Por Javier Martínez
Escribía recientemente el escritor, filósofo y catedrático de Lengua y Literatura andaluz, José Mª Vaz de Soto (Paymogo, Huelva, 1938), en El Mundo 02/03/2015, un artículo titulado “Castilla la Novísima” que con agradable sorpresa para mí decía:
Continua el artículo:
“No diré que para la gente en general ni para la gente culta, pero para la semiculta del norte de España, Andalucía es pueblo llano autóctono y aristocracia venida de fuera, o dicho con una imagen de no lejana actualidad, Cayetana de Alba y gitanos. Vaya por delante que yo soy, o me considero, un andaluz de la tercera vía. No me hace gracia la identificación de Andalucía con los gitanos, ni tampoco (por más que así nos vea cierta gente de Bilbao o Valladolid) con una masa agitanada y unos pocos aristócratas llegados de otra parte, o sea, de la suya. Y es que de esa otra parte, esto es, de la España medieval cristiana, procedemos históricamente, nos guste o no y les guste o no a ellos, no sólo la aristocracia, sino la inmensa mayoría de los actuales andaluces. En cuanto a los gitanos que aquí viven, por supuesto que son tan andaluces como los payos, pero no son, como algunos creen, Andalucía; sólo parte de ella, y no la mayor”.O sea, como en todas partes, añado yo, por lo que no se explica que sea solo con esa tierra con la que se identifica el gitanerío, el flamenquito y la heroína que se chutaba el amigo Camarón. Nada que no veamos en las barriadas de Madrid, Barcelona o Valencia… o París, Burdeos y Marsella. ¿Por qué solo se asocia la marginalidad con Andalucía? , ¿no será que allí se idolatra a "los perdedores"? Y hasta al enemigo-invasor.
Continua el artículo:
“Tampoco me parece nada acertada, por muy poética que pueda sonar, la identificación de Andalucía con ‘las gentes que a mi tierra vinieron’, como rimaba Manuel Machado, o sea, con los árabes o los moros. Es más, resulta paradójico y disparatado que algunos andaluces hayan terminado identificándose con nuestros enemigos seculares de antaño, sabiendo como sabemos que Andalucía fue, desde mediados del siglo trece, vanguardia de la España cristiana contra el Islam hispánico y norteafricano, empezando por la llamada Frontera, que ha dejado su nombre en tantos topónimos andaluces, como Jerez de la Frontera, Arcos de la Frontera, Morón de la Frontera o Aguilar de la Frontera, así como en los romances denominados fronterizos por Menéndez Pidal”.En efecto, hay hoy una Andalucía oficial y política que por alguna extraña razón, quizás para auto-justificar su existencia administrativa, olvida intencionadamente a los tres verdaderos creadores de Andalucía. A saber, Alfonso VIII de Castilla, el que abrió la lata en Las Navas (La Carolina, Jaén), Fernando III de Castilla, el que se comió todo el pescao habido y por haber del valle del Guadalquivir (Jaén, Córdoba, Sevilla y parte de Extremadura) y atrajo, unió y fusionó, para la causa castellana, la sangre leonesa, e Isabel I de Castilla, quién cerraría el candado castellano tras la Toma de Granada y cuya conmemoración-celebración-homenaje tanto jode hoy a la izquierda pro-moruna local, que no dudan en manifestarse con banderas verdiblancas con lemas en árabe. Y lo peor, han sustituido y arrinconado a tres gigantes de la política y la historia patria, por un botarate padrecito imaginario de una presunta “patria” andaluza: el filoislamista Blas Infante.
