jueves, 28 de agosto de 2014

Castellanofobia hasta en el discurso del nuevo rey.

Por Javier Martínez.

Hoy toca látigo, advertidos quedan. Si algo subyace en el discurso de la llamada coronación-proclamación, en adelante la Llamada, y que no tiene perdón ni razón ni explicación, es su sutil pero evidente carácter castellanofóbico a poco que se rasque un poco. Discurso, no lo olvidemos, que gozó del visto bueno previo del presidente del gobierno (Rajoy) y del jefe de la oposición (Rubalcaba). Unos dos meses hace ya de eso (la vida en el lodazal ibérico sigue igual), y nadie parece haber reparado en ello.

El reinado de El Preparao (al parecer va sobrao de méritos para el cargo de Jefe de Estado, como si en un sistema monárquico estos importaran algo frente a la bragueta), empieza como acabó el de su padre, El Campechano, diciendo en voz alta a quien quiera oírlo, que está dispuesto a malvender la dignidad de los castellanos (y demás restospañoles) a cambio de una prórroga de tiempo, de falsa normalidad y tranquilidad, rogada, casi suplicada, a los peris separatistas y que no evitará un cataclismo aún mayor dentro de unos años, quizás meses, visto el órdago catalanista con cronómetro, dinamita y mecha encendida.

¿Se han fijado Vds. a qué cuatro escritores citó el nuevo rey en su discurso?, ¿se han parado a pensar qué tienen en común y cuál es la razón ideológica última de que sean esos y no otros?

El gallego Castelao, el vasco Gabriel Aresti, el catalán Espriú y el andaluz Antonio Machado. Cuatro jinetes de las nacionalidades “históricas”, las cuatro niñas bonitas del Estado periferista. ¿Casualidad? Restospaña no cuenta, directamente nos esconden a castellanos, aragoneses y navarros, los auténticos reinos históricos. Y para mayor oprobio se elijen personajes, entre otras causas, por su odio explícito a Castilla, lo castellano y los castellanos.

Vamos con el primero. Entre los méritos de Castelao figuran citas como éstas:
“El día 25 de julio del 1935 estábamos celebrando el mitin de las arengas en la Quintana de Santiago, y un patriota gritó: ¡Viva España! En seguida surgieron del público unos jóvenes separatistas y apalearon al interruptor patriota. Yo di por bien empleado aquel castigo

“En la Unión Soviética  el problema de las nacionalidades quedó resuelto, previa y definitivamente, por medio de la libertad y de la democracia. […] Nosotros debemos aceptar para España una solución idéntica a la que dio la URSS y no conformarnos con otra”.

España no es una nación sino un conjunto de grupos humanos étnicamente desunidos (sic)”

“Siendo Galicia el reino más antiguo de España le fue negada la capacidad para asistir a las Cortes [castellanas], y ésta es una ofensa imperdonable; pero peor ofensa fue la de someternos a Zamora -una ciudad fundada por gallegos, pero separada ya de nuestro reino y diferenciada étnicamente de nosotros-. Con razón el exaltado Vicetto escribió estas palabras: ‘¿Y quién le negaba [a Galicia] ese derecho de igualdad y solidaridad entre los demás pueblos peninsulares? Se lo negaba la canalla mestiza de gallegos y moros que constituía los modernos pueblos de Castilla, Extremadura, etc. Se lo negaba, en fin, esa raza de impura, adulterada sangre”

Lo que el mundo distingue como español ya no es el castellano, es el andaluz, que tampoco es andaluz, sino gitano. A este respecto hay que decir que no negamos la hondura cultural de Andalucía, sólo comparable a la nuestra; pero es que allí los fondos antiguos y de mayor civilización están ahogados por la presencia de una raza nómada y mal avenida con el trabajo. […] Más… ¿qué es la golferancia y el señoritismo sino un remedo de la gitanería? ¿Qué es el flamenquismo sino la capa bárbara en la que se ahogaron los fondos tradicionales de España, la cáscara imperial y austríaca, los harapos piojosos de la delincuencia gitana? Hoy el irrintzi vasco, el renchillido montañés, el ijujú astur, el aturuxo gallego y el apupo portugués están vencidos por el afeminado olé… Pues bien; los gallegos espantaremos de nuestro país la plaga de Egipto aunque se presentara con recomendaciones…, porque somos la antítesis de la golferancia y del señoritismo, de la gitanería y del torerismo.”

