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lunes, 12 de agosto de 2013

Nuevo Plan del Júcar: más de lo mismo. Castilla vuelve a perder, Valencia a ganar.

Por Javier Martínez 
Tras analizar la propuesta del Ministerio para el nuevo Plan Hidrológico del Júcar (PHJ), publicado el 08/08/2013, es evidente que el mismo es un claro heredero del pactado en 1998 por los ex presidentes Zaplana, Bono y el ministro Matas (si bien ahora cuantifica y reconoce explícitamente en su articulado las cantidades teóricas que todos los afectados necesitan), por lo que no resuelve ni ataca de raíz los problemas históricos que padecemos en Castilla, simplemente los obvia.
"No resuelve ni ataca de raíz los problemas históricos que padecemos en Castilla, simplemente los obvia"
El plan contempla unos recursos disponibles en la red fluvial de 3.056 hm3 y unas demandas reales de 3.113 hm3, es decir, se admite el desequilibrio entre lo que se exige al río y lo que éste es capaz de aportar por lo que se mantiene la ficción de que hay agua en el Júcar para todos. El conflicto del Júcar seguirá abierto.
"Se mantiene la ficción de que hay agua en el Júcar para todos. El conflicto del Júcar seguirá abierto"
El déficit hídrico es tan evidente que el nuevo plan, a diferencia del de 1998, incluye un apartado específico (artículo 33) para hablar de las "demandas no atendidas con recursos propios" de donde se deduce que habrá trasvases al Levante, bien desde el Tajo, bien desde el Ebro.
Así, alertar que el PHJ "reconoce que en los sistemas Júcar y Vinalopó-Alacantí no es posible atender con sus recursos disponibles todos los derechos de agua existentes, las re-dotaciones y los posibles futuros crecimientos de demanda con las adecuadas garantías y cumplir con el régimen de caudales ecológicos" establecido en el documento. "Se requiere por tanto el aporte de recursos cuyas características y procedencia serán determinados por el Plan Hidrológico Nacional", añade el documento. Aportación que descansará, huelga decirlo, en la posibilidad de trasvases y dada la situación política en el Ebro (Cataluña), me temo que el punto de mira se sitúe en la anestesiada Castilla, en el Tajo Medio, o incluso en el mismísimo Duero, tal y como ya apuntó un ministro valenciano de Agricultura de Felipe González, Vicente Albero, hace unas décadas.
El nuevo plan, apoyado incomprensiblemente por Cospedal y su Gobierno regional,  sigue otorgando "la máxima prioridad" a los riegos valencianos tradicionales del Júcar y alude al carácter histórico (sic) en una impactante frase redactada de la misma manera que en el plan anterior, reconoce la prensa valenciana. Dicho de otra forma, como no hay agua para todos los regadíos presentes (en Valencia) y proyectados hace décadas (en La Manchuela conquense y albacetense), se acepta el status quo actual según el cual los castellanos seguimos poniendo gratis el agua (dejándola correr), nos quedamos sin regadíos en La Manchuela de nuevo, y los levantinos se llevan los beneficios y el empleo. Y todavía hay quien se creerá eso de que el agua, nuestra agua, es de todos. Falso. Con este plan, nuestra agua (y digo bien, nuestra agua), sigue siendo de ellos por mor de unos infumables “derechos históricos" al expolio de recursos del vecino, que puede beber, faltaría más, pero no regar ni crear agroindustria como consecuencia de ello. Esto último solo pueden hacerlo los valencianos, que para eso son españoles de primera, con derechos "históricos" (sic), es decir, con privilegios a nuestra costa, reconocidos en un plan que pronto será ley. El agro castellano continuará como segundo plato. Y a callar, ayer como hoy, que manda el PPSOE.
Solo la ciudad de Albacete, que hasta hace poco tomaba agua de pozos y no se le permitía utilizar la del Júcar, puede presumir de mejorar algo, ya que recibe una asignación de 24 hm3 más 7 hm3 de reserva de agua superficial del Júcar. Como se ve, más que una mejora es un cambio de suministro. Faltaría más que ni para beber se pudiera usar el agua en la meseta. No entendemos a qué viene tanta alegría, tanta autocomplacencia, tanto peloteo en el PP conquense a Cospedal y Rajoy. Beber es lo mínimo. El problema de fondo no es si tendremos unos hm3 más arriba o abajo, o si unas docenas de pueblos conquenses van a tener, por fin, grifos en sus casas. El problema es que no controlamos nuestros recursos, otros hacen el mega negocio. 

