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miércoles, 21 de diciembre de 2011

2012, ¿año anticastellano a la vista?

Por Javier Martínez.
2012 será un año de destacadas conmemoraciones históricas para Navarra que afectan, de lleno, a Castilla, y cuya manipulación y explotación política por los de siempre ya ha empezado en 2011. Resulta evidente que a algunos no les gustan los vínculos que navarros y castellanos mantenemos porque la geografía y la Historia así lo quisieron, y desearían otro pasado, y sobre todo, otro futuro. El panvasquismo separatista, tanto vascongado como navarro, éste último minoritario, nos promete un año fuertemente anticastellano. El aperitivo servido en 2011 así lo anticipa. Denunciar la campaña anticastellana que se avecina es el objetivo del presente artículo. Después que cada cual saque sus propias conclusiones y se engañe solo.
Navarra conmemora dos de los acontecimientos más relevantes de su historia: su participación en el bando cristiano, junto a Castilla y Aragón, en la crucial batalla de las Navas de Tolosa de 1212, de la que se cumplen 800 años, y el quinto centenario de 1512, año en el que se consuma la conquista de Navarra y su incorporación a Castilla.
El VIII centenario de la Batalla de las Navas de Tolosa, acontecimiento que, según la tradición, da origen al escudo de Navarra con las cadenas y la esmeralda de Muhammad An-Nasir, conocido por los cristianos como Miramamolín, recuerda la gran y exitosa  ofensiva cristiana encabezada, conjuntamente, por los reinos hispánicos de Castilla, Navarra, Aragón y Portugal (cuyo rey no asistió pero envió tropas), no así de León, cuyos soldados eran voluntarios a título personal, frente a las tropas almohades, que tuvo lugar en Sierra Morena, la entonces frontera sur castellana y de Occidente, en la actual provincia de Jaén.
El triunfo de la acción conjunta de los reinos cristianos supuso un notable avance en el proceso de recuperación de los territorios ocupados a partir del siglo octavo por los ejércitos musulmanes invasores de Hispania.