Comunista y pro-soviético, ergo antidemócrata, antiliberal y republicano, además de antiespañol, anticastellano (“la canalla mestiza, raza impura”) y racista, perdón por la redundancia, ¿no había otro asno peor para un discurso real? La respuesta es no, por eso se eligió a éste. Rosalía de Castro por ejemplo, nos insultaba incluso más, nos despreciaba mejor, pues al menos lo hacía en una excelente prosa. Igual de ruin, era menos zafia. Por eso la descartaron.

Vamos con Salvador Espriú, un poeta con algunas cosillas interesantes, pero que nunca pasó de escritor local. A él se le atribuye la frase: “Castilla y Aragón hicieron a España, y Castilla se la cargó”. Con lo cual, todo lo demás sobra. Ya tenemos el mérito aportado para haber sido seleccionado por el marido de la bi-abortista, divorciada, republicana, atea, izquierdista y sindicalista reina consorte, alias La Prota. Este Rey todo lo elige bien, no cabe duda. Conste que a mí, todas esas cosas me traen sin cuidado, pero pensaba que no así al Rey.

De Aresti, de cultura y lengua materna castellana, siempre se elogió por la excluyente piara periférica del norte seguidora del bellotari Sabino Arana, que la abandonase en su obra en favor del vascuence aprendido a trompicones de adulto. Eso da puntos para Felipe VI y lo de menos es lo intrascendente de su obra. Su único mérito puntuable pasa por escribir en vasco (algo lícito ojo), pero no tanto por el vascuence en sí, que nada relevante escribió en él ni culpa tiene este idioma, sino por hacerlo habiendo renunciado al castellano. Normal, en castellano no pasaría de vulgar mindundi, un don nadie, pero en vasco es un héroe nacional.

¿Y qué pinta ahí el gran Machado? Presenta una brillante trayectoria literaria, pero cuidado, que no es esa la causa de su inclusión, sino el haber escrito cosas fácilmente utilizables contra los castellanos por los peris de toda ralea tales como "Castilla miserable, ayer dominadora, / envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora", así como por propagar una visión lúgubre y negra en sus versos de los campos duerinos.

¡Basta ya! Por ser castellanos, ¿a quién debemos pedir perdón?

Fernando Martínez Larrañaga es un excelente heraldista que nos explica, en El Mundo 20/06/2014, el significado del nuevo guión del nuevo Rey. Así, dice: "El guión real  sobre el que se bordan las armas de Su Majestad, se modifica, es de damasco carmesí, volviendo al tradicional color histórico. Sólo a partir de 1833 se convirtió en morado y, más tarde en azul, color utilizado por Don Juan Carlos I". Parecería un guiño a Castilla si no fuera por los autores seleccionados para el discurso de proclamación. Si ha elegido el  damasco carmesí para su guión/pendón personal, no es por un guiño a Castilla, como algunos castellanistas han creído ver, sino por ser el más tradicional color de la monarquía hispánica pues tanto la castellana como la navarra, e incluso la aragonesa (cuyo color de fondo también es el rojo de gules al que se le sobreponen  barras de oro) utilizan el rojo de gules o carmesí. El abandono del yugo y las flechas, símbolos respectivos de Ysabel y Fernando (ver iniciales) así como de las Aspas o Cruz de San Andrés (primera bandera oficial de España) si me parece infinitamente más significativo: son símbolos históricos de unión que la indocumentada izquierda rechaza. Parece como si la monarquía quisiera republicanizarse, o más bien, congraciarse estúpidamente con quienes nunca la aceptarán. No estaría de más que el nuevo Rey apoyase la creación de unas CC.AA. que se ciñan a los territorios verdaderamente históricos y no a los disparates actuales. 
El Rey autonómico.

¿Observaron Vds. que por primera vez tenemos un Rey que no jura ni por España, sino “por las comunidades autónomas”, tóquense los pies, a las que pretende “respetar sus derechos”, ergo, es Rey de España o Rey de las autonomías?