“Por tanto, señores andalucistas blasinfantiles de cualquier partido, perdonen que les lleve la contraria, pero nada de ‘volver a ser lo que fuimos’, porque nunca lo fuimos; es decir, nada de musulmanes, casi nada de árabes ni de moros, poco de gitanos y rebajen ustedes las supuestas tres culturas de las que siguen presumiendo a falta de mitos prehistóricos o altomedievales. Yo aceptaría para nuestra región, al margen de estatutos de autonomía y proclamados padres de supuestas patrias, el sobrenombre de Castilla la Novísima, de no ser porque no quiero que se me confunda con fundamentalistas de signo opuesto y porque pienso que hay también una Andalucía más o menos leonesa (Huelva y media Sevilla), otra algo aragonesa y levantina (Almería y parte de Granada) y otra, dispersa, de todavía más al norte, incluso de allende el Pirineo. Pero frente a los adictos al mito, tanto de por aquí (Blas Infante, sin ir más lejos) como de por allá (Ortega y Gasset a la cabeza), prefiero adscribirme, antes que a la ficticia Andalucía ‘oriental’ de los románticos o a la manuelmachadiana ‘de la raza mora, vieja amiga del sol’, a la Andalucía europea y cristiana -creyente o incrédula a estas alturas de la modernidad- comoquiera que queramos llamarla.”
No tema don José Mª, en aceptar lo de Castilla la Novísima. Ignoro el motivo, pero observo con preocupación que en cuanto nace el más mínimo atisbo de castellanismo en los hijos de la tierra de los castillos, nosotros mismos, más aún cuanto más cultos, nos encargamos de abortarlo. Creo honestamente que tememos ser equiparados a la carcunda periférica, tan desleal, tan atrabiliaria y tan antiespañola. Afortunadamente, el castellanismo político no ha tenido ensoñaciones ni tentaciones independentistas ni filototalitarias; ni siquiera necesitamos inventarnos una historia para sentir el pecho hinchado, nos mueve alzar nuestra débil voz contra los que vilipendian nuestra lengua y legado desde tres o cuatro esquinas peninsulares. Es algo defensivo. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién? ¿Vamos a pedir perdón por ser Castilla, por qué habéis de renunciar a llamaros Castilla la Novísima? Las primeras batallas que se pierden son las que no se disputan. Y esta es una batalla ideológica, intelectual. Si Blas Infante de alguna manera ha triunfado en el imaginario andaluz ha sido por incomparecencia del resto.
¿Quién era Blas Infante?
Blas Infante Pérez de Vargas (Casares, Málaga, 1885-Sevilla, 1936), de apellidos inequívocamente suecos, notario de profesión y político de vocación, fue el principal ideólogo del andalucismo, unas veces de matiz regionalista, otras federalista y no pocas nacionalista de tipo islamófilo. Anarcoide e izquierdista radical siempre pese a su origen aburguesado, es el gran enterrador y desprestigiador de la raíz castellana y católica de Andalucía, estando además considerado oficialmente, cágate el lorito, tanto por el Congreso de los Diputados como por el Parlamento de Andalucía como el “Padre de la Patria Andaluza”, como el creador de Andalucía cuando no pasó de ser un pintoresco intelectual más, bastante malo a poco que se analice su obra. Como todo izquierdista con sueños revolucionarios que se precie, primero ha de nacer y vivir en una casa acomodada. Hijo de licenciado en Derecho (¡en el siglo XIX!) secretario de juzgado, ergo funcionario del Estado, y madre labradora de clase media con tierras en propiedad, fue a la Universidad de Granada, como los señoritos entonces, donde se licenció en Derecho sin más. No fue hasta la década de 1920, siendo ya notario, profesión típicamente obrera, cuando descubrió el mundo jornalero andaluz y sus penurias, algo que le era ajeno, aunque no indiferente: “Yo tengo clavada en la conciencia desde la infancia la visión sombría del jornalero. Yo le he visto pasear su hambre por las calles del pueblo” escribió.
