viernes, 31 de mayo de 2013

Castilla-La Mancha: 30 años celebrando el fracaso

Por Javier Martínez.
Se cumplen 30 años de autonomía de Castilla-La Mancha. Momento de hacer balance. Este año toca ‘celebrar’ el 31 de mayo en Cuenca. No hay nada que celebrar, salvo el fracaso de la misma, pero se celebra. Para el pueblo que aún trabaja, políticamente ese día no significa nada, salvo un día más de vacaciones. Estampida general al pueblo y punto. Para el que no puede trabajar (camino del 30%), es un día más de agonía. Para la casta política, heredera de los caciques de toda la vida, es momento de colgarse medallas, darse premios, de solemnes discursos vacíos, de lucir palmito, de bla, bla, bla. Les propongo unas breves reflexiones.
El progreso según Castilla-La Mancha. TV digital por satélite domiciliario y pueblos abastecidos con camiones cisternas en el año trece del siglo XXI es perfectamente compatible. (Foto tomada en El Arrabal de Moya, localidad con un solo habitante en las faldas de la medieval Moya, Cuenca, hoy abandonada, orgullosa villa comunera en los confines de los reinos de Castilla, Aragón y Valencia.
¿Qué ha significado económicamente la creación de CLM? ¿Saben qué lugar ocupaba Castilla-La Mancha en el escalafón económico de las regiones de España hace 30 años y cual ocupa ahora? Hace 30 años nos situábamos en el sexto lugar por la cola, detrás de Extremadura, Andalucía, Canarias, Murcia y Galicia. Ahora ocupamos el tercer lugar, también por la cola, detrás de Extremadura y Andalucía. No es que no hayamos avanzado algo, faltaría más, es que avanzamos más despacio que el resto, perdemos posiciones relativas. Hemos pasado de ser una región agraria a ser una región no industrial. Porque aquí, si la industria pesa ahora porcentualmente más en el PIB no es porque suba, sino porque la agricultura baja. Me pregunto, ¿qué celebra la casta? Se nos dijo entonces que la autonomía serviría para acercar la administración al pueblo, para aumentar el bienestar del mismo, para dotar a las regiones de pulso político que las transforme económicamente. La milonga de ‘para acercar la administración al ciudadano’ se ha traducido en un simple cambio nominativo y en aumento de altos cargos.
"Hace 30 años CLM se situaba en el sexto lugar por la cola, detrás de Extremadura, Andalucía, Canarias, Murcia y Galicia. Ahora ocupamos el tercer lugar, también por la cola"
En los edificios capitalinos provinciales donde antes ponía Ministerio de tal, ahora pone Consejería de cual. La descentralización administrativa estaba hecha, faltaba la política. Así es como surgió una nueva élite política que pronto se transformaría en casta y en parásita.  A cambio, se crearon fronteras autonómicas administrativas en la meseta donde nunca las hubo, ya saben, para ‘acercarse al ciudadano’. Juas, juas. No se les ocurra ponerse enfermos de algo más que una gripe, porque la ‘solución’ que esta autonomía les ofrece se llama turismo sanitario por la neo-región resultante de trocear la antaño llamada Castilla la Nueva. Guadalajara y Cuenca, los patitos feos de esta invertebrada sub-meseta lo sabemos bien. Da igual que esté más cerca Madrid, o que Alcalá de Henares se encuentre a tiro de piedra de Guadalajara, te operan en las lejanas Albacete o Ciudad Real y listo. Si a Castilla La Nueva le restamos Madrid, lo que queda es un pollo sin cabeza rebautizado como Castilla-La Mancha. Y Madrid no es otra cosa que el pueblo más grande de Segovia. Tres décadas después, la vida de ambas sub-mesetas sigue pivotando sobre Madrid, la cabeza del pollo, pero con la dificultad añadida de unas fronteras administrativas infumables como única creación destacable de la casta política que nos parasita. Digo casta porque es endogámica, cerrada y la pertenencia a ella es un derecho adquirido por años de sumisión al jefe de la manada; y parásita porque viven a costa de otro de la misma especie, depauperándolo y alimentándose de él sin llegar a matarlo pero casi.
"Si a Castilla La Nueva le restamos Madrid, lo que queda es un pollo sin cabeza rebautizado como Castilla-La Mancha. Y Madrid no es otra cosa que el pueblo más grande de Segovia".
En estos 30 años hemos visto de todo. Más malo que bueno, para qué engañarnos. Un mega incendio en Guadalajara que se saldó con 11 muertos destapó que los bomberos de Soria y Madrid no podían ayudar en tiempo y forma con la rapidez que hubiese sido deseable. Ya saben, había una frontera administrativa que respetar. En una Castilla unida (toda la meseta es una unidad geográfica e histórica incuestionable no así política ni administrativa, lamentablemente), esas cosas no sucederían, pero claro, eso implica menos sillones, menos casta, menos fronteras y más ahorro y coherencia territorial. Menos fronteras, pese a lo cual todavía hay quien cree que el castellanismo es un nacionalismo más. Y no es cierto. 
Cuestionamos el modelo autonómico que troceó a Castilla en cinco regioncillas y nos hizo así irrelevantes e inviables por separado, no a España. Que quede bien claro. Los castellanistas somos unionistas castellanos, no rupturistas. No hay futuro sin unión, ni en Castilla ni en España. Lo que más hemos visto en estos años ha sido trasvases de agua, que es como decir trasvases de riqueza y población. Esos nunca faltan a su cita. El 47% de los conquenses viven fuera de la provincia, ya han sido trasvasados. Naturalmente gratis. Porque ofrecer gratis los recursos castellanos a la periferia es nuestro papel en España. Treinta años después, emigrar sigue siendo la única opción. Normal en una tierra donde el agua va y la basura viene.
El ATC es eso, basura atómica. Nos han vendido la moto de que un ATC es una instalación industrial cuando por definición un almacén carece de actividad manufacturera. Se nos prometió que con la autonomía llegarían los regadíos y la nueva agro-industria a La Manchuela conquense y albacetense, a razón de 50.000 hectáreas, para diversificar la agricultura, aumentar rentas del campo, crear miles de empleos, y para modernizarla "porque hay agua para todos". Para todos los periféricos, claro. Otro fracaso rotundo que demuestra que el pulso político de esta región-guión-comarca es cero patatero. In extremis nos libramos de un campo de tiro del ejército en Cabañeros, el Serengueti castellano, hoy Parque Nacional. Aún resuenan en mis oídos los ecos de un ministro catalán, Narcís Serra,  que nos soltó aquello de "un campo de tiro es compatible con la Naturaleza". Sobre todo si es la castellana, ¿verdad? Cuando echaba a andar esta autonosuya, treinta años ha, El Quijote era la obra cumbre de la literatura castellana. Hoy es cualquier cosa, un polideportivo municipal, un polígono industrial o la mancomunidad que recoge las basuras.

