Por Javier Martínez.
Y se queda tan pancho, el muy fresco Sancho
Panza. Jordi Pujol (Jorge Polluelo en castellano), es un pollo de mucho cuidado
aunque parezca un gusano por lo rastreras de sus opiniones.
El octogenario ex presidente catalán estaba
escondido y calladito desde 2014, cuando asediados sus siete millonarios hijos
por las investigaciones policiales confesó, para ver si colaba y desviaba la
atención policial sobre el 3%, que evadía grandes sumas de dinero desde 1980 pero
procedentes de una herencia sin declarar que naturalmente nadie cree. Y
reaparece ahora, no para dar cuentas de la procedencia de los dineros, sino
para hacer lo que mejor hizo a lo largo de toda su oronda vida: sembrar odio y escupir
a los castellanos, una fórmula política de indudable éxito en aquellas tierras,
porque en eso, y en nada más, consiste ser catalanista.
La derecha castellana también pasteleó con el tipejo. Por eso se nos sube a las barbas, porque le salen gratis sus desprecios. Nadie los denuncia, nadie los rebate. Lo que en este artículo exponemos, ni ha sido noticia. |
Cierto es que la ex honorable albóndiga
convergente, para muchos el padre del catalanismo contemporáneo, nunca dudó en
hacer pública su castellano-fobia en cada ocasión que se le presentaba y en
hacer de ello su ideario político. No hay nada nuevo de lo que sorprenderse
pues. Como todo catalanista (no confundir con catalán) que se precie, tiene a
lo castellano siempre en el centro de su diana y se considera autorizado a
vilipendiarlo.
¿En qué consiste su última flatulencia
intelectual[1]?
En esto (tápense antes la nariz), de aroma entre podrido y nauseabundo:
“Puede ser
útil reflexionar sobre las actitudes positivas y negativas propias de algunos
territorios […] Empecemos por Cataluña […] nuestro nivel económico y social
relativamente alto [es] consecuencia, al
menos desde hace varios siglos, de una mentalidad productiva […] que nos hace
ser envidiados y antipáticos. Añádase a esto el hecho determinante de la lengua.
[…] [En cuanto a Castilla]. La arrogancia castellana viene de Asturias y de la
Reconquista. Y de la mentalidad que fue configurando. Religiosa y no
religiosa (España es Asturias y el resto territorio conquistado a los moros). Y
de hechos históricos que hicieron de Castilla (y de la España configurada por
Castilla) un Estado en todos los sentidos muy importante y con un cierto
mesianismo. Desde América hasta la Contrarreforma, pasando por el papel
hegemónico en Europa durante exactamente un siglo. [Arrogancia] Que la
posterior decadencia no amortiguó. La hizo más cerrada y resentida, pero
no menos arrogante. Ni menos intransigente y hostil a la diferencia. Más
intolerante. Castilla tiene motivos para el orgullo. Su contribución a la
cultura y a la historia universal ha sido muy importante. Han tenido grandeza. No
tiene sentido ignorarlo, o ridiculizarlo por las deformaciones o caricaturas
que ella misma a veces ha hecho. Es erróneo, contraproducente, injusto y
poco inteligente no valorar la aportación que Castilla ha hecho al Mundo. Pero
eso no le da derecho a la arrogancia ni al rechazo. Castilla desprecia cuanto
ignora”
Hablando de rechazo, de intolerancia, de resentimiento... |
Como se ve, empieza por un ‘nosotros,
los catalanes, somos cojonudos y la pera limonera’, mientras que ellos, los
castellanos, son antagónicas piltrafas acaparadoras de todos los vicios y defectos
posibles. Obsérvese cómo introduce unos pretendidos elogios históricos pero como
causa y explicación posterior de nuestra miserable forma de ser. Hay que ser ruin.