Creador-inventor-soñador de una identidad e historia andaluzas, nunca mejor dicho, muy personal, no se arrendó y se consideró elegido para reinventar a su gusto para Andalucía (el gran sur del reino de Castilla), toda suerte de cuentos más o menos filoislamistas que se le ocurrió entre vino y vino. Entre sus inventos al más puro estilo Sabino Arana, un día vio la luz y encontró una bandera, un escudo y un himno para Andalucía como si la cuartelada castellana nunca hubiese existido. Así diseñó la infame bandera verdiblanca: inspirándose en el verde, color del islam (y de los Omeyas), y el blanco (color de los Almohades), esto es, adulando al enemigo secular de los castellanos que allí llamamos andaluces. Jamás entendió que si "andalusí" y "andaluz" se parecen, no es más que una coincidencia fonética (hablamos de pueblos étnica, cultural, religiosa y políticamente distintos y enfrentados), que Al-Ándalus no es Andalucía, sino la España musulmana, cualquiera que fuese su extensión, que como todo el mundo leído sabe, fue variando su territorio según la reconquista avanzaba y que en su máximo apogeo cruzó los Pirineos. Reconquista, no conquista, nótese el matiz.
El propio Blas Infante dejó escrito que la primera idea de la bandera andaluza se la sugirió una manifestación de mujeres en Casares, su pueblo, que portaban una “bandera” de solo dos franjas horizontales, una verde y la otra blanca. Quiso ver en esos trapos para protegerse del sol un origen histórico. De hecho, él mismo dejó claro que la elección de los colores tenía su origen en su admirado mundo musulmán. Observó que en 1195, tras la victoria mora sobre las tropas cristianas de Alfonso VIII de Castilla, en la Batalla de Alarcos, sobre el alminar de la mezquita mayor de Sevilla, entonces Isbiliya (árabe أشبيليّة), ondeó una enseña verde (color del islam, no lo olvidemos) junto a otra blanca (de los Omeyas). Otra fuente de inspiración del tarambanas de Blas Infante, parece ser una vieja leyenda mora según la cual a un iluminado que predicaba en los pueblos del Atlas marroquí se le apareció una especie de ángel que le revelaba un fabuloso Imperio que unía las dos orillas del estrecho de Gibraltar, con el verde paraíso de Al-Ándalus (los moros siempre consideraron a Hispania su paraíso terrenal) y el blanco Magreb de los almohades. Así pues, el verde-blanco-verde sería algo así como Al-Ándalus-Magreb-África subsahariana, también musulmana, claro. Por si eso no fuese suficiente inspiración, existe un poema de Abu Asbag Ibn Argam, natural de Guadix y visir del emir Almotacín de la entonces taifa de Almería, que cita una enseña verdiblanca (normal si son moros) que ondeaba en la Alcazaba de Almería en 1051 antes de que los castellanos les dieran matarile y se limpiaran los zapatos con ella. Normal si son moros que usen el verdiblanco, pero anormal y subnormal si son cristianos, huelga decir.
El 8 de mayo de 1521, año comunero en toda Castilla, el pueblo hace tiempo castellano de Sevilla (desde 1248), vio como en uno de sus barrios, el de Feria, auténtico gueto donde se amontonaban los descendientes de moriscos y andalusíes aún no expulsados, se alzan y recorren la ciudad dirigiéndose hacia el Ayuntamiento, al que lanzan piedras y todo tipo de objetos, diciendo dame pan. El asistente (alcalde) de la ciudad calmó a la muchedumbre ofreciéndole vino, o sea, alcohol, detalle no menor. Pero el 9 de mayo seguían teniendo hambre en la morería (nunca hubo buena convivencia entre las tres culturas, eso son mitos, la realidad es que vivían en barrios separados), se apoderan de armas y piezas de artillería y liberan a los presos. Sevilla, que siempre estuvo del lado realista durante las revueltas comuneras, quizás para asegurarse la protección del Rey contra el latente problema étnico-religioso interior, temió una revuelta similar a ésta por lo que llamó rauda al ejército castellano que aplastó la rebelión y ajustició, según costumbre de la época, a los cabecillas cortándoles la cabeza y colgándolas en la ventana principal de palacio de los marqueses de la Algaba. En la mayoría de ciudades andaluzas, el problema gordo no eran tanto los altivos flamencos europeos que manoseaban el reino, como los moritos. Eso explicaría que la mayoría de ciudades andaluzas apoyasen la causa realista frente a la comunera (que sí prendió en la meseta). De hecho, la causa comunera si tuvo apoyo en las zonas altas primeramente reconquistadas del gran valle del Guadalquivir, donde la limpieza étnica ya estaba avanzada o terminada (Baeza, Úbeda, Jaén), donde los moros había sido empujados hacia Granada. Aquel amotinamiento de la moruna sevillana contra la carestía de los alimentos que se decía antes, o de la vida que decimos ahora, se hizo recorriendo las calles precedido por un estandarte verde tomado a los moros por Alfonso X y que se custodiaba en la iglesia del Ómnium Sanctorum. El episodio es conocido como el Motín del Pendón Verde (Ramos, 1987).