Hasta el nombre de esta autonomía es hortera y antihistórico. ¿Porqué no Castilla-La Alcarria o Castilla-Los Montes de Toledo? La Mancha, provoca sonrojo tener que recordarlo, es una comarca castellana más, no una región. Treinta años después, los políticos de esta tierra gestionan, tramitan, pero no transforman. Ese es el drama. Los reyes y los siglos pasan, los problemas se quedan. ¿Y qué gestionan? Todas las Consejerías se dedican a tramitar subvenciones, al fomento de la economía de la subvención. Los políticos gestionan sus propias carreras profesionales, nada más. Su única aspiración es saltar a otro puesto en Madrid y sumar años hasta la jubilación.
"Cuestionamos el modelo autonómico que troceó a Castilla y nos hizo así irrelevantes e inviables, no a España. Que quede bien claro"
Fuera de la política no hay nada, y dentro de ella no hay vida inteligente, solo trepas. Los partidos políticos son meras agencias de colocación. Se cuentan por docenas los padres que ‘apuntan’ al partido a sus retoños con 14 años, incluso antes. Tienen claro que la política ha dejado de ser una representación para ser una profesión, la única bien remunerada en esta tierra. CLM no pintaba nada hace 30 años y así seguimos, para que andar con rodeos. Las infraestructuras siguen siendo radiales (ahí está inconclusa ad eternum la A-40), lo que nos condena a ser simple lugar de paso, desbaratando así cualquier posibilidad de desarrollo endógeno. Hace treinta años pensábamos que con la autonomía se construiría el ferrocarril convencional Cuenca-Albacete, proyectado en 1948. No solo no existe aún sino que la línea convencional Madrid-Valencia por Cuenca está prácticamente desmantelada y la Aranjuez-Toledo ya ni existe. 