No terminan aquí los desechos vomitados por éste personajillo de ínfima
consistencia moral. Ahora le toca recibir a Andalucía, por su condición de
castellana, claro. Así, prosigue asegurando que “hay un hecho incontrovertible que es el gran progreso que ha habido en
Andalucía durante los últimos 40-50 años” si bien, rápidamente nos matiza
que el mérito no es de ellos, sino debido al
“mucho apoyo de la Administración española y las muy beneficiosas ayudas
europeas […] Sólo hay que comparar el cambio que ha hecho Andalucía con el
estancamiento que sigue habiendo en el sur de Italia”, como si en el sur de
Italia no se hubiese hecho el mismo esfuerzo inversor por parte de las
autoridades italianas y europeas y como si no fuese precisamente eso la prueba
de que los andaluces algo habrán hecho bien. El caso es rebajarles el mérito,
le resulta intolerable reconocer algo bueno a cualquier castellano. Y es que aunque
en este artículo distingue entre castellanos de la meseta y castellanos del sur
(habitualmente los catalanes no lo hacen), aquí si lo hace es para dejar claro
que si los castellanos estamos un escalón por debajo de los catalanes, los
andaluces son castellanos de segunda, el tercer escalón[2].
El poco honorable Jorge Polluelo, teme, además, al influyente poder político
andaluz y a que copie del catalán su cansino victimismo. Eso es lo que subyace
en su cita: “Una visión prometedora [la
andaluza] pero con peligro de que se enquiste. De que el esfuerzo de
superación no sea lo suficientemente sostenido. Y que reavive la tentación
de buscar un enemigo exterior. Esto provocaría un perjuicio general. Por
el progreso general y para la convivencia. Y por la misma Andalucía”. Tiene
bemoles que un tipo que ha hecho de Castilla su enemigo exterior, apenas unas líneas más arriba, y que ha
dedicado su vida política a sembrar enfrentamiento, odio y desprecio hacia los
malos malísimos mesetarios y hacia los castellanohablantes nos venga ahora con
esas. Hay que ser cínico, desvergonzado.
No acaba aquí su periplo por ‘los
valores y actitudes positivas y negativas de los territorios’ hispánicos. Le
toca el turno a los vascos, a los que va a elogiar dando una coz, como no, a
los castellanos. Dice la albóndiga catalanista:
“Existe el País Vasco. Un pueblo que ha conservado una
personalidad muy fuerte. Que ha dado a su conciencia colectiva un
sentimiento de orgullo. No al estilo castellano. Pero sí con un punto
de distancia.”
Semejante coz demuestra, a mi
juicio, que la albóndiguita no conoce límites, tiene capacidades de burro, de animal
cuadrúpedo. Estamos ante un tipejo capaz de destinar su propia hez incluso al
abuelo Florenci Pujol, el muerto al que groseramente echó la culpa de la
fortuna de origen incierto para salvar a sus siete hijos y a sí mismo de la
acusación de latrocinio sistémico al erario durante 24 largos años. Hay que tener pocos escrúpulos
para culpar a tu propio padre muerto… para salvarte tú. Así que no nos extrañe
que diga lo que dice de quienes no somos de su sangre.
A los vascos, eso sí, les
recrimina que “respecto a Cataluña la
actitud de Euskadi es reticente. No es arrogante ni envidiosa [como la de
los castellanos], a los vascos no les interesa [se refiere al tema fiscal
catalán] porque ellos [ya] tienen una situación de privilegio ganada a través
de la historia que se debe respetar”
Esa vergonzosa y humillante (para
los demás) situación de privilegio es precisamente lo que reconoce el albondiguita anhelan los catalanistas: ser más, recibir mejor trato
que los restospañoles. El desinterés de los vascos hacia lo catalán lo justifica en que éstos temen que pudiera
cambiar “la ya muy antigua estructura del
poder español. Y del papel particular que tiene Euskadi”. O sea, que
según Jorge Polluelo los vascos están en realidad contentos con su actual estatus
político y fiscal (por eso no se embarcan en el independentismo asegura) y temen
perderlo si Cataluña reclama lo mismo.
Puede que no le falte razón en ello pero
no deja de ser chocante que lo que desean para sí mismos los vascos no lo
desean para los demás (catalanes incluidos) y eso no es óbice para que “todo esto no debe provocar sentimientos
negativos en Cataluña [hacia los vascos]”… como si recomienda hacia los
castellanos que a fin de cuentas defienden lo mismo para todos. ”Simplemente nos debe hacer entender que su
situación es diferente. Y que por lo tanto, como es lógico, miran en otra
dirección”, les justifica. Distinta vara de juzgar pese a que la postura
según él ‘castellana’ parece más justa incluso para ellos.