¿Sus derechos, qué derechos? Majestad, voy a recordarle algo: la reunificación de Castilla, que es perfectamente constitucional, sigue siendo ninguneada, ni se toma en consideración, y Vd. no ha jurado los fueros de Castilla (que garantizaban entre otras cosas la integridad del reino, la unidad de Castilla), como debiera, aunque sea de forma simbólica, sino que ha jurado por los escombros autonómicos resultantes del troceamiento de la misma. Ese juramento no es válido. Mucho debiera vos temer por ello dado que “sea el Rey tenido por soberano de Castilla tras la jura de los fueros, et si non los jurare, non sea tenido por Rey ni obedesçido por castellanos”.

Majestad, tanto adular a la carcunda neo-carlista-caciquil separatista de las CCAA histéricas, que no históricas, tan malolientemente anti-castellanas ellas en sus procesos de invención nacional, no soluciona nada. Antes al contrario, les envalentona y provoca que hayamos llegado todos al paroxismo, a la exaltación extrema de afectos y pasiones, a la desafección hispánica generalizada, al hasta aquí hemos llegado. Los castellanos nos sentimos permanentemente escupidos y agraviados por los peris. Y Vd. les ha dado correa en su discurso. Mucho me temo que la institución ha perdido el sentido de la ubicuidad (ser y estar en todas partes por igual) así como la perspectiva histórica, y con ella el norte y la razón de ser de su corona, y eso, unido a que el signo de los tiempos no favorece a la institución monárquica, acabará siendo letal. Recuerde aquello que alguien dijo y muchos pensamos: “los españoles somos monárquicos… hasta Felipe II; después, ni uno más”. Argumentalmente desnudo y sin brújula, ¿a dónde va el Rey?

El Rey asimétrico

¿Es posible tener dos títulos de Rey a la vez en el reino? El Campechano, ya lo dejó claro: conserva el título, el tratamiento de Majestad y la residencia. Es de suponer que el sueldo también, claro. En una República, ¿pagaríamos a dos presidentes, tendrían sueldo sus consortes? Pues todavía hay quien se cree que la monarquía es barata. Ahora, el título de Rey ya no se hereda al morir, no es único; ahora se desdobla, ergo no tenemos un Rey sino dos (cuatro con los consortes). Hacen lo que les rota. ¿No querían Monarquía? pues toma dos tazas. Monarquía desdoblada o asimétrica, con Rey de primera y de vía lenta. Si hay tipos y clases de españoles, por qué no de reyes. La nueva España naciente es así, asimétrica. O eso pretenden.

Y mientras, el cronómetro del órdago secesionista catalán corriendo. Sea cual sea el resultado, habrá turbulencias que alcanzarán la Constitución. Y como se abra el melón constitucional, probablemente en la dirección de crear un Estado federal asimétrico (dos conceptos antagónicos), con varias clases y categorías de españoles, la monarquía no contará ya con apoyo político y popular suficiente ni protección.

Todo parece indicar que si hay cesiones a Cataluña éstas serán en forma de asimetrías. Un catalán no está contento si no es diferente, si no se siente singular, asimétrico, si no come en mejor plato. A ellos lo que realmente les pone es el café para tres, no la ruinosa independencia. El resto, servimos el café. Un catalán es feliz si castellanos y asturianos no tienen la autonomía que si reclaman para sí, si lo suyo es de ellos y lo nuestro de todos. Es un inmenso error aceptar las desigualdades entre españoles, negociar componendas, cosa que ya sucede con vascos y navarros y su derecho a parasitar fiscalmente al resto de españoles, los restospañoles. Ante eso, el resultado será una tremenda desafección hacia España por parte de los que hasta ahora se mantenían leales al proyecto común, de quienes hacemos de esqueleto. Mucho me temo que el Estado optará por la bajada de pantalones y la humillación a Restospaña antes que la ruptura. Craso error. Es cuestión de tiempo, basta esperar a que vuelva el ambiguo, pusilánime y equidistante PSOE. Anticipo mi postura: o juntos e iguales (que despotriquen lo que quieran) o antes rota que asimétrica. Si se confirman nuevos privilegios, asimetrías, desigualdades, singularidades o cualquier otro eufemismo que quieran acuñar, se acabó España. Ni tricolores ni rojigualdas, cuarteladas y punto. Y quede bien claro que en primera opción prefiero sin dudarlo unidad e igualdad.