Es cierto que ahora tenemos una flamante Universidad, pero no es menos cierto que ésta ya no es el ascensor social que debía ser (el tapón social alcanza límites más que medievales). Ahora es un cementerio de ilusiones cuando no una fábrica de parados. Y no culpemos a la crisis, que la mayoría de facultades no han colocado a un titulado en su vida. Sus profesores tienen carnet de partido en un porcentaje escandaloso y se dedican a "investigar", en un 60% de los casos, cosas ya conocidas, o a hacer informes que apilar en una estantería; y sus alumnos no tienen más meta que acabar de repartidores de pizzas y gracias. Esta tierra sigue siendo el coto de caza con cortijo que siempre fue y la anunciada reforma de la ley electoral y de las Cortes tienen por misión garantizar precisamente eso, más bipartidismo (y menos pluralidad política), justo ahora que se derrumba. Hay que mantener el cortijo a toda costa. ¿Demoqué?, ¿dónde quedó, señora Cospedal, el liberalismo que se le suponía? Empiece por liberalizar la política. Entre pintoresco y patético fue el llamamiento del Defensor del Pueblo pidiéndole a éste públicamente en su web, que le defendiera del anunciado cierre "porque solo cuesta seiscientos mil euros al año" mantenerle en el chiringuito. Hace treinta primaveras las pensiones en CLM eran de las más bajas de España. Hoy seguimos igual, pero con el agravante de que ahora muchos hijos y nietos viven del abuelo. Y como aquí nadie transforma, dentro de otros treinta inviernos, más de lo mismo. Dentro de otros treinta, nadie recordará que 60 años atrás, cuando las autonomías eran embrionarias, teníamos 5 o 6 cajas de ahorros en cada sub-meseta, algunas tricentenarias, y que gracias al mangoneo legislativo de partidos y sindicatos que la autonomía chikilicuatre favoreció, acabaron en quiebra y todos se fueron de rositas. Una mano (la del PSOE), lava a la otra (la del PP), y las dos se lavan la cara.
Hace treinta años no supimos aprovechar la nueva etapa que con el Estado de las Autonomías se abría. Basta mirar el mapa español para darse cuenta que el castellano es el único pueblo hispánico que no vive agrupado en una sola administración autonómica. Castilla a secas, y por tanto los castellanos sin aditivos, no existimos... y eso que nadie ha hecho tanta historia como nosotros. A alguien le interesamos divididos, callados y vencidos. Con doce millones de castellanos aproximadamente, Castilla unida pudo ser la autonomía española más potente económica y políticamente, lo que sí se traduciría en capacidad transformadora, en futuro. Se acabaría eso de ir reptando cual ciudadanos restospañoles de segunda. Pero no fue. La cuestión hoy es, ¿porqué no serlo ahora?, ¿lo seremos algún día? No mientras prevalezca la casta del 31 de mayo en lugar del espíritu comunero del 23 de abril. Como dijera el escritor alcarreño Juan Pablo Mañueco, “Castilla, si quiere ser, tendrá que asumirse en lo que es. No hay otro camino” (Mañueco, J.P., en “Castilla, manifiesto para su supervivencia”, Editorial Riodelaire, 1984)

viernes, 17 de mayo de 2013

La derogación del marchamo 'Vinos de la Tierra de Castilla' y ¿la vuelta al granel en La Mancha?