Otra idea-ocurrencia de don Blas el farsante fue la de crear un himno andaluz. Bueno, crear, lo que se dice crear, es mucho decir. En realidad lo falsificó. Cogió una cancioncilla popular andaluza y le quitó la letra sustituyéndola por otra de su invención. Eso hoy sería un fraude imposible de comercializar. Pero ahí está viva la ocurrencia.
“Sentimos llegar la hora suprema en que habrá de consumarse definitivamente el acabamiento de la vieja España […] Declarémonos separatistas de este Estado que, con relación a individuos y pueblos, conculca sin freno los fueros de la justicia y del interés y, sobre todo, los sagrados fueros de la Libertad; de este Estado que nos descalifica ante nuestra propia conciencia y ante la conciencia de los pueblos extranjeros […]. Ya no vale resguardar sus miserables intereses con el escudo de la solidaridad o la unidad, que dicen nacional”
En Marruecos, donde visitó la tumba de Motamid en Agmhat y conoció a los supuestos descendientes de éste, se convirtió al Islam mediante la Shahada (ceremonia pública de su reconocimiento como musulmán), en una pequeña mezquita de Agmhat, adoptando el nombre de Ahmad. Los testigos del acto por el que Blas Infante se convertía/reconocía musulmán fueron dos presuntos "andalusíes" nacidos en Marruecos (ergo no son ya andalusíes pues estos eran los musulmanes nacidos en Hispania o Al-Ándalus) y descendientes de moriscos: Omar Dukali y otro de la Kabila de Beni-Al-Ahmar.
Como se ve, primero renunció a sus apellidos y orígenes castellanos (como los de todos los andaluces por otra parte) y luego a su cultura católica. También aprendió árabe, dicen. Sin embargo, su familia no aceptó jamás esa conversión al Islam. En una entrevista publicada por los diarios del Grupo Joly, su hija, María de los Ángeles Infante (nombre de pila cuanto menos significativo), desmiente su filiación islámica y afirma que era un gran admirador de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz, además de benefactor del convento de Madres Dominicas ubicado en la calle San Vicente de Sevilla. Lo que da idea de la empanada mental y de identidad de este hombre abducido por la huella árabe en su tierra, no así de la romana, la visigoda o la castellana, la más evidente de todas. Y es que una cosa es la admiración por las cosas buenas que el islam nos dejó y otra muy distinta confundir el culo con las témporas, los cojones con comer trigo.
En 1928 viajó a Galicia para reunirse con los ideólogos del galleguismo, que también se apuntaban al deporte de vilipendiar a Castilla y lo castellano (muy extendido desde 1898), llegando a participar en la revista galleguista Nós (Nosotros). En esa época también conoció Portugal. Viajar no estaba al alcance de cualquiera, solo de los señoritos con posibles. En 1931 participó en la candidatura del Partido Republicano Revolucionario a las elecciones generales. Resultado desastroso, queda fuera. Tras pasar por el Partido Republicano Federal, también fracasa en su intento de conseguir representación; en 1931 publica “La verdad sobre el complot de Tablada y el Estado libre de Andalucía”, donde critica con dureza la manera de actuar de la República y relata el boicot al que fue sometida su candidatura andalucista en las elecciones. En esta obra, su postura se radicaliza al definir como Estado Libre a Andalucía. A pesar del boicot anterior se presentó de nuevo en las elecciones de 1933 por Málaga, dentro de una coalición llamada Izquierda Republicana Andaluza formada por el Partido Republicano Radical Socialista (PRRS) y por la Izquierda Radical Socialista. Todo “moderación”, como se ve. Nuevo fracaso electoral del neo-morito. Fue ese año, en 1933, cuando propuso que la melodía del canto religioso Santo Dios, un himno que cantaban los segadores de algunos pueblos andaluces a la salida o a la puesta del sol, fuera el Himno de Andalucía, cambiándole la letra por un texto suyo, no sea que sonase demasiado castellano o católico, es decir, andaluz auténtico.