No acaban aquí las fobias anti-castellanas
de la oronda albóndiga del 3%. Tras insinuar que el resto de regiones no pintan
nada, asegura que en España hay un eje Bilbao-Madrid-Sevilla, al que denomina, suponemos
que con consideración, ‘pacto del Betis’, que compite con el eje mediterráneo y
que “es el eje que desde Castilla, o
desde Madrid, se ha calificado a veces con un deje de desconsideración de ‘levantino’
y que a menudo se ha tratado de frenar. Un ejemplo reciente y clamoroso de
ello ha sido la política ferroviaria del Estado y el esfuerzo constante de
crear tensión entre Cataluña y País (sic) Valenciano”. Como se ve, la mano negra
de los malvados castellanos es muy alargada, no así la de su familia, que
alcanza hasta Andorra y un sinfín de paraísos fiscales.
Vamos a ver. Desde Castilla
siempre se defendió un eje Algeciras-Madrid-Zaragoza-Travesía Central del
Pirineo (TCP)-Toulouse, eje central que tendría un ramal entre Alcázar de San
Juan (Ciudad Real) y Lisboa (puerto de Sines más concretamente). Ni Bilbao ni
Barcelona nos interesa por razones tales como la falta de lealtad, la hostilidad
permanente manifiesta y la inestabilidad política ante una más que probable
balcanización de ambas zonas, si bien es cierto que los políticos castellanos,
en general, no se enteran demasiado de la película.
También nos interesa (Castilla da
para mucho) otro eje ferroviario de mercancías entre Aveiro (Oporto)-Salamanca-Valladolid-Burgos-Irún
o eje atlántico. Y punto. Y a Valencia, en mi opinión, le interesa bastante más
un eje Valencia-Zaragoza que el corredor mediterráneo y ello porque una vez
construida la TCP el camino a París o Milán, desde Valencia, es más corto por
Zaragoza y Toulouse que por Barcelona. Así que no se haga pajas mentales. Fue
en la cumbre hispano-lusa de Figueira da Foz de una década anterior cuando Aznar
pactó con Portugal y la UE esa ruta (Eje central o eje 16) en una época donde
ni se contemplaba ni se hablaba ni se reclamaba el corredor mediterráneo como
Durán Lleida reconoció más tarde, y solo la debilidad política y mental de un
tal Zapatero hizo que se dinamitase, por presiones de CiU y ERC, ese proyecto,
como también dinamitó el trasvase Ebro-Segura y Ebro-Barcelona (auténticos
corredores mediterráneos hidráulicos), ¡qué casualidad!, dejando intacto el Tajo-Segura.
Aquí sí.
Para terminar, no pierde ocasión
de hacer algo más de rancio victimismo con todo un clásico del pensamiento
pigmeo: “España está nuevamente orientada
hacia la gradual pero fuerte residualización de Cataluña”. Seamos serios, aquí,
los únicos residuos manifiestos son los excrementos verbales con los que Vd.
nos deleita cuando el nivel de bilis y pus alcanzados le hacen babear. He
dicho.
[1] “Sobre idiosincrasias y valores
en España. Difíciles de encajar”, Jordi Pujol Soley, 06/04/2015, en
www.associacioserviol.cat
[2] Esto me recuerda a aquella otra
aseveración pujoliana según la cual “el
hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre
destruido […], es, por lo general, un hombre poco hecho, un hombre que hace
cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de
miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado […] constituye
la muestra de menor valor social y espiritual de España […] si por la fuerza
del número llegase a dominar, destruiría Cataluña” (1976).
Pujol quiere decir Colina ;)
ResponderEliminarSe ha definido a la perfección, muy propio de algunos catalanes el achacar sus defectos a los demás.
ResponderEliminarEse es él, además de un ladrón en grado sumo y un falso, como muchos de su estilo. Los de las mil caras para esquilmar.
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