Por Javier Martínez.

Ante la inminente derogación por parte de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha de la Ley por la que se creó hace lustros la indicación geográfica protegida Vinos de la Tierra de Castilla, deseo manifestar mi  rotundo rechazo a la misma y denunciar la errática y desnortada política vitivinícola de los distintos gestores de la Junta de Comunidades pasados y presentes que han llevado al agro vitivinícola castellano, con incidencia especial en La Mancha y La Manchuela, al caos más absoluto.
"La Junta de Comunidades pretende derogar la marca 'Vinos de la Tierra de Castilla' y arreando que es gerundio"
El marchamo Vinos de la Tierra de Castilla, que considero es una excelente marca comercial, fue creado para dotar de una marca reconocible común a vinos de baja calidad y escasa comercialización elaborados fuera de las denominaciones de origen o que no quieren o no pueden someterse a las normas de calidad y elaboración de éstas; si bien inicialmente tuvo cierto éxito y aceptación entre los viticultores, ha acabado en fracaso precisamente porque se concibió mal. A mi juicio, ese marchamo debe reformularse y debe emplearse no como marca de vinos de comercialización residual escasamente controlados sino como marca común global que identifique a todos los vinos de calidad que se producen en la meseta. No debe ser una submarca sino una supra marca geográfica que ayude a posicionarse a todos nuestros vinos, sobre todo en mercados internacionales que es donde se juega el futuro el sector. La Marca Castilla goza de un incuestionable prestigio entre las capas cultas y adineradas de toda Europa y de medio mundo; es lamentable que en este y en otros muchos ámbitos no seamos capaces de extraerle el valor económico que tiene. Es una marca fácilmente reconocible, lo que evita grandes inversiones previas en posicionamiento, y se asocia a un territorio peninsular concreto, lo que ayuda a diferenciarse de otros competidores españoles tanto dentro pero sobre todo fuera de España donde introducir y asentar docenas de denominaciones de origen por separado se antoja un disparate mercadotécnico.

Propongo que se rescate, se reformule y se relance dicho marchamo como sello comercial agrupado común a todos los vinos de Castilla. No debemos olvidar ni pasar por alto que no ha existido ni ha surgido jamás en toda la historia peninsular una entidad político-institucional con la poderosa personalidad y con un protagonismo histórico a escala regional, peninsular, continental y global como el de Castilla, y eso implica actualmente un valor económico inmenso en muchísimos ámbitos que nadie está sabiendo explorar ni explotar sobre todo en aquellas actividades económicas que se asocian al medio físico como es la agro ganadería y el turismo cultural, rural y de interior.

La política agraria de la Junta de Comunidades, un auténtico caos.

La política agraria de la Junta de Comunidades de las últimas décadas y la actual no hay quien la entienda y es un auténtico caos. Es como un partido de ping-pong, ahora hacía allá, ahora hacia acá. Ahora se subvenciona arrancar viñas al tiempo que también se paga por plantarla, ahora se permite regar las cepas, antes estaba prohibido, antes las variedades autóctonas no servían y han de ser francesas, ahora se vuelve a la variedad airén de peor calidad y mayor producción que devuelven a La Mancha a los tiempos del granel. Se ha perdido la perspectiva, si es que alguna vez se tuvo, y no solo con la viña (con el olivar pasa algo parecido), cuando con la viña hay que pensar en plazos de 20 años. La prueba es que también se deroga parcialmente la Ley de la Viña y el Vino de Castilla-La Mancha dando la impresión de que no sabemos qué hacemos ni donde vamos. Solamente la eliminación del capítulo de infracciones y sanciones al agricultor, que al parecer eran diez veces mayores aquí que en otras regiones, parece razonable.