La victoria en La Batalla de Las Navas de Tolosa (en la historiografía árabe Batalla de Al-Uqab o معركة العقاب), permitió extender los reinos cristianos, principalmente el de Castilla, hacia el sur de la península Ibérica, entonces dominada por los musulmanes. La victoria fue el resultado de una auténtica cruzada, a cuya cita no faltó Navarra ni Vizcaya, organizada por el rey Alfonso VIII de Castilla, el arzobispo primado de Toledo, Rodrigo Ximénez de Rada, y el Papa Inocencio III contra los almohades musulmanes que dominaban buena parte de Hispania (Al-Ándalus para los musulmanes) desde mediados del siglo XII, tras la derrota del rey castellano en la batalla de Alarcos (1195), que había tenido como consecuencia llevar la frontera hasta los Montes de Toledo, amenazando no solo a la ciudad de Toledo y todo el valle del Tajo sino a Castilla entera y cuya caída hubiese supuesto, dado que ya era la auténtica columna vertebral hispánica, un desastre para toda Hispania. Al tenerse noticia de la preparación de una nueva ofensiva almohade, Alfonso VIII, después de haber tejido diferentes alianzas con la mayoría de los reinos cristianos hispánicos, con el arbitrio del Papa, y tras finalizar las distintas treguas mantenidas con los almohades, decide preparar una gran ofensiva contra las tropas almohades comandadas por el propio califa Muhammad An-Nasir, un ultra radical islámico que había jurado conquistarlo todo hasta Roma y plantar allí la media luna, llamado Miramamolín por los cristianos (versión fonética de «Comendador de los Creyentes», en árabe). El rey castellano buscaba, desde hacía diecisiete años, más que desquitarse de la grave derrota de Alarcos, asestar un golpe tal al imperio almohade que eliminase de un plumazo no solo la amenaza que muy particularmente sobre Castilla pesaba sino proclamarse reino hegemónico campeón de la reconquista a costa de la ahora iniciada decadencia almohade. Y se logró, entre otras ayudas, gracias al concurso de Navarra. Hoy, ochocientos años después, cuatro pelagatos separatistas vascos, quieren enfrentar a navarros y castellanos.
Se conmemora, asimismo, el V centenario de la conquista de Navarra por las tropas de Castilla (que pone fin a largas disputas y guerras civiles internas navarras que descomponían el viejo reino, uno de cuyos bandos atrajo y ayudó en la entrada de Castilla y Aragón, y que cierra la unidad de España tal y como la conocemos en la actualidad), la conquista militar, el consiguiente proceso de unión jurídica a Castilla y la incorporación política a la Monarquía de España. En realidad, o más acertadamente, lo que se consuma es la incorporación a Castilla de la mayor parte del territorio navarro, ya que la zona más septentrional del reino, la Baja Navarra, seguiría otros derroteros históricos, incorporándose posteriormente a Francia.
A raíz de su vinculación a Castilla, Navarra utilizaría desde entonces la misma brújula política  que aquella, participando del mismo destino (modernización de sus estructuras sociales,  participación navarra y asunción de responsabilidades en la corte y participación en la gran aventura americana, destacando los navarros en importantes funciones como conquistadores, misioneros, gobernadores, empresarios, militares, comerciantes, etc.).
La conquista castellano-aragonesa de 1512. Navarra fue invadida en 1512 por Fernando el Católico (rey de Aragón y regente de Castilla entre 1507 y 1516) con el apoyo del conde navarro Luis Beaumont (que pretendía recuperar su patrimonio), hijo del líder beamontés exiliado años antes tras perder la guerra civil de Navarra, y anexionada a Castilla. Se 'reintegró' en el Reino de España, o Monarquía Hispánica, por la rama castellana (en lugar de por la propia) conservando instituciones propias como reino distinto a Castilla pero dentro de Castilla. Es decir, Castilla 'pasó de nuevo de reino a Corona' (1). En 1530 el ya rey Carlos I de España (quien sería el azote de los comuneros castellanos años después de la conquista navarra de 1512, en 1520-1522, años en los cuales los castellanos se alzaron en guerra contra 'el secuestro' que un grupo de flamencos extranjeros había hecho en la práctica del reino castellano) decidió abandonar la Baja Navarra por su difícil control, o quizás escaso interés, al otro lado de los Pirineos. De esa pérdida, también hoy los revisionistas nacionalistas vascos nos culpan. La Alta Navarra, o Navarra peninsular,  sigue como reino integrante de España hasta que en 1848 es abolido su estatus y pasa a ser una región o provincia más de España… al igual que le sucedió, por otra parte, a Castilla (en este caso pasó a ser administrada como varias regiones y provincias que andándose los siglos se tomarían como base para crear las actuales CCAA, tan lesivas como sabemos hoy para la unidad de Castilla). En 1512 el rey de Navarra firmó el Tratado de Blois, por el cual abandonaba su neutralidad tradicional y conseguía apoyo militar del reino de Francia (que tenía pretensiones sobre Navarra) ante una posible agresión. Esto fue considerado por Castilla y Aragón como casus belli, ya que Francisco I de Francia estaba enfrentado al castellano-aragonés, además de estar declarado monarca cismático en el V Concilio de Letrán por el Papa Julio II. Fernando el Católico inició la invasión (no publicitada) el 10 de julio con la toma de Goizueta, ocho días antes de la firma del Tratado de Blois lo que ha dado pie a pensar a algunos que la invasión estaba decidida de antemano. El grueso del ejército, sin embargo, no entró en Navarra desde Álava hasta el día 22 de julio, al mando del castellano Fadrique Álvarez de Toledo, segundo duque de Alba, con apoyo del navarro conde de Lerín (Condestable de Navarra y líder beamontés) y sus hombres, que en apenas dos meses dejaban resuelta la conquista. El cuarto y último Tratado de Blois, que fue firmado en torno al mes de julio de 1512 en la ciudad francesa de Blois, se enmarca en los preparativos de invasión de reino de Inglaterra (en alianza con Castilla) contra Francia por una parte, y por otra, en las pretensiones de esta última sobre el reino de Navarra, pretensiones que a su vez también tenía Castilla. Así pues tanto Francia como Castilla tenían a la Navarra que se desangraba en el punto de mira. (En la foto, viñetas con una visión torticera y miserable sobre los castellanos difundida por el nacionalismo vasco, tanto de izquierdas como de derechas, agrupados en la plataforma 1512-2012 Nafarroa bizirik).