Este himno, junto con la bandera y el escudo elegidos en la Asamblea de Ronda de 1918, son actualmente los símbolos oficiales de Andalucía, según el artículo 6.2 del Estatuto de autonomía de Andalucía de 1981, reformado en 2007, y con el visto bueno de los cantamañanas del PSOE y PP, que dieron así rango de oficialidad a tanto disparate. Tras las elecciones de 1936, con la victoria del Frente Popular, el movimiento andalucista recobró fuerzas (la izquierda española y el andalucismo filoislamista tenían en el anticlericalismo católico un punto en común). Durante la Asamblea de Sevilla celebrada el 5 de julio de 1936 se aclamó a Blas Infante como presidente de honor de la futura Junta Regional de Andalucía. Como lo oyen, presidente de honor a quién jamás consiguió un triste escaño y además “de la futura Junta”. Para qué esperar. El 18 de julio se inicia la Guerra Civil según unos (según otros la verdadera Guerra Civil se inició en 1934), desatándose la barbarie que todos conocemos. Detenido en su casa de Coria del Río, fue fusilado, sin juicio ni sentencia (éstos tampoco esperaban), junto a otros dos detenidos en la carretera de Sevilla a Carmona. Cuatro años más tarde el Tribunal de Responsabilidades Políticas, creado después de la guerra, le condenó a muerte y a sus herederos a una multa económica, según un documento de 4 de mayo de 1940 fechado en Sevilla, no por traición, no por troyano de la causa mora, sino “porque formó parte de una candidatura de tendencia revolucionaria en las elecciones de 1931 y en los años sucesivos hasta 1936 se significó como propagandista de un partido andalucista o regionalista andaluz”.
Extremadura leonesa, Extremadura castellana
No quiero terminar sin antes hacer referencia a la bandera de esa otra región española, Extremadura, mitad leonesa, mitad castellana, que también ha caído, aunque en menor medida, en la mitificación de lo árabe o moro como identificativo de lo andaluz-extremeño, pese a que es un hecho probado la desaparición física por expulsión de la totalidad de la población árabe-musulmana y de la disolución de la poca cultura que quedó de éstos en la católico-castellana, cultura que básicamente se reduce a la arquitectura, no así al idioma árabe ni a la religión musulmana. En Extremadura, también se cayó en el pozo ciego de diseñar con aires morunos su bandera autonómica al usar los colores del enemigo, caso menos conocido que el andaluz. ¿Casualidad? En esta España botijera que tenemos, lo dudo.
"El blanco sería el color del estandarte de Qusay, antepasado de Mahoma, y se considera el color de los Omeyas de Damasco, bajo los cuales se llevó a cabo la conquista de Al-Ándalus [o sea, de Hispania]. Blas Infante, en realidad identificó a los Omeyas con el verde, color también usado por los almohades.
El rojo fue usado por el segundo sucesor y suegro de Mahoma, Omar (634-644), y posteriormente se identificó con la rama religiosa de los 'puros' o jariyitas, separados de la ortodoxia y predominantes en los estados del golfo Pérsico. también ha sido siempre el color de los guardianes de La Meca, los hachemitas, actualmente la dinastía reinante en Jordania. Desde el siglo XII fue adoptado por los turcos otomanos.
El negro es el color que cubre la Kaaba, la Piedra Negra objeto de veneración y peregrinación en La Meca. Fue la insignia de la dinastía Califato Abasida y de los almorávides que dominaron Al-Ándalus [Hispania] entre los siglos XI y XII.
