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jueves, 8 de diciembre de 2011

La hora de Castilla.

Por Javier Martínez.

No hemos avanzado gran cosa en la percepción que desde la periferia se tiene de Castilla. Ni en cómo nos vemos a nosotros mismos. No interesa, lo rentable políticamente es el tópico, el mito, la mentira bien construida de venta facilona. No los cimientos. Franco se apropió de todo lo castellano para construir su ideario nacional. Y a los periféricos separatistas, les vino de lujo para reafirmarse como no españoles (si lo español es lo castellano, no somos españoles, afirman ahora). Todo lo castellano fue suplantado como español, borrado. Fuimos utilizados. La lengua castellana 'dejó de existir' para llamarse definitivamente, no como sub nombre como hasta entonces, como lengua española (y todavía hoy quieren algunos que solo se llame como 'española', incluso dicen que el castellano no existe); el Imperio castellano será llamado para siempre español como si el portugués no lo fuera también (al menos entre 1580 y 1640); España, y no Castilla (junto a León), resulta que es quien descubrió América (¡tócate los pies!, las carabelas con la rojigualda)… Y todo eso hay que desmontarlo, porque es de interés y de justicia sobre todo para Castilla, pero también para España. Castilla es víctima, la primera y quizás gran víctima.
Pendones rojos carmesíes de Castilla frente a la madrileña Puerta del Sol el 2 de Mayo de 2010.
Es curioso, el sentimiento identitario se le refuerza a Castilla desde fuera la mayor parte de las veces. Me refiero a que, en general, un castellano levanta simbólicamente su voz, ‘su pendón’, cuando lo enfrentan con una ikurriña o una señera, más que cuando lo hacen con una rojigualda. A España no se le culpa de nada. Esto es así por mucho que les pese a algunos castellanistas aspirantes a mimetas peris. Pero ¿por qué? Sentimos redescubrir, revitalizar el sentimiento identitario castellano tomando como referencia el sentimiento identitario que nuestros vecinos han construido, en buena parte, contra nosotros, contra Castilla y lo castellano. Es una reacción defensiva. Observamos al vecino y automáticamente redirigimos la mirada hacia nuestro interior. Todos los pueblos periféricos de España han desarrollado su ‘neoidentidad’ reciente a base de soltar mierda contra Castilla, incluso aquellos que un día fueron parte del reino castellano están en ello. Así que no es de extrañar que ahora nosotros, en defensa propia, nos enfrentemos instintivamente a esa injusticia a la que nos siguen sometiendo.