Y esto, por lo visto, no gusta a algunos y es lo que se quiere revertir mediante la ruptura ‘con Castilla’ (y Aragón, no lo olvidemos), y la unión/entrega de Navarra al proyecto de una Vasconia independiente. No es un simple cambio de brújula en el contexto español, probablemente legítimo, es la creación de una frontera, de la ruptura pura y dura, lo que está en juego. Vasconia busca en Navarra la legitimación histórica que no tiene. Y para ello nos tememos que una vez más, necesitan de una Castilla mostrada como culpable, culpabilizada y opresora no sabemos muy bien de qué. Identificar hasta la náusea lo castellano con la opresión y lo único español son los objetivos previos a una posterior ruptura del país. ¿Les rebatimos o tragamos? El ‘españolismo’ navarro, y de todas partes, seguro que lo hace. La cuestión es ¿y desde el castellanismo, debemos articular un discurso, una respuesta? No es solo su historia, también es la nuestra, no es un asunto ajeno. Ni debemos permitir que desde el nacionalismo vasco se nos zurre ni puede ser solo el españolismo quien responda porque eso ahonda en la falsa identificación de lo castellano con lo español que tan injusto nos parece a los castellanos como a los demás españoles y que es fuente de tantos problemas y manipulaciones actuales que no hacen sino resquebrajar lentamente a España.
La polémica sobre el último tratado de Blois y la conquista de Navarra. La historiografía actual debate si el Tratado de Blois fue firmado por el rey navarro Juan III de Albret y Luis XII de Francia el 12 o el 17 de julio de 1512, lo que supondría la alianza total entre Francia y Navarra, o el verdadero tratado fue el firmado entre Luis XII y Fernando el Católico el 18 de julio de 1512, que urdieron un plan para simular la alianza navarro-francesa y así dar un motivo a la invasión castellano-aragonesa de Navarra. Este último planteamiento, defendido por el nacionalismo vasco, es difícil de admitir, teniendo en cuenta que España y Francia estaban en guerra y que España formaba parte de la Liga Santa constituida por el Papa para luchar contra Francia. Navarra, problemas y guerras internas aparte, simplemente se equivocó al abandonar su tradicional neutralidad, ésta quedó comprometida cuando su rey, Juan III de Albret, interpretó erróneamente el curso de la política europea y, al producirse los primeros éxitos de su pariente Gastón de Foix al mando de las tropas francesas, firmó con Luis XII de Francia una alianza de cooperación militar entre ambos reinos. Inmediatamente Fernando el Católico, que estaba en guerra contra Francia, consideró esta alianza como  "casus belli" que comprometía el destino de Castilla y ordenó la invasión de Navarra. El rey navarro abrió la puerta de su reino y la de la península a Francia, lo que no fue tolerado ni por Castilla ni por Aragón. La vuelta al gobierno de Castilla del rey aragonés Fernando el Católico como regente, supuso el principio del fin, no del reino de Navarra, pero si de la vida independiente del reino de Navarra (que es lo que hoy se quiere reescribir, revertir y para ello se busca un hito histórico previo que lo justifique). Recordemos que Luis XII de Francia, que también tenía aspiraciones sobre el reino pirenaico, ya en 1510, alegando sus derechos como señor de las posesiones francesas de los Foix-Albret, intentó ocupar Navarra, si bien es en 1512 cuando se produce la posible conjura. En resumen, abandonada su neutralidad, a Navarra solo le quedaban tres caminos: o Francia o Castilla... o un trozo para cada una, como así fue. Fue para la órbita de Castilla, eso sí, cabeza de rey aragonés mediante, la Alta Navarra (o Navarra peninsular), que se incorporó a Castilla tres años después según decreto de las Cortes de Burgos de 1515. La Baja Navarra (o Navarra transpirenaica) quedó al mando de los reyes navarros bajo protección de Luis XII de Francia. De este modo se avanzaba en la unidad española, tal y como la conocemos hoy, ya en manos del sucesor de Castilla y Aragón: Carlos I de España. (En la foto, noticia alentando el tradicional victimismo periférico frente a Castilla. No creemos que 'celebren' la conquista, tan solo se 'conmemora' un hecho histórico cierto. Obsérvese como se incluye una foto con el monolito que recuerda al último bastión 'heroico' de resistencia a la conquista castellana en el pueblo navarro de Amaiur, es decir, Maya de Baztán. Recordemos una vez más que todo empezó en las disputas y guerras internas entre navarros, uno de cuyos bandos 'interhispanizó' el conflicto (al pedir la entrada de Castilla) y el otro lo 'internacionalizó' (al pedir la entrada de Francia), por tanto, ambos bandos eran navarros. No cabe un monolito de Navarra, menos aún de toda Navarra, contra Castilla. Es más, por ironías de la historia, fueron en su mayoría navarros procedentes de este valle los que participaron, estos sí como héroes, en la batalla de Las Navas de Tolosa trescientos años antes de 1512. El nacionalismo vasco, en su rama mafiosa-terrorista, y con el objeto de utilizar la historia (aunque sea prostituyéndola), creó un comando etarra para el asesinato de inocentes con el nombre de Amaiur y más recientemente un partido político, ¿tal vez para fomentar bajas pasiones anticastellanas en la actualidad? Por otra parte, ¿debe permitirse que una organización política se apropie del nombre de un pueblo?)
(1) Aclaración: decimos 'pasó de nuevo de reino a Corona', y lo ponemos con cautelas entrecomillado, pues no es una Corona real al uso ya que no hubo fusión con Navarra sino anexión, por mucho que se respetaran sus instituciones, y porque es conocido que Castilla y León crearon previamente, siglos atrás, una auténtica Corona, fórmula constituyente según la cual se fusionan voluntariamente dos reinos parcialmente, es decir, comparten rey y bandera, la famosa cuartelada, pero no Cortes, ni cuerpo jurídico por ello, aún. Corona que superaron en poco tiempo (pues acabaron en una fusión total al fusionar también sus Cortes, es decir, acabaron de nuevo en un único Reino unificado denominado Reino de Castilla y León). La etapa de Corona (escrito con mayúscula) es para la historiografía moderna, una simple etapa jurídica que en el caso castellano y leonés fue intermedia (en Aragón no fue así, fue definitiva, nunca se superó, jamás los distintos reinos y territorios de esa Corona fusionaron sus Cortes), una fórmula jurídica constituyente efímera que toma su nombre precisamente de que se comparte rey o corona real (escrito con minúscula), o período interregnos, pues sirve de puente entre un viejo reino (que ha de unirse a otro viejo reino) y el nuevo reino unificado resultado de ambos, y que puede adoptar un nuevo nombre (no fue el caso) o mantener el de ambos (Castilla y León). No es, como dicen alegremente algunos con demasiada frecuencia, una suma de territorios conquistados o agregados. Los territorios conquistados a los musulmanes tras la fusión, tanto en la etapa de fusión parcial (Corona) como en la posterior de fusión total (Reino Unificado) son tan Castilla y León como los conquistados previamente a ésta, eso es indiferente. 