El verde está considerado el color propio de Mahoma, por ser el de su turbante, que agitaba en el combate para animar a los suyos, y es el que comúnmente se identifica con el Islam en su conjunto. Más propiamente, es el color con que se identifica a la dinastía Califato Fatimida, que llegó a gobernar sobre todo el Norte de África".
Todo esto pone de manifiesto el desastre monumental que supuso crear un Estado autonómico basado en regiones, y no en los antiguos reinos hispánicos peninsulares. El desastre está servido, no sabemos ni dónde pisamos ni adónde vamos. Tenemos más CC.AA. que reinos autónomos en el siglo XV.
En La Junta de Andalucía no cabe un tonto más. |
"Los liberalistas [próximos a la anarquista CNT], suprimido ese valladar de esclavitud, vamos más lejos: a unir un latido común por Andalucía a 300 millones de seres a quienes destruyó su cultura la tiranía eclesiástica. Pregunta: ¿Ve ese instante inmediato? Un 'crack' en Europa, por ejemplo una nueva guerra, lo produciría automáticamente. Entonces, el 1.200.000 andaluces que viven sus nostalgias de Tánger a Damasco y los 300 millones de hombres de Afro-Asia que sueñan por nuestra cultura, intervendrán para destruir de una vez la influencia del Norte"Sí, del Norte, de Castilla, de la Cristiandad, de España entera, de Occidente. Lo dice bien claro. Que semejante botarate converso defensor del enemigo secular y gran falsificador de la historia andaluza tenga docenas de estatuas, placas y reconocimiento oficial en Andalucía (cada 28 de febrero es homenajeado en el Día de Andalucía), y aún en España, es un oprobio para la auténtica, católica y castellana Andalucía, la que un día se supo Castilla la Novísima, a la que se mancilla. Más ignominia aún si se tiene en cuenta que el pueblo andaluz, siempre le dio la espalda elección tras elección. Ni un acta de concejal de pueblo, oigan. ¿Se necesita o no la tercera vía, a Castilla la Novísima? Hoy Andalucía vota en elecciones al Parlamento regional. Más que votar, lo que deberían hacer es botar y vomitar al blasinfantismo, al trapo verdiblanco, a cuanto recuerde a esa Andalucía folclórica de charanga y pandereta, flamenco y trajes de gitana incluidos. Eso o acabarán nuestras mujeres vistiendo como cucarachas. Eso o tasas de paro crónicas del 35% (59% entre los jóvenes, cuya tasa de abandono escolar del 33% simplemente sonroja).
¿No a la celebración-conmemoración-homenaje de la Toma de Granada? Naturalmente que sí. |
No quiero terminar sin antes hacer referencia a la bandera de esa otra región española, Extremadura, mitad leonesa, mitad castellana, que también ha caído, aunque en menor medida, en la mitificación de lo árabe o moro como identificativo de lo andaluz-extremeño, pese a que es un hecho probado la desaparición física por expulsión de la totalidad de la población árabe-musulmana y de la disolución de la poca cultura que quedó de éstos en la católico-castellana, cultura que básicamente se reduce a la arquitectura, no así al idioma árabe ni a la religión musulmana. En Extremadura, también se cayó en el pozo ciego de diseñar con aires morunos su bandera autonómica al usar los colores del enemigo, caso menos conocido que el andaluz. ¿Casualidad? En esta España botijera que tenemos, lo dudo.
Toda la basurilla al completo oponiéndose a la celebración de la Toma de Granada por parte de sus ancestros. Vivir para ver. El cubo marxista que todo lo recoge. |
"El blanco sería el color del estandarte de Qusay, antepasado de Mahoma, y se considera el color de los Omeyas de Damasco, bajo los cuales se llevó a cabo la conquista de Al-Ándalus [o sea, de Hispania]. Blas Infante, en realidad identificó a los Omeyas con el verde, color también usado por los almohades.