En los últimos meses hemos visto un nuevo giro en política agraria. Ahora resulta que la restructuración del viñedo, es decir, la replantación con riego por goteo y más alta densidad para aumentar producción, va a prolongarse un año más de lo previsto en Castilla-La Mancha según autorizó hace semanas la Junta de Comunidades que dirige Cospedal. Motivo alegado: los viveros no tienen cepas suficientes para atender el aluvión de pedidos de última hora del último año del plan. Pero sobre todo no las hay de la antaño denostada variedad airén, empleada esencialmente para hacer alcohol vínico (y brandy de Jerez), la misma que se ha venido arrancando inmisericordemente durante años, reduciendo su superficie de 400.000 a 200.000 hectáreas en pocos años. ¿Qué está pasando? Que en las bodegas no se le paga al agricultor la calidad sino la cantidad (posiblemente porque éstas no saben llegar después a un consumidor final que valore y reconozca en una marca común, prestigiosa, sólida y fácilmente reconocible la calidad y el origen del producto) y el agricultor se está desengañando y está volviendo a la viña de siempre, y que un año de buenos precios para los graneles ha relanzado el frenesí vitícola echando por tierra años de política vitivinícola orientada no a la cantidad sino a la calidad. ¿Qué puede pasar en un futuro próximo? La vuelta a la plantación masiva de airén, ahora con riego, puede alcanzar cosechas espectaculares de hasta 20 toneladas por hectárea y acabar en una burbuja cuyo pinchazo en el futuro acarreará consecuencias desastrosas, más aún en comarcas dedicadas al monocultivo de la vid casi en exclusiva. Los precios de la uva en estos últimos años han sido excepcionalmente buenos, con una rentabilidad como hacía años que no se veía y eso ha desatado el entusiasmo por plantar lo máximo posible antes de que se acabe el plazo de la reestructuración. Dado que la gran mayoría de las reestructuraciones consisten en sacar viñas viejas y de poca producción (aunque de mayor calidad) y sustituirlas por la airén (de baja calidad y alta producción), eso supondrá aumentar la cosecha de toda España, La Mancha es el mayor viñedo del país, hasta la sobreproducción dentro de tres a cinco años (que es cuando se alcanza el óptimo de producción) lo que desembocará en un hundimiento o estallido de la burbuja. Una vez más, el campo castellano se está lanzando al monocultivo sin límites de lo que últimamente parece haber sido rentable, relanzando (como también sucede con el olivar), ciclos de sobreproducción y de hundimiento, y todo ello por una obtusa planificación pública desde la Junta de Comunidades.
"La vuelta a la plantación masiva de airén, al granel y la no calidad, puede acabar en una burbuja cuyo pinchazo en el futuro acarreará consecuencias desastrosas"
Propongo, por enésima vez y precisamente ahora que se están redactando los nuevos planes hidrográficos con los que se aprobará el nuevo Plan Hidrológico Nacional (PHN) antes de fin de año, retomar los planes de regadío de La Manchuela conquense y albacetense declarados hace décadas como de interés general por el Estado, y aún sin desarrollar, así como la utilización del agua del canal Tajo-Segura para transformar en regadíos cientos de tierras castellanas por las que trascurre dicho canal. El regadío es la única forma de conjugar especialización y diversificación agrícola sin caer periódicamente en devastadores ciclos y burbujas que condenan a la ruina periódica al campo castellano, además de ser motor de desarrollo agroindustrial indirecto y de servicios inducido. Esto sí, señora Cospedal, haría de la agricultura la base de la pirámide económica regional y conllevaría empleo en cantidades notables y no sus buenas palabras.

miércoles, 1 de mayo de 2013

El Ministerio sigue concediendo ilegalmente el control del Júcar a Valencia


Por Javier Martínez.

