sábado, 14 de julio de 2012

El PP ya planea reconocer ‘singularidades’ fiscales a los catalanes al estilo succionador vasco-navarro.

Por Javier Martínez
Tienen mayoría absoluta, lo que en principio nos ponía, a los restospañoles, temporalmente a salvo de los chantajes periféricos, pero ni aún así. El PP va entrando en el juego chantajista catalanista de ‘Espanya ens roba’, que está dando sus frutos, y está dispuesto a poner la colleja. Así lo anuncia  El Confidencial (14/07/2012): el PP prepara un pacto fiscal alternativo donde se reconocerían singularidades especificas para los catalanes dentro de la ley de financiación de régimen común o Lofca. Todos sabemos lo que eso significa, la ley ya no será la misma para todos, pues no se nos aplica igual, y lo que unos reciben de más, otros lo harán de menos, ya que el sistema es un juego de suma cero. Los castellanos (y demás restospañoles del régimen común que queden), seremos aún más restospañoles. Y no pasa nada, oigan, ya se encarga el indolente PPSOE (el PSOE siempre arrima el ascua hacia la sardina catalanista-andaluza, no lo olvidemos, sus dos graneros), de tenernos distraídos a los castellanos mientras aplaudimos los goles de la roja. ¡Esto sí que es un gol! ¿Ven ahora cómo aquel modelo sociata-zapateril que tan ventajoso era para catalanes y andaluces (y que tantas iras levantó en 2009) iba a durar dos telediarios, que ni aún así estarían contentos?
"El PP prepara un pacto fiscal alternativo donde se reconocerían singularidades especificas para los catalanes; la ley ya no será la misma para todos, pues no se nos aplica igual, y lo que unos reciben de más, otros lo harán de menos, ya que el sistema es un juego de suma cero. Los castellanos (y demás restospañoles del régimen común que queden), seremos aún más restospañoles"
El modelo que ahora estudia el PP de Rajoy, siempre según El Confidencial, establece  siete puntos básicos para el enésimo modelo de financiación autonómica: 1) incremento de la corresponsabilidad fiscal con el Estado (aceptable); 2) incremento de los impuestos cedidos, en el marco de un modelo propio (¿modelo propio, pero no era la Lofca una ley financiera igual para todos los restospañoles (todos los españoles menos vascos y navarros)?; 3) incremento de la participación en la cesta de impuestos (esto tiene truco, el IVA lo pagan los consumidores en la región que compran, pero acaban dándoselo a otra región si se fabrica en otro sitio, es decir, pagan los impuestos al vecino, a ‘otro país’); 4) máxima capacidad normativa en los impuestos cedidos y transferidos (aceptable); 5) una Agencia Tributaria catalana con capacidad de gestión e inspección de los tributos propios, cedidos y transferidos, con estricta cooperación con la Agencia Tributaria del Estado (¿estricta cooperación? Juas, juas, tenemos el precedente vasco-navarro donde la lealtad brilla por su ausencia, los expolios y las trampas son continuas, acuérdense de las vacaciones fiscales y los enjuagues Estado-Navarra. Recomiendo leer en esta bitácora los artículos sobre las vacaciones fiscales y los relacionados con cómo vascos y navarros nos chupan la sangre, admitido por altos funcionarios del Estado); 6) Principio de ordinalidad que garantice el mantenimiento de la posición catalana respecto a su propia renta per cápita y no altere la posición relativa de Cataluña en el ranking de las comunidades autónomas después de aplicar los mecanismos de nivelación (esto es miserable e indigno, porque establece un mecanismo tal, que garantiza a Cataluña que jamás podrá ser adelantada en renta por ninguna otra, les garantizamos que serán más ricos que nosotros de por vida); y 7) principio de solidaridad con el resto de comunidades autónomas, que ha de ser finalista y que no perjudique la capacidad de crecer y competir de la economía catalana (esto es un brindis al sol, en el fondo supone admitir que se acabó la solidaridad entre españoles ricos y pobres si están en regiones diferentes, al estilo de lo que ya sucede con Vasconia y Navarra. Eso sí, para taparles sus pufos y avalarles su deuda vía hispabonos, si se acuerdan de nosotros.
En resumen, los antiespañoles peris en el papel de pillos, y los restospañoles de interior, en el de idiotas. Nada nuevo. ¿Qué sentido tiene así España? se suponía que ésta era una comunidad histórica de hombres libres e iguales que cooperan y son solidarios entre sí.
El Confidencial 14/07/2012.
"¿Qué sentido tiene así España? se suponía que ésta era una comunidad histórica de hombres libres e iguales que cooperan y son solidarios entre sí"

Es cierto que al menos el sistema no contempla inicial y teóricamente, un punto humillante para el Estado (y los restospañoles que quedemos en el modelo segundón de financiación), propuesto por la Generalidad (y que está en vigor en Vasconia y  Navarra), cual es el de que la Generalidad “establece una cuota de retorno al Estado en concepto del coste de competencias o los servicios comunes que afectan a Cataluña, cuota revisable quinquenalmente y acordada bilateralmente con el Estado”, es decir, que la Generalidad negocia de igual a igual con el Estado (eso supone reconocerle soberanía fiscal, admitir que están en el mismo plano jurídico) lo que le paga a éste (pudiendo no pagar si no hay acuerdo) en concepto de servicios prestados por el Estado en Cataluña, no así los gastos de servicios comunes que disfrutan pero no se prestan en Cataluña (embajadas, Corona, organismos y cooperación internacionales, ejército, misiones en el exterior, servicios centrales del Estado, etc.) y que serían costeados solo por los restospañoles. La bilateralidad que reclaman los catalanistas no es otra cosa que convertir al Estado en un mero proveedor de ciertos servicios en Cataluña, disponiendo ésta de capacidad para negociar el precio que le paga a aquella, si es que quiere pagar; supone establecer una relación, en la práctica, puramente mercantil; supone que la región equivale y manda sobre el todo restante (el Estado) y donde los que formamos el todo restante no tenemos nada que opinar, pues estamos en otro status.  Si ahora recordamos los mejunjes Estado-Navarra recientes, pues es para que se nos erice el bello.

Y todo esto porque no hay nadie en este país que diga lo que hay que decir: o todos iguales (fuera artículos de la Constitución que consagran privilegios fiscales) o fuera. Mientras tengamos más miedo a la ruptura que a nuestro propio expolio y sumisión, estamos vendidos, y los chantajes y deslealtades crecerán. Engordamos el problema. ¿Por qué no expulsarles, porqué no crear un derecho de admisión? A fin de cuentas, basta ver las balanzas comerciales para darse cuenta de quién pierde más en caso de ruptura, es decir, quién gana más en caso de unidad. Si yo fuese catalán, me preocuparía que se llegase a ejercer el ‘derecho’ de autodeterminación unilateralmente. El problema es que soy castellano y no lo acaban de ejercer porque prefieren el privilegio a la independencia.

Y ante este panorama de un Estado que continuamente acepta pastelear con una región los asuntos que afectan a todas, y un PPSOE entregado a sus intereses particulares y personales de forma irremediable, a los castellanos no nos queda otra que el camino del castellanismo, la reunificación política en un único ente administrativo autonómico que nos haga recuperar peso político y económico. Y ello porque el españolismo y la Constitución no garantizan ya la igualdad ni aspiran a ella.

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