El rojo fue usado por el segundo sucesor y suegro de Mahoma, Omar (634-644), y posteriormente se identificó con la rama religiosa de los 'puros' o jariyitas, separados de la ortodoxia y predominantes en los estados del golfo Pérsico. también ha sido siempre el color de los guardianes de La Meca, los hachemitas, actualmente la dinastía reinante en Jordania. Desde el siglo XII fue adoptado por los turcos otomanos.
El negro es el color que cubre la Kaaba, la Piedra Negra objeto de veneración y peregrinación en La Meca. Fue la insignia de la dinastía Califato Abasida y de los almorávides que dominaron Al-Ándalus [Hispania] entre los siglos XI y XII.
El verde está considerado el color propio de Mahoma, por ser el de su turbante, que agitaba en el combate para animar a los suyos, y es el que comúnmente se identifica con el Islam en su conjunto. Más propiamente, es el color con que se identifica a la dinastía Califato Fatimida, que llegó a gobernar sobre todo el Norte de África".
Todo esto pone de manifiesto el desastre monumental que supuso crear un Estado autonómico basado en regiones, y no en los antiguos reinos hispánicos peninsulares. El desastre está servido, no sabemos ni dónde pisamos ni adónde vamos. Tenemos más CC.AA. que reinos autónomos en el siglo XV.
No todo es carcunda en Andalucía. Hay esperanza. En la foto, I Antorchada Memorial Fernando III Sevilla 1248, de la Asociación Cultural Fernando III, el 22 de noviembre de 2014. |
El pendón de Fernando III, o de Sevilla, ondeando ante la Catedral de Sevilla. |
Viajando en barco desde Southamton a Bilbao hace años, dialogué con dos gays británicos que iban encantados a Marruecos donde decían que encontraban aire para sus plumas. Algunas filias morunas de occidentales dan que pensar.
ResponderEliminarVd. mismo dice "hace años". Vaya ahora a cualquier país musulmán "a plumear". Por cierto, me da que confunde filia con fobia.
EliminarUn blog y un artículo muy interesante. Pero pecas de no ser del sur o ser andalucista. La Andalucía de 8 provincias es un completo invento del 1833, Andalucía siempre fueron los 3 reinos del Guadalquivir, pero nunca el Reino de Granada (Almería, Granada y Málaga). En común tienen lo mismo que Murcia, o sea, somos el sur. Pero tú tratas a Isabel la Católica como madre de Andalucía y no es así, en todo caso es madre de Granada, la Granada castellana y española.
ResponderEliminarYo soy de Almería, y por tanto me siento granadino, pero no andaluz, por tanto sé de lo que hablo también. Es cierto que hay menor componente genético árabe que en el resto de España, pero solo en el área del Reino de Granada, a causa de la revuelta de las Alpujarras, en Andalucía (Huelva, Sevilla, Cádiz, Córdoba y Jaén) hay como en el resto o más. También te ha faltado otra cosa, es cierto que partes de Huelva, Sevilla, etc han sido repobladas por muchos leoneses, partes de Almería por murciano (por tanto también aragoneses y catalanes) pero te ha faltado que parte de Granada y la Alpujarra está repoblada por gallegos, la única zona del sur y es fácil encontrar apellidos y toponomía gallega. Comparto lo que dices que somos el sur castellano, yo me siento castellano, así son nuestra cultura, idioma y antepasados, negarlo es estúpido y me siento tan castellano como alguien de Segovia o Cuenca, y ojo, me considero muy de izquierdas. Es curioso como algunos (no todos) los nacionalistas valencianos beben del catalanismo a pesar de ser mezcla de Cataluña, Aragón y también en menor medida Castilla, sin embargo nosotros no podemos decir que somos castellanos cuando somos más castellanos que catalanes los valencianos.
