leonés (seguramente donde más abunda), mastín extremeño, mastín manchego, mastín de los Pirineos, mastín de campo, mastín ganadero, etc. siendo básicamente siempre la misma raza, de ahí que también sea conocido genéricamente como mastín español, nombre hoy más habitual. En Portugal, según zonas, se le denomina mastín de Tras os Montes, mastín del Alentejo, mastín de la Serra da Estrella, etc.

El Mastín ganadero o perro merinero (Foto Wikipedia).
Típicamente ibérico, hispano o español, su origen es sin embargo desconocido y aunque se tienen noticias de la raza desde hace siglos, su reconocimiento oficial como tal no llegó hasta 1946. Parece ser que los primeros ejemplares se criaron en la actual Extremadura (tanto leonesa, al oeste, lindando con Portugal, como castellana, al este), obtenidos del cruce de perros provenientes de regiones lejanas, posiblemente de la India y el Tíbet, con perros locales introducidos en su día por griegos y fenicios. La raza siempre estuvo ligada a la guarda de fincas, ganados y hogares si bien también fue usado como soldado en la conquista de América (su presencia causaba pánico a los indígenas, provocando estampidas). Fue de vital importancia económica en los medievales tiempos de la trashumancia del ganado merino, actividad económica que constituía uno de los principales recursos en todas las ciudades del viejo reino de Castilla hasta el siglo XIX e incluso hasta la mitad del XX; la casi extinción de esta actividad, sobre todo a partir de la Guerra Civil del siglo XX, y la consiguiente decadencia del mundo rural castellano, hizo descender drásticamente el número de ejemplares. No obstante lo anterior, parece que la raza está empezando a ganar adeptos dentro y fuera de nuestras fronteras (es un animal exportable, vendible) gracias a la creciente afición a las mascotas, a la generalización de las segundas residencias en zonas rurales (su hábitat natural) y quién sabe si pronto a su necesaria recuperación ahora que la presencia del lobo vuelve a campar por mesetas y montañas de toda Castilla. Y es que lobo y mastín van unidos. Si uno se expande, el otro se hace necesario. Por paradójico que a primera vista resulte, el lobo favorece al mastín y viceversa.

Hembra adulta de Mastín español.
Con entre 72-88 cm o más de altura de la cruz y entre 55-77 Kg (hembras) y 90-100 Kg (machos, algunos superan los 120 Kg), esta raza es la más grande de las razas españolas. Su apariencia es la de perro de gran talla, muy fuerte, potente y robusto, bastante flexible y ágil. Su presencia es imponente. Le caracteriza su cabeza grande (y proporcionada) y su gran papada que le dan aspecto de grandullón, tranquilón y bonachón. De ojos pequeños (en relación al cráneo), tiene orejas medianas y caídas. Se trata de un perro de gran belleza que no deja indiferente a quien lo contempla. Es de esos perros que te giras al verlo. Tiene un pelaje tupido, liso y grueso, de largura media presenta un color variado (amarillentos, negros, leonados, lobatos, cervatos, atigrados, píos...) pudiendo ser éste uniforme (suelen ser más apreciados) o combinados.

El Mastín es un musculoso perro guardián protector del rebaño.
El Mastín castellano es un perro de gran inteligencia, tranquilo, noble y de presencia contundente. Aunque pueda parecer áspero de entrada (como buen castellano), y no muy cariñoso (pero sí afectuoso) e independiente por su gusto por mantener las distancias (incluso con sus dueños), el Mastín no dudará en dar su propia vida para proteger la de sus amos. Es muy leal y valiente (de ahí su uso militar y como guardián de ganados y propiedades), desconfiado con extraños (ídem) y tiene un temperamento equilibrado, nada mimoso, lo que le hace apto como perro de compañía (también para niños) pero sin perder jamás su instinto guardián, protector. Su fortaleza ha hecho que sea valorado como perro salvavidas en ambientes climáticamente hostiles como las montañas. Es un perro muy seguro, algo solitario, que transmite, conocedor de su fuerza y potente ladrido grave perceptible desde la lejanía, la mansedumbre y notoriedad de quien sabe no va a ser desafiado, y que no dudará en defender su territorio ante la amenaza de extraños. Es bastante territorial por lo que necesita el aviso del dueño para tratar correctamente a las visitas y extraños. Su carácter, muy castellano, está impregnado de libertad e independencia, por ello no es recomendable para vivir en un piso, sí en el abierto, infinito y libre mundo rural. Destacar que no es un perro de carea o pastoreo (la función del pastoreo es conducir el ganado), sino un perro guardián, protector tanto del ganado como del pastor, y con tendencia a la jerarquía. Resumiendo, cien por ciento castellano.