A los regadíos de la Mancha Oriental se le asignan 320 hm3 de recursos subterráneos más 80 hm3 de aguas superficiales para sustituir los bombeos actuales, y en teoría, permitir la recuperación ecológica del Júcar en su tramo medio. No caerá esa breva. Después de otorgar 400 hm3 al regadío de Albacete (320+80) el documento admite que los derechos de agua concedidos por el Gobierno a los regantes de esta zona superan en 60 hm3/año el agua disponible real. Sin embargo, amplia la posibilidad de legalizar algunos, pocos, regadíos puestos en marcha irregularmente en la zona en los últimos años y para dotarlos establece una nueva reserva sobre aguas del Júcar de 65 hm3. Una minucia comparada con los miles de hectáreas ilegales que se regularizarán en Valencia, Alicante y Murcia (Segura), y que exigirán enormes cantidades de agua dejando aún más exhausta a Castilla, al Alto Tajo y al Júcar.
Destacar que pese a que el plan habla de sustitución paulatina de las extracciones de agua subterránea que afectan al caudal del río, el objetivo del cumplimiento medioambiental se aplaza hasta el año 2027; largo me lo fiáis, dejando claro la prioridad de los intereses levantinos de toda índole sobre los castellanos (medioambientales o del tipo que sean). Y es que a Valencia, nada le importan los caudales ecológicos, no hay más que ver como el río Turia es desecado al 100% desde hace décadas, justo al entrar al término municipal de dicha ciudad, y por ninguna parte se contempla en el plan regenerarlo. Bueno, “si le importa” que se mantengan los caudales pero en el interior castellano, por aquello de que así más agua corre hacia sus huertas.
El PHJ, que debe superar la actual fase de exposición pública de seis meses y ser aprobado por el Consejo Nacional del Agua antes de convertirse en un Real Decreto, presenta además, clamorosos “olvidos” y reivindicaciones históricas castellanas que lamentablemente nadie en Cuenca, ni desde el PP ni desde el PSOE, reclaman.
Entre los temas relevantes históricos que nos afectan y que no contempla o no resuelve el plan elaborado por el ministerio que dirige Arias Cañete, destaco los siguientes (adjunto mapa publicado en Levante el 27/06/2013 para entenderlo mejor):
El conflicto del Júcar (Levante, 27/06/2013)
1º.- No se resuelve el espinoso asunto de los límites verdaderos de la cuenca del Júcar, manteniendo “provisionalmente”, y contra sentencias judiciales, la delimitación actual. Es decir, se siguen considerando como territorio Júcar amplísimas zonas de ríos completos e independientes (no afluentes) del Júcar, como el Turia, el Palancia y el Mijares, así como hasta doce cuencas intracomunitarias valencianas (territorios independientes que vierten directamente al mar) sobre todo de Castellón y Alicante. La CCAA que tenga más territorio dentro de la futura y real demarcación del Júcar tiene derecho a un mayor número de representantes en los órganos de gestión y planificación. Castilla-La Mancha, si consiguiese ese objetivo que la geografía le otorga, podría sacar adelante los regadíos de La Manchuela que ahora se le niegan y cuantos quisiera. No es baladí el asunto, 50.000 hectáreas en riego pueden sostener una población nueva de unas 130.000 personas. No solo eso, podríamos incluso trasladar la Confederación del Júcar a Cuenca o Albacete. Nos falta un solo vocal para lograrlo, y si se cumpliesen las sentencias y se respetase la geografía, nos sobraría uno. 

2º.- Para “compensar” esa pérdida de influencia política en el Júcar, desde Valencia se han inventado el concepto “cuenca endorreica” (sin salida al mar) de Albacete y Pozohondo y que “suponen” casi la mitad de la provincia de Albacete. Es evidente el engaño, todas las cuencas interiores, sean de aguas superficiales o subterráneas, vierten más pronto que tarde al río Júcar, no son agujeros negros. Es hora de que se contemple y adapte escrupulosamente el concepto administrativo de confederación al concepto hidrológico o geográfico, es decir, que solo el sur de la provincia de Valencia, y en ningún caso Castellón o Alicante, se incluyan en la Confederación del Júcar, dejando fuera a todo el Turia, etc., y no solo La Albufera y el barranco del Carraixet como defiende con escasa ambición la Junta de Comunidades. En el caso de que los valencianos no acepten la geografía, y en previsión de que es imposible entenderse con los periféricos, nuestro discurso deberá ser aún más contundente si cabe: que cada cual gestione su tramo de río en su territorio y adiós muy buenas, se acabó lo de ser una colonia económica interior sin derecho al uso o venta de su principal y casi único recurso natural, el agua. Que emigren ellos.

3º.- La exclusión de las cuencas intracomunitarias de Alicante del Júcar, conllevaría que el Júcar-Vinalopó, actual y eufemísticamente “una transferencia interna”, pase a ser lo que realmente es, un trasvase más, por lo que los territorios reales del Júcar (donde ya tendríamos mayoría) serían reconocidos como cuenca cedente, teniendo la prioridad legal que ahora se les niega.

4º.- No permite segregar hidrológicamente a la perjudicada meseta de Utiel-Requena. Dado que la comarca de Utiel-Requena es geográfica e históricamente parte de la meseta, de Cuenca, y por tanto de Castilla, y sufre por parte de la Confederación del Júcar y de la Generalidad el mismo y tradicional ninguneo a su agricultura, a la que condena a ser de secano y escasamente rentable, y dado que si pertenece a la cuenca real del Júcar, los castellanistas conquenses reclamamos su reincorporación a Cuenca, lo que aumentaría aún más el peso de todos nosotros en los órganos de gestión de la Confederación, haciendo disminuir el de los valencianos, además, en la misma proporción. Jaque mate.

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