Para todos los peris hispánicos somos, desde hace 130 años aproximadamente, los malos, los culpables de todas las plagas bíblicas que asolan a España y a sus desdichados territorios (e idiomas), incluso aunque a la vista esté que no lo son tanto, que más bien son opulentos, que en España, cuanto más unida y uniforme políticamente ha sido, esto es, en los últimos dos siglos, les ha ido mejor que a nosotros.
Contra España viven bien, se saca mayor tajá, y ese contra España rápidamente lo traducen en contra Castilla y lo castellano. Y nadie rebate aquí ni allí, se da por cierto, se acepta, tragamos. Y ya está bien. El problema de la debilidad de sus idiomas, es intrínseco a estos, el castellano no tiene culpa (¿es culpable la Mercedes de que no se vendan Seat?), es consecuencia de su propia futilidad como herramienta de comunicación en múltiples ámbitos. Desde el infumable memorial de 'agravios' catalán entregado al rey Alfonso XII en su día, hasta los problemas de contaminación racial que supuestamente provocamos tras emigrar en los puros vascos, pasando ahora por el gallegismo anticastellano de pandereta o el blasinfantismo cutre que descastellaniza (y descristianiza) a la otrora Castilla la Novísima andaluza, somos culpables. De todo, incluido lo que no ha sucedido. Y eso por no mencionar a la antaño Castilla del Atlántico, ahora ocupada en el rentable deporte político ‘antigodo’. ¡Y yo que pensaba que los canarios eran descendientes de los castellanos que vencieron al guanche!. Craso error, ahora resulta que los canarios son guanches y los castellanos, genocidas godos extranjeros centralistas. El periferismo anticastellano es de tal magnitud hoy en toda España que incluso el histórico León, de quien formábamos parte en la época condal, con quien nos fundimos en Corona primero y en reino único después, y con quienes gozamos y padecimos siglos de vida común, hasta el punto de haber vivido en alianza, en plena fusión diremos mejor, el 95% de nuestra historia, hoy no quiere saber de nosotros y se ha apuntado al anticastellanismo más rancio y pellejero.
Y eso por no hablar de la mismísima Montaña, cuna de Castilla, puerta y puerto de Castilla y sede de la Marina de Castilla, que junto a la provincia logroñesa, ahora con el falso histórico de Rioja, forman parte de la más vieja Castilla y que andan en la tarea de no conocerse a sí mismas, en crearse otra identidad, en descastellanizarse, como si eso fuera posible. ¿Cómo borrar tantos siglos? Logroño, cuna del patrón de Castilla, San Millán, y del castellano escrito, junto a Valpuesta, más antiguo conservado, está en Castilla, pero no con Castilla, con el resto de Castilla la Vieja. Cualquier día nos dicen que hablan 'logroñés' o 'riojano' (incluso en la Tierra de Cameros), en la neoCantabria actual ya hay quien lo hace. Y para que los peris no rechacen a España y a su monstruosa capital política opresora de pueblos, la malvada, por castellana, villa de Madrid, nada mejor que separarla de Castilla, convertirla en una especie de distrito federal al tiempo que descabezamos a Castilla la Nueva y a Castilla entera. Jugada redonda, dos por uno. España nos ha sacrificado, nos ha troceado. Alguien lo exigió y cuatro de los nuestros, ambiciosos tardo franquistas y neosociatas aspirantes a sillones, lo aceptaron. España, nuestro propio país, tan dado a premiar a desleales, nos ha vuelto irrelevantes con el actual mapa autonómico. ‘España deshizo a Castilla y sigue deshaciéndola’ que dijera el gran medievalista don Claudio Sánchez-Albornoz. Y claro, así, los castellanos, no encontramos gran cosa, no nos encontramos ni a nosotros mismos.
Pendón cuartelado de Castilla y León en Villalar de los Comuneros (23 de abril de 2010) en el homenaje-recuerdo anual, que no celebración, de las Comunidades de Castilla.
Entre el franquismo y demás derecha indolente (tanto castellana como española) que nos usurpó la identidad castellana para convertirla en único prototipo de la española (con injusto perjuicio también para los otros españoles), el Estado pro periferia nacido en la Transición, la ignorante y vacua izquierda (tanto castellana como española) y los peris de larga tradición separatista y anticastellana, que no aceptarían una Castilla unida y fuerte cuya capital funcional lo sería también de España, se cocinó la actual situación.
Es ilustrativa, por ejemplo, la percepción que se tiene de los cántabros por parte de los regionalismos periféricos más separatistas. No es buena, para qué engañarnos. Un catalán encuentra extraño que una gente que vive entre vascos y asturianos sea tan distinta a estos. El propio cántabro marca las distancias sin perder un segundo, especialmente con los vascos. Quizá a ese cántabro, ensimismado con la cutrecilla autonosuya uniprovincial, no le gusta ya que le llamen castellano, pero amigo, piensa y actúa como tal. Lo mismo vale para los logroñeses y los madrileños, piensan y actúan como lo que son, castellanos. Y no nos equivoquemos, también los castellanos percibimos que un catalán siempre empatizará mejor con un vasco o gallego, no por su españolidad común a los tres, ni por su cercanía geográfica, sino para hacer frente común anticastellano, más que antiespañol.
El Estado autonómico hace aguas por todas partes y a los castellanos, en su configuración actual, no nos sirve. No tenemos otro papel en España que el de ser cedentes forzosos de agua gratuita y mano de obra barata juvenil, además de ser soporte físico de una deplorable red radial de infraestructuras para mayor gloria de la periferia y la España del donut, que no nos comunica, nos atraviesa, nos rompe. Para Fomento somos eso, lugar de paso. Ha llegado el momento de plantear la reunificación de todas las provincias de la Castilla y el León nuclear, en una sola comunidad autónoma, pese a quien pese, como don Claudio alentara en su día. No es solo España, como apuntara el gran filósofo Ortega y Gasset, la invertebrada, lo es también la propia Castilla. 

El sentimiento identitario castellano existe, para verlo hay que zambullirse en la auténtica idiosincrasia castellana, que no va contra nadie ni contra España, y olvidarse de falsos mitos y tópicos literarios noventayochistas y posteriores. No creo que existan pueblos que se amen así mismos más que los demás, que sean más nacionalistas que otros. Tampoco menos. El sentimiento castellanista existe, no es político, cierto, al menos aún, pero no por ello es más débil que el de otros pueblos como algunos nos dicen. Una Castilla reunificada es una cuestión vital, de pura supervivencia. Juntos sobreviviremos, separados en las actuales cinco regioncillas ya sabemos lo que somos, piltrafas irrelevantes fácilmente ninguneables. Un cero a la izquierda, un coto de caza con cortijo en la meseta meridional, un frío páramo desierto humano en la septentrional. Reunificación o resignación. Relevancia política y económica o chiringuitos autonómicos actuales. La actual mega crisis hace inevitable la catarsis institucional. Sobran comunidades autónomas. Es el momento, la hora. Ahora toca Castilla.