P.D.: Llegado julio de 2012 (mes exacto en el cual tuvo lugar la famosa batalla), nadie, ni de la Casa Real, ni del Ejército, ni del Gobierno de España (lo preside Rajoy, del PP), ni de la Junta de Andalucía (Griñán, del PSOE en coalición con IU), consideró oportuno conmemorar la crucial, para España y Occidente,  Batalla de las Navas de Tolosa. Que cada cual reflexione y saque sus propias conclusiones acerca del país en que vivimos y los gobernantes e instituciones que tenemos.

3 comentarios:

  1. genial artículo. Copio la referencia para darle difusión en grupos de facebook.


    un saludo castellanista!

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  2. Genial el blog. Es importantísimo que la conciencia castellana se desarrolle si queremos parar los pies a la gangrena separatista. Saludos desde Asturias, otra región amenazada por el imperialismo gallego.

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  3. Gracias a ambos, agradezco vuestra participación.

    Esta bitácora no tiene más finalidad que dar respuesta y rebatir las a mi juicio interesadas y frecuentes injusticias que contra Castilla principalmente, pero también contra otros territorios, se lanzan diariamente, así como servir a la verdad. Después, que cada cual saque sus propias conclusiones. En mi caso, lo tengo claro, tan necesaria es la reunificación de Castilla y su recuperación económica y política, como el mantenimiento de la unidad de España, cosa que por otra parte no existe... pues falta Portugal, el quinto reino hispánico.

    Saludos.

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