El Ministerio de Medio Ambiente que dirige Arias Cañete (PP) aprobó el pasado 13 de abril un real decreto que permite mantener a la Generalidad valenciana el control en la gestión del río Júcar frente a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Así se desprende del texto que establece la composición, estructura y funcionamiento del Consejo de Agua de la Demarcación (sic) Hidrográfica del Júcar publicado el pasado día 13 de abril en el Boletín Oficial del Estado, y así lo celebra la prensa valenciana que asegura que ‘el Consell aún controla la gestión del Júcar’, gracias a ese decreto, si bien de forma provisional pero esencial, y que ‘el Gobierno prorroga la influencia de la Generalidad sobre el río Júcar’.
"El real decreto permite mantener a la Generalidad valenciana el control en la gestión del río Júcar frente a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha"
Ese decreto del Gobierno es manifiestamente perjudicial para los intereses de las dos provincias castellanas afectadas, Cuenca y Albacete, pues supone prorrogar el incumplimiento de sentencias judiciales emitidas hace lustros, y darle un nuevo respiro a la Comunidad Valenciana, que afrontará el nuevo Plan Hidrológico del Júcar con el mismo e injustificado peso político que ahora, lo que será demoledor para Castilla, pues en el mismo se contemplará el reparto de agua para regadíos así como la sepultura definitiva de las 60.000 hectáreas de regadío que se declararon de interés general hace décadas en La Manchuela conquense y albacetense y que siguen sin desarrollarse por presiones valencianas.
"El decreto del Gobierno es manifiestamente perjudicial para los intereses de Cuenca y Albacete, pues supone prorrogar el incumplimiento de sentencias judiciales emitidas hace lustros, y darle un nuevo respiro a la Comunidad Valenciana, que afrontará el nuevo Plan Hidrológico del Júcar con el mismo e injustificado peso político que ahora, lo que será demoledor para Castilla"
El documento mantiene el statu quo político actual (ignorando nuevamente las sentencias), que permite mayoría valenciana por un solo vocal, si bien consagra la provisionalidad que dura ya años y que consideramos es una nueva afrenta y desprecio hacia el interior castellano y a las propias resoluciones de los tribunales.
Valencia quiere seguir mandando en solitario en el Júcar, incluso a costa de incumplir su propio Estatuto de autonomía, que le obliga a recibir, y a segregar por tanto, sus cuencas intracomunitarias (aquellas que nacen y mueren en una misma región porque desembocan directamente al mar) del Júcar. El Gobierno del Estado le ayuda a ello. El titular  (Levante, 14/04/2013) no deja lugar a dudas, en la Confederación manda el Gobierno valenciano, no el Estado, pese a no estar transferida, pese a la geografía, pese a las sentencias y pese al propio Estatuto valenciano. A estos, naturalmente, no les importa. Castilla pierde.
Para entender cuál es el problema, recordemos que en Valencia se acuñó el término ‘demarcación del Júcar’ en lugar del habitual en todas partes de ‘confederación o cuenca del Júcar’, pues se pretende mantener en la cuenca del Júcar a multitud de ríos independientes y no afluentes del Júcar, así como territorios que nada tienen que ver con el mismo. La cuenca hidrográfica del Júcar incluye, tan solo, tierras de Cuenca y Albacete, así como el sur de la provincia de Valencia. No incluye ni la Albufera, ni Valencia capital (por donde transcurre el Turia) ni el norte de la provincia valenciana ni mucho menos Castellón o el sur de Tarragona, como tampoco la provincia de Alicante. El objetivo de añadir territorios a la ‘demarcación’ Júcar que no son de la cuenca hidrográfica del Júcar es político, dado que añadiendo población se consigue el control del río, de una importancia económica extraordinaria para ambas regiones, y que de otra forma no sería posible pues correspondería a los castellanos la mayoría en la Confederación. Esta es la razón por la cual en la Comunidad Valenciana se niegan a cumplir su propio Estatuto de autonomía, e incluso se levantan voces para que se modifique renunciando a competencias (la experiencia dice que el Estado favorece a la periferia), y no asumen la gestión de las cuencas intracomunitarias (las que nacen y mueren en territorio valenciano, como el Palancia), una competencia que se niega a desarrollar. De hacerlo, esas cuencas saldrían de la Confederación del Júcar, por lo que el Consell valenciano perdería representación y, por tanto, el control de la entidad que gestiona el río.