6 comentarios:

  1. Mucha razón en lo que dices, pero lo que le falta al castellanismo en Castilla es publicidad... la gran mayoría de los castellanos o ven Castilla como algo lejano o directamente no saben lo que es.
    Espero que algún día se consiga y vea a Castilla unida, y que deje de ser un mero sueño...
    Hace falta que ese mensaje que das llegue a todos los castellanos (castellanistas o no sin saberlo), pues el apoyo popular hace fuerza.
    Un saludo desde Toledo (Castilla).

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  3. Perdón ... de 'neoidentidad' nada de nada, fueron los propios castellanos y aragoneses quiénes hablaban de la existencia de la Nación Catalana.

    “ Juzgad ahora, señores, el conviene volver a despertar esta dura NACIÓN”.

    “ Si los catalanes se pusiesen en defensa, no faltaría hacer en su daño y castigo, acabando de una vez con el orgullo y la libertad de aquella NACIÓN”.

    “ Son los catalanes, aunque de ánimo recio, gente inclinada al culto divino ... señaladamente entre todas las NACIONES de España”.

    “... por lo que entre las más NACIONES de España son amantes de la libertad”

    Francisco Manuel de Melo. Hispano-portugués.
    S. XVII.

    “de allí adelante comenzó la NACIÓN catalana a ser estimada sobre todas en las empresas del mar”.

    “propuso otra cosa en nombre de aquel Principado, como de NACIÓN muy prevenida y atenta en la conservación de sus Constituciones y costumbres”.

    “... porqué el gran nombre de la NACIÓN catalana, que tan preciado y ensalzado era generalmente por todo el mundo.”

    “Tenía la NACIÓN catalana en aquellos tiempos muy grande contratación con África, Grecia, Rumania, Próximo Oriente ...”

    Zurita. Zaragoza.

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    1. Muchas de esas citas que pretendidamente se exponen para 'confirmar' que Cataluña es una nación, lo que hacen es dejar claro que son parte de España. Me parece a mi que al Anónimo escritor le ha salido el tiro por la culata.

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  4. Caballerito, ninguno de sus ejemplos es castellano. El término 'nación' tiene varios significados y solo el más reciente tiene connotaciones politico-jurídicas. Yo soy 'conquense de nación' significa, de nacimiento, así de simple, nada hay de político en ello. Cuando se alude, tan frecuentemente en la historia a 'las Españas' no significa que hubiese muchas Españas, por mucho que se diga en plural, significa que había muchos trozos de España separados. Actualmente, lo correcto sería seguir hablando de 'las Españas' por cuanto aún quedan tres trozos: Portugal (capital en Lisboa), lo que erróneamente llamamos España en singular (formada solo por 4 de los 5 reinos hispánicos medievales) y la Hispania Tinguitana (con capital en Tánger) que nadie reclama ya. Usted mismo en una de sus citas habla de Principado y de nación al tiempo, no creo que el autor fuese gilipollas, más bien usted no interpreta bien. Principado es por definición, el territorio que pertenece a un reino (este sí con connotaciones de 'nación' medieval) cuyo título antecede al de rey (hoy también llamado como Jefe de Estado). Puedo entender que alguien quiera crear nuevas naciones donde nunca las hubo, pero no que se manipule y se reescriba a su gusto, o se reinterprete a conveniencia, la historia y su legitimidad, y ello porque inevitablemente se hace lo propio con la del vecino (que casualmente suele salir mal parado), pues es innegable que están relacionadas, que son interdependientes. Por cierto, no se a que coños esperan para pirarse, soy de los que piensa que la unidad entre gentes normales de territorios históricamente relacionados conviene, como todos los ibéricos, a todos en mayor o menor medida, pero claro, eso no se da ya, la premisa de 'gentes normales' ya no se cumple, ustedes no quieren una unidad entre iguales, ustedes practican con demasiada asiduidad aquello de 'lo mio es mio y lo vuestro de todos' (recuerde el caso del IVA) o el 'yo y solo yo' (bien claro con lo de los corredores ferroviarios). Lárguense, no sigan poniendo la excusa de 'Madrid no nos deja', si se piran, aquí nadie les echará en falta, nadie moverá un dedo para evitarlo, no habrá guerra civil, lo celebraremos con espumoso castellano o champán francés en su defecto, que son los buenos. Nos conviene más tenerles como vecinos molestos al estilo marroquí que como tumor dentro del cuerpo. Sds.

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  5. Olé, eso mismo digo yo.

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