Otra vergüenza es la que has dicho del día de la toma de Granada, es curioso como el 9O en valencia celebran exáctamente lo mismo que se celebra aquí, la conquista de un reino árabe a manos cristianas y eso que en Valencia había muchos más musulmanes. Allí no es una fiesta fascista, ni tonterías que dicen, es la fiesta del Reino/Comunidad/País Valenciano, de todos y nadie lo duda. Aquí no, nos la han robado, debería ser nuestra fiesta la de todos los granadinos (incluidos almerienses y malagueños). Somos los descendientes de esos "conquistadores del norte hijos de puta" no de unos "musulmanes castellanizados", guste o no. Mira este vídeo, es el día de la toma pero en época republicana, ojalá fuera así.
https://www.youtube.com/watch?v=2mpX7K5YNuk
Te aconsejo que busques más cosas sobre el regionalismo granadino o mal dicho de Andalucía Oriental, que suele aferrarse más al castellanismo que a un falso islamismo (con complejo vasco-catalán para buscar la diferencia). También hay un regionalismo de Almería más visible en la capital almeriense. Imagino que la mayoría de regionalistas ya sean de Andalucía o Granada tienen tendencias más castellanistas, la pena es que una gran parte es de derechas, aunque también somos muchos de izquierda y cada vez hay más gente consciente.
Un saludo desde Granada (no Andalucía), el sur de la tierra de los Castillos.
Se me ha olvidado comentar que al Reino de Granada jamás se lo llamó Castilla Novísima (Que era Andalucía (Huelva, Sevilla, Córdoba, Cádiz y Jaén)), pero aún sin tener ese nombre de Castilla somos tan castellanos como los manchegos, murcianos, andaluces o extremeños del este
EliminarHombre, no creo que no ser del sur sea un pecado... Castilla la Novísima o Andalucía, en efecto, inicialmente solo eran los territorios del Guadalquivir, sin embargo, es sabido que ésta se ensanchó e incorporó al emirato de Granada.
EliminarEfectivamente, en Valencia, o en Sevilla o Cuenca, nadie ha hecho del día se su reconquista-recuperación un acto fascista, pero tranquilo, la estulticia corre que vuela, es más rápida que la inteligencia y todo es posible aún.
Yo espero que algún día Andalucía recupere el orgullo de ser castellanos y que ese neocastellanismo sea trasversal, tan de derechas como de izquierdas. Eso si sería un éxito. Saludos paisano.
Por supuesto, que Andalucía lo recupere pero Granada también. Andalucía y Granada siempre separadas y siempre castellanas junto con Murcia.
Eliminarbuen articulo con conocimiento de historia, pero me acabo quedando con las aclaraciones de Anonimo.
EliminarDesde Jaén, viva Castilla unida.
ResponderEliminarDESDE EL CENTRO DE CASTILLA, "Viva España".
ResponderEliminarDesde Asturias, cuna de la reconquista , "Viva España".
ResponderEliminarUn saludo. Llevo tiempo buscando dónde conseguir el Pendón de San Fernando, ¿Alguna referencia de por dónde lo venden en nuestra ciudad?
ResponderEliminarLa mayoría de empresas textiles fabricantes de pendones y banderas aceptan, si les envías un boceto, dibujo, etc. hacertelo seguro.
EliminarHace años consulté en una empresa de Zaragoza y lo hacia sin problemas. Y si no tienes boceto, explícaselo cómo lo quieres, cómo es, etc. y ellos te hacen uno. Saludos y suerte. Si lo consigues pásame un ejemplar que vea como ha quedado y quien te lo hizo.
¡Fuerza Castilla Unida!
Que les den a los de castilla y a los andaluces que se creen de castilla
ResponderEliminarSubnormal, ¿eso es todo lo que da de sí tu cerebro?
EliminarEstoy casi seguro de que la causa comunera si hubiera cuajado en Andalucia si no fuera por el hecho de que desde Andalucia salieron muchas personas hace las Indias. Pero es mas yo se de un caso en donde los conquistadores se rebelaron contra el rey, La Revolucion Comunera de Paraguay.
ResponderEliminarSi viva Castilla, la peninsular y la Americana, porque tambien nosotros a este lado del Atlantico somos Castellanos tambien. Pero que viva la Grandisima Castilla Comunera cabron.
Estupendo artículo con muchas aclaraciones históricas, y también las matizaciones del anónimo granadino-castellano.
ResponderEliminarGracias.
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