Con todo, el decreto incorpora una disposición transitoria que fija la hoja de ruta para poner fin a esa provisionalidad que mantiene los inaceptables privilegios de los valencianos, pero cuidado porque ese pretendido fin es posterior a la elaboración del Plan Hidrológico del Júcar (donde quedará ya todo decidido), por lo que las consecuencias para Castilla serán irreversibles ya que nuestros intereses serán decididos y subyugados por los valencianos.
"Se fija la hoja de ruta para poner fin a esa provisionalidad que mantiene los inaceptables privilegios de los valencianos, pero cuidado porque ese pretendido fin es posterior a la elaboración del Plan Hidrológico del Júcar"
Frente a todo ello, a los castellanos no nos basta con que se gestionen por separado los ríos que como el Júcar, el Turia o el Palancia son independientes, o con que se transfieran a las autonomías las cuencas intracomunitarias, sino que cada región debe gestionar su tramo de los ríos comunes y adaptarse a lo que tiene. Si Portugal y España gestionan admirablemente cada uno sus tramos de los ríos comunes, si el Danubio es gestionado por catorce Estados, no vemos la razón por la cual el Júcar no puede ser gestionado en régimen de igualdad territorial (sin el criterio demográfico). Eso es más compatible con el modelo de Estado Federal que la situación actual. Hay que tener en cuenta que todos los ríos castellanos antes o después van a parar al mar, por lo que todos nuestros ríos (y nuestros intereses económicos asociados), si no se gestionan como si de un Estado Federal verdadero se tratase, acaban siendo también de ellos, mientras los suyos solo serán de ellos, es decir, nuestros intereses quedan condicionados a los suyos sin que exista reciprocidad y eso es colonialismo.
"Una vez elaborado el Plan Hidrológico del Júcar, junto con el resto de planes, se elaborará el Plan Hidrológico Nacional, por lo que en éste quedarán viciados de origen los intereses castellanos, y una vez más, se ignorarán los regadíos que en su día fueron declarados de interés general por el Estado en La Manchuela"
Alertar que una vez elaborado el Plan Hidrológico del Júcar, junto con el resto de planes, se elaborará el Plan Hidrológico Nacional, por lo que en éste quedarán viciados de origen los intereses castellanos, y me temo que una vez más, se ignorarán los regadíos que en su día fueron declarados de interés general por el Estado en La Manchuela y que los castellanistas reclamamos se construyan de una vez por todas. El asunto no es baladí, extrapolando experiencias similares en climatología y producción vegetal, estamos hablando de unos 130 mil empleos entre directos, indirectos e inducidos a repartir entre las provincias de Cuenca y Albacete. Como ejemplo de que no se tiene en cuenta los intereses de Castilla, de que se nos niega transformar en regadío nuestras tierras con nuestra propia agua mientras otros regadíos levantinos sí están siendo tenidos en cuenta pese a que no son de las tierras de la cuenca del Júcar, el real decreto reconoce nada menos que en su preámbulo la unidad (sic) de gestión del sistema Vinalopó-Alacantí, con lo que, mientras se mantenga el status actual, el Júcar-Vinalopó será considerado como un canal entre territorios del Júcar sin serlo, dándoles además a las tierras de Alicante derechos, reservas hídricas y preferencia en el riego, por 'derecho de antigüedad', sobre las de Cuenca y Albacete (que si son